¿Sacrificarías la prosperidad de una ciudad con tal de desvelar la oscura verdad que la cimienta? Ni siquiera serás un héroe por revelarla. No salvarás a nadie y condenarás a muchos, pero ¿puedes asumir la alternativa? ¿Puedes seguir viviendo en la hipocresía, con el remordimiento? El dilema de Quienes se marchan de Omelas de Ursula K. Le Guin sigue vigente más de cuarenta años después de su publicación.
Cada cierto tiempo acabo volviendo a este cuento, ya sea porque recuerdo su dilema o escucho alguna versión en formato radiofónico de algunos compañeros, como Cuentos del Bosque Oscuro. Sigo considerándolo uno de esos cuentos que sigue descubriéndote cosas de sí mismo (como La lotería de Shirley Jackson), pero también de ti. La respuesta de otro lector al dilema de Omelas puede decir mucho de sí mismo.
Ahora me ha tocado volver a Quienes se marchan de Omelas y he decidido escribir unas palabras aprovechando la reciente edición de Nórdica Libros, que retoma este clásico en una más que recomendable versión.
¿Conoces Omelas?
Ursula K. Le Guin nos presenta una hermosa ciudad llamada Omelas. En ella, la felicidad ha llegado a su esplendor. Todos sus habitantes solo conocen la dicha. Sin embargo, ocultan un secreto en lo más profundo de sí mismos, un secreto del que depende la vida de Omelas.
En 1974, Ursula K. Le Guin publicaba Quienes se marchan de Omelas y despertaba en los lectores de todo el mundo la pregunta: ¿qué harían ellos? No hay respuesta sencilla para esta pregunta ni posible final feliz, a menos que nosotros pensemos que la ignorancia lo es o que podemos habitar sin pensar en aquellas a quienes aplastamos para poder sonreír.
No hay solución absoluta, jamás las hay en la vida real. La vida no es tan sencilla como en las historias prefabricadas que nos suelen vender. Toda luz mantiene una sombra. Y toda felicidad es un retorcimiento de la tristeza.
El destino de Omelas
Nominado al Premio Locus y ganador del Hugo, Quienes se marchan de Omelas es uno de esos cuentos que genera controversia. ¿Qué harías tú si te encontrases en la situación que te presenta Le Guin en su cuento? El debate está servido.
Le Guin hablaba de cómo la realidad inspiraba su relato (Omelas surge de leer al revés un cartel de tráfico que decía SALEM, Oregón). El cuento sigue siendo utilizado en universidades, institutos y otros foros para presentar el dilema que la escritora estadounidense planteaba en su obra.
El narrador de Ursula K. Le Guin toma un tono desafiante con el lector. Comienza describiendo la felicidad, casi imposible de expresar con palabras de Omelas, y reconoce que todo es posible en este hermoso lugar.
Sin embargo, con una sonrisa torcida, una amarga por los años o, quizá, por la verdad, que es lo que nos envejece el alma en realidad, va acercándose a la oscura revelación. Y, una vez hecha, jamás volvemos a ver Omelas como la vemos la primera vez.
¿Alejarse de Omelas?
¿Qué haría yo si fuera uno de los que descubre la verdad de Omelas? Es una buena pregunta. ¿Seguiría con mi vida? ¿Caería prisionero del remordimiento? ¿Me quedaría? ¿Partiría? En lo hipotético todos podemos ser héroes más o menos honestos, pero ¿y si lo extrapolamos a nuestro mundo? Que cada uno decida sus respuestas.
Sin caer en la alegoría barata, la fantasía es un espejo de nuestra realidad. Podemos mirar a nuestro alrededor y pensar en cómo los ciudadanos del primer mundo habitamos aplastando a los del tercer. Nos justificamos apostillando que son los poderosos quienes deberían ocuparse de arreglar estos problemas y así sacrificamos nuestra propia responsabilidad.
Puede que el niño de Omelas no exista, pero hay cientos de niños, jóvenes, adultos y ancianos que yacen en la penumbra para que nosotros estemos bajo una falsa luz de oropel donde ser felices mientras no nos preguntemos a costa de qué. ¿Qué haremos por ellos si es que decidimos hacer algo?
Hacia donde nos dirigimos
La reciente edición de Nórdica Libros cuenta con ilustraciones de Eva Vázquez y traducción de Maite Fernández. Sobre las imágenes que acompañan al texto, captan con estilo minimalista la desolación de esta historia sobre el precio la felicidad. Se utiliza el color negro, el rojo, el naranja, el dorado y un progresivo tono crepuscular que capta la propia narración.
En cuanto a la traducción, que cambia el título (traducido usualmente como Los que se alejan de Omelas), se busca captar el estilo de una Ursula K. Le Guin que con las palabras más adecuadas sabe generar la duda en el lector.
Puede que la lección principal de Quienes se marchan de Omelas es que nunca podremos alejarnos realmente de esta ciudad maldita. Por eso, es ya un clásico de la literatura que, décadas después de su publicación, sigue generando debates entre los lectores que deben decidir si se quedan en Omelas o deciden partir. Puede que la respuesta jamás la sepamos.
«El problema es que tenemos la mala costumbre, alentada por gente pedante y rebuscada, de considerar la felicidad como algo bastante estúpido. Solo el dolor es intelectual, solo la maldad es interesante. Esa es la traición del artista: la negación a admitir la banalidad del mal y el terrible aburrimiento del dolor. Si no puedes vencerlos únete a ellos. Si te duele, lo repites. Pero elogiar la desesperación es condenar el placer, abrazar la violencia es dejar escapar todo lo demás. Casi lo hemos dejado escapar; ya no podemos describir a un hombre feliz, ni celebrar la alegría»- Ursula K. Le Guin.
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