Guardianes de la Galaxia Vol. 3: la importancia del adiós

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Nuestros Guardianes de la Galaxia se reúnen en el Volumen 3 para decirnos adiós.

Recuerdo perfectamente aquella tarde de abril en la que vi Iron Man en 2008 y, sin saberlo, empezaba un viaje por una de las franquicias más importantes de la historia del cine. El Universo Marvel Cinematográfico, entre el producto y el entretenimiento, fue un refugio con buenas historias durante varios años. Entre ellas, mi favorita siempre fue Guardianes de la Galaxia.

Estrenada en el verano de 2014, recuerdo que fui cuatro veces al cine a verla. Era otro época, una época donde encontrar a aquella panda de perdedores era encontrar un atisbo de esperanza con mucho de space opera, la locura del reboot de Andy Lanning y Dan Abnett, el espíritu de los ’80 con su música y el cine de James Gunn. ¿El resultado? Una de mis películas preferidas, dentro y fuera de Marvel.

¿Lo lograría de nuevo, en 2023, con Guardianes de la Galaxia Vol. 3, la conclusión de la trilogía que la había inaugurado?

El Alto Evolucionador aporta un tono entre el Doctor Moreau y Troma.

Un paso hacia la redención

En 2017 vimos Guardianes de la Galaxia, volumen 2, película donde Marvel dio carta blanca a James Gunn para hacer lo que quisiera y puede que el director estadounidense sufriese el «síndrome George Lucas»; es decir, seguir adelante, hacer todo grande y quizá no prestar más atención a las corazonadas que quizá le decían que se estaba pasando de frenada.

Después de Vengadores Infinity War, Endgame y el cameo en Thor: Love and Thunder, además de un especial de Navidad y los problemas con el despido y reencontración de James Gunn (drama delante y detrás de las cámaras), por fin hemos podido ver la tercera película. ¿Y con qué nos quedamos? Con una digna despedida de los personajes que nos acompañaban desde 2014, una en la que encontramos ecos del propio Gunn.

En este cierre se perfecciona lo que se comenzó a explorar con sus predecesoras. En la segunda parte, entre explosión y explosión y gags que quizá no funcionaban como él pretendía, al menos continuaba teniendo corazón, un corazón heredado de la primera parte y que se reválida en esta tercera parte. Todos sabemos, dentro y fuera de la ficción, que es el fin de un viaje de casi diez años y se juega constantemente con la despedida de este relato.

Gunn y el adiós

La película empieza con el Creep de Radiohead y culmina con el Dog days are over de Florence + Machine. El puente entre ambas canciones narra bien el viaje que emprenden los Guardianes, que convierte a Rocket en su protagonista número uno. Es imposible no ver en el personaje al que da voz Bradley Cooper una sombra del propio Gunn, alguien herido y que busca la redención durante este viaje que culmina con la búsqueda de superar los demonios del pasado.

Puede que el guion no sea para echar cohetes (no es un juego de palabras), aunque siempre busca la complicidad y la lágrima con los flashbacks sobre el pasado de Rocket y encaja bastante bien con las propuestas anteriores, sin abandonar ese sentimiento de despedida ni ese aire weird que a muchos nos recordaba al inicio de esa película tan extraña que es El retorno del Jedi. Pero me quedo con su espíritu, con su alma y con cada buen momento.

Héroes y villanos pop

Echaremos de menos a un reparto que ya se ha quedado unido a sus personajes. Puede que Chris Pratt no vuelva a brillar nunca como brilló como el desastroso Peter Quill o que Zoe Saldaña sea siempre la alienígena o viajera interestelar que marque nuestro viaje.

Puede que los rasgos alienígenas de Pom Klementieff como Mantis no hallen de nuevo otro personaje tan pop, aunque siempre podemos tener sorpresas como ese Dave Bautista (Drax) que ha logrado hacerse una carrera o un Will Poulter y una Elizabeth Debicki que adoran hacer el tonto en gran pantalla.

Más interesante si cabe resulta el villano de la función que, frente a otros malos malísimos hipertrofiados, logra destacar mucho más gracias a un Chukwudi Iwuji que interpreta al aborrecible Alto Evolucionador. Y pese a todo, siempre serán para de nuestros Guardianes de la Galaxia.

Salvando Marvel

Hasta la música y los efectos especiales de Guardianes de la Galaxia. Vol. 3 están más acertados que en las últimas propuestas de Marvel. Nos hemos salvado de ver a Hulka haciendo el twerking (y convirtiendo a los superhéroes en cine palomitero para quinquis) para centrarnos en planos secuencias de todos nuestros Guardianes o una Contratierra con unos habitantes a medio camino entre el Perro Muchacho de Muchachada Nui y una película de Troma (ahí está el origen de Gunn, no obstante).

Por suerte, se libra de cierta hipertrofia que sí teníamos en Escuadrón Suicida, de Gunn y por suerte sabe golpear donde más duele, porque hay que ser un poco masoquista para meterse a ver estas películas que buscan, más allá de la mera diversión, que sintamos que nos arrancan una parte de nosotros mismos, como a Rocket.

Crítica de Guardianes de la Galaxia. Vol. 3, digna despedida de nuestros antihéroes favoritos Share on X

Perdona, ¿quieres bailar conmigo?

Un aspecto muy importante del film es cómo se nos plantea que no nos podemos aferrar al pasado, que, como mucho, podemos aprender de él y elegir nuestro propio camino. Está claro con Rocket, pero también con la nueva Gamora o con personajes secundarios como Nébula, Drax, Mantis o incluso Groot. Todos ellos deben aceptar lo que ha significado este viaje, igual que nosotros mismos. ¿Aceptamos bailar la triste melodía del universo o permanecemos quietos?

Y aunque tenemos palabrotas, sangre, maltrato animal, alcoholismo, problemas mentales y toda clase de temas oscuros, Gunn se las ingenia para convertirlo todo en una superproducción, en una aventura que sirve como canto de cisne de la franquicia de Marvel Studios que supuso un soplo de aire fresco y que ahora sabe como el adiós de muchos a este sinfín de filmes y series que, en los últimos años, puede que hayan perdido el norte si es que no lo hemos perdido nosotros.

Al final del camino, Guardianes de la Galaxia Vol. 3 ha sido una gran space opera sobre la familia, aquella a la que nos une la sangre y aquella que elegimos, sobre los amigos y enemigos que hacemos, sobre sentir que quizá incluso nosotros, unos marginados y unos perdedores, tenemos un espacio en un universo tan vasto como nuestro propio corazón. Y ya solo por eso, siempre habrá una parte de estas historias con nosotros. Mientras, bailemos.

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