“Di que la semana que viene, cuando regrese, le haré preguntas sobre el libro y que no tiene por qué gustarle, pero que si no le gusta, me suicido. Díselo tal cual, por favor; no quisiera ejercer más presiones sobre él” -WILLIAM GOLDMAN, La Princesa Prometida.
Y lo reconozco: soy un cursi (y esta crítica corta, por llamarla de alguna manera, fue escrita tiempo después de que existieran las primeras críticas cursis, mas no antes de las ñoñas).
Recuerdo ser un crío y ver por primera vez La princesa prometida en la TV; no la he olvidado. No sabía de su existencia y yo, un huérfano de la fantasía que pensaba que no habían más cosas del género, la encontré como un oasis.
Historia de una historia
La película de Rob Reiner justificó que, en mi adolescencia, mi mejor amigo y yo fuéramos por la calle diciendo: «Mi nombre es Íñigo Montoya…». Y también justificó que allá por 2015, tanto tiempo después de que fuese un criajo friki, me leyese aquel libro que me regaló mi Buttercup (¿ves? Soy un cursi).
Hablaré más de este libro, pero por ahora si alguien me dice: «tío, eres demasiado cursi» solo le podré responder: lo soy y, por si acaso, «como desees» (no, en realidad esgrimiré mi acero como buen español y le atravesaré como a una bestia).
Como desees
La Princesa Prometida es una novela de fantasía del escritor y guionista William Goldman, publicada por primera vez en 1973. Es una historia de amor y aventuras, que sigue la historia de Buttercup, una joven campesina, y su amado Westley, un joven granjero. Bebe muchísimo del cine de aventuras de los años cincuenta, de Errol Flynn y otros grandes caraduras.
Es una novela donde nos enamoramos de sus protagonistas Buttercup y Westley, y el viaje que emprenden. Cuando a Westley lo dan por muerto, Buttercup acaba bajo las garras del malvado príncipe Humperdinck, pero por el camino aparecerán los bandidos Vizzini, Fezzik e Íñigo Montoya, aparte del pirata conocido como el Pirata Robert.
Desde ahí tendremos una serie de aventuras en una de esas historias de amor que es más grande que la vida misma y una defensa de que en la fantasía, no todo tiene que ser serio y oscuro siempre. Y puede que esa sea precisamente la gracia de La princesa prometida.
“Las excusas son el refugio de los cobardes”.
La magia de la empatía
La novela de Goldman es, ante todo, un cuento clásico de amor y aventuras, pero también es una sátira ingeniosa que se burla de los tropos de los cuentos de hadas y la narrativa. Goodman es como un viejo abuelo que nos cuenta una historia de fantasía y disfruta de ello, siendo una obra donde es más importante la forma que lo que cuenta (aunque esto tampoco queda de lado, pero brillan mucho más sus entrañables personajes).
Reseña de la novela La princesa prometida, una historia que no te puede caer mal Share on XEl legado de La princesa
Curiosamente, aunque parezca sencilla, hay pocas historias como La princesa prometida. No obstante, ha contado con dignas herederas espirituales, como Stardust de Neil Gaiman y su adaptación cinematográfica o Trenza de mar esmeralda, novela de Brandon Sanderson que da un giro a la premisa original. En el panorama televisivo, la serie de Willow, que tan mala suerte ha tenido, también tenía mucho de Buttercup, Westley y compañía. Y se agradece que la fantasía no tenga que ser solo una cosa.
La Princesa Prometida es una novela que ha cautivado a generaciones de lectores con su combinación de romance, aventuras y humor. Puede que la película sea más conocida, pero eso no quiere decir que no nos acerquemos a la novela que le sirvió de base, ya que es un libro que vale la pena leer y disfrutar, ya sea como un cuento de hadas clásico o como una sátira ingeniosa de la narrativa convencional, seamos cursis (o no).
«… Y Weasley dijo:
-Somos un solo latido.
Y ella le dio un beso y le contestó:
-Y siempre lo seremos».
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