Raptor de Dave McKean: la realidad y la ficción

«Las palabras descienden, en pronunciada pendiente página abajo. Intercaladas, superpuestas, una estructura de micelio. Todos los relatos que hallan sus frecuencias resonantes en nuestro interior empiezan con un descenso, una caída».

Arthur Machen fue un escritor de género fantástico de finales del XIX y comienzos del XX. En obras como El gran dios Pan o La gloria secreta era capaz de plantar las primeras semillas de la fantasía oscura. Aunque su nombre parece haber quedado relegado frente a otros genios, en los últimos años se ha reivindicado su figura.

En Raptor: Una novela de Sókol, Dave McKean escribe y dibuja dos historias interconectadas: la vida de Arthur Machen cuando sufre la pérdida de su esposa y conoce a los miembros de una hermandad esotérica que podría hacer que hable con ella una vez más, y la vida de Sókol, un misterioso cazador de monstruos que, junto a su ave de presa, persigue a extrañas criaturas alimentadas por la codicia.

Estos elementos y el cruce entre ambos mundos son suficientes para que McKean pose muchas de sus obsesiones y nos entregue una interesantísima obra, tanto en el apartado gráfico, como narrativo y argumental.

La cacería y la pérdida

¿Qué diferencia la realidad de la ficción? ¿Podrían chocar ambos mundos, mezclarse a través de la grieta de la creación? Dos preguntas que nos repetimos al leer Raptor de Dave McKean y que han aparecido en otras de sus personalísimas obras, como Mirror Mask.

Conocido por ilustrar Batman: Arkham Asylum (guionizado por Grant Morrison) y colaborar en numerosas ocasiones con Neil Gaiman (su labor en las portadas de The Sandman forma parte ya de la historia del cómic), McKean es un polifacético artista que no ha dudado en utilizar cualquier técnica para captar las potentes imágenes que tiene en su mente. Conocido por ser uno de los primeros autores en utilizar programas como Photoshop, McKean también se ha distinguido por llevar su estilo al cine, dirigiendo la película Mirror Mask, donde contó con guion de Gaiman.

Hay pocos artistas en la industria del cómic que resulten tan personales como Dave McKean. Y seguramente se deba a que al autor inglés es capaz de mirar más allá del tebeo para traer todas las influencias del cine, la música, el diseño gráfico y la ilustración que forman el collage de su creación artística. Incomprendido por algunos lectores cortos de miras, aquellos que sí apreciamos su labor tenemos mucha suerte de que McKean continúe trabajando en el mundo del Noveno Arte.

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Raptor es la primera entrega de las aventuras del cazador de monstruos Sókol, presentado por Dave McKean.

El acto mágico de crear

Desde la frase con la que comienza Raptor y que abre esta reseña, podemos vislumbrar cómo McKean plantea el arte. No es una forma de copiar la realidad. No es simple ficción. Es un modo de abrir puertas a otras realidades. Y en ello hay un acto de magia.

A partir de esta premisa que McKean lleva defendiendo con su trabajo a lo largo de toda su vida, en su guion, McKean hace una reinterpretación muy personal de La divina comedia. Machen quiere volver a ver a su mujer y Sokól persigue espejismos de lo que una vez fue. Su recorrido no se hace a través del infierno, sino a través de las realiades que se conectan por medio de ficciones, ¿o es al revés?

Para ello, McKean despliega toda una serie de técnicas a lo largo del cómic: acuarelas, retoque fotográfico, paletas de colores que diferencian mundos y escenas, montaje por medio de programas informáticos, caricatura, rupturas de página, juegos de ritmo en la narrativa… Pocos autores se implicarían tanto en los logros narrativos como hace McKean con esta primera aventura de Sokól.

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Dave McKean logra una obra personalísima y llena de detalles.

El mundo de McKean

Cada vez que hago una reseña, completo una ficha con elementos básicos sobre lo leído, como es el género. Agregarle uno a Raptor es difícil: simplifica demasiado lo contado por McKean y, a su vez, no logra atrapar la originalidad que despliega el artista. Es inimitable y esto no es un eufemismo.

Los símbolos juegan un importante papel en la obra. Más allá de los que se relacionan con el esoterismo y el auge de órdenes como la Golden Dawn, lo que imperan son símbolos más cercanos como el espejo o el libro, ambos son puertas que nos permiten conectar con otros mundos, con otras posibilidades. Esta visión casi romántica de la realidad impera a lo largo de la historia.

Es fascinante cómo McKean aporta mundos nuevos con cada nueva obra artística que hace. El arte sirve para explorar otras realidad y pocas veces resultan tan originales como las presentadas por el artista. Sus mundos oscuros, rotos, complejos y extraños (aunque no carentes de un insólito sentido del humor) son únicos.

En esta época donde algunos lectores y artistas se conforman con dar todo bastante masticado y regurgitado (no vaya a ser que tengan que pensar), se agradece que McKean se siga abriendo a un sinfín de lecturas y presente acertijos a lo largo de una obra de una grandísima riqueza pictórica.

Abrir una página al azar de Raptor es encontrarse con una obra artística inigualable. Cada una de las viñetas elaboradas por Dave McKean bien podrían formar parte de una de sus exposiciones en galerías artísticas.

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La pérdida de Machen marca gran parte de la historia de Raptor.Art

Conclusiones

Tuve la suerte de conocer a Dave McKean a finales de 2015 y, aparte de sorprenderme con su cercanía y afabilidad como ser humano, quedé fascinado con su arte. En 2021 pude leer Raptor para poder escribir sobre esta novela gráfica en la revista de ECC Cómics y no dejaré de estar lo suficientemente agradecido por descubrir esta primera entrega de Sokól, un personaje en el que McKean ha puesto mucho de su mundo personal. Muchos creemos que el arte de McKean será analizado en el futuro como el de uno de los grandes maestros del siglo XX y XXI.

Si Cages ya me pareció una novela gráfica que funcionaba a varios niveles, Raptor, aunque no llega a ser tan oscura como aquella, sí que plantea una serie de constantes en la obra de McKean. Como ya ha hecho en otras de sus historias, McKean no toma por estúpido a su público y es capaz de callar y dejar que el lector saque sus propias interpretaciones. Pocos son los cómics actuales que una vez se terminan de leer quedan abiertos a nuevas lecturas donde seguir descubriendo claves de su mundo. Este es el caso de Raptor, un disparador de posibilidades e ideas.

McKean ha comentado en diversas entrevistas que Raptor, una novela gráfica de Sókol debería ser la primera de una serie. Con su final, que queda abierto para contar nuevos relatos, esperamos que pronto vuelva a estos mundos donde los espejos y las bibliotecas conectan con lo imposible.

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