A muchos nos dejó un sabor agridulce el final de Juego de Tronos. En cuanto la serie se quedó sin el marco de referencia de las novelas de George R. R. Martin, empezó a ser otra cosa y el desenlace lo confirmó.
Sin embargo, debo confesar que, desde su conclusión, he vuelto varias veces a ella y he disfrutado mucho de las primeras temporadas. Incluso he encontrado puntos positivos en la séptima y octava temporada. Es, a día de hoy, una serie que no me canso de revisar y eso me ocurre pocas veces.
Cuando se anunció La Casa del Dragón, parecía que HBO confiaba de nuevo en el mundo del escritor estadounidense tras que otros pilotos y proyectos quedasen abandonados. Esto significaba volver a Poniente, a modo de precuela, para contarnos un relato sobre cómo el poder destruye una familia. ¿Conseguiría su objetivo?
Regresar a Poniente
Es difícil volver a lograr lo que Juego de Tronos consiguió en su momento, pero, al menos, las cifras han acompañado al estreno de La Casa del Dragón, con millones de visionados en sus primeras horas. Regresamos a Poniente, casi doscientos años antes de los acontecimientos narrados en Canción de Hielo y Fuego, y lo hacemos del mejor modo posible.
Vivimos los últimos días del esplendor de la Casa Targaryen, justo cuando se va a cumplir el augurio de que será la propia familia la que se destruya a sí misma. Así, el duelo dinástico por el trono se convertirá en una red de intrigas que conducirán a todos los Targaryen al trágico destino que conocimos en Juego de Tronos.
Los fans de los Siete Reinos estamos de suerte: #HouseoftheDragon retoma en su primera temporada todo lo mejor de Juego de Tronos. Share on XLa Casa del Dragón
La Casa del Dragón está basada en Fuego y Sangre, un libro de George R. R. Martin. Más que ser una novela es un relato de los sucesos históricos acaecidos a los Targaryen (algo similar a El Silmarillion de J. R. R. Tolkien).
Para entenderlo, todo lo que veremos en la serie ya está contado, aunque carezca de las escenas, diálogos y momentos que formarían una novela al uso. Eso asegura que los creadores saben por dónde van y, por otro lado, les deja un amplio campo para extender diferentes situaciones apenas atisbadas en el libro.
Como marca inequívoca de Martin, el punto fuerte de la obra: los personajes de La Casa del Dragón son grises. Hasta el más decente está terriblemente corrompido y aquel que parece más oscuro es en el fondo una víctima más de cómo ha sido tratado. Esto hace que empaticemos con unos personajes que son ampliamente humanos.
Como dijo Peter Dinklage, más allá de los dragones, lo que cautiva al público de la serie son los personajes y eso queda claro en La Casa del Dragón.
Confiar en los Targaryen
El creador de La Casa del Dragón es Ryan J. Condal, que no cuenta con un currículo demasiado excelso, aunque tampoco lo fuese el que tenían Dan Weiss y David Benioff al inicio de la serie original. Ha asegurado que sabe a qué camino se dirige, ahora queda por ver si logra llegar. Al menos, parece que empieza con buen pie.
Por su parte, dirige varios de sus capítulos Miguel Sapochnik, quien ya nos dejó boquiabiertos con La batalla de los bastardos en la sexta temporada de la serie. En el piloto no se encarga de una guerra, sino de los pequeños conflictos y tensiones que pueden llevarnos a una. Creo que despeja las dudas que pudiese generar La Larga Noche y su «oscurísima» fotografía (en parte afectada por cómo se transmitió el capítulo).
Más allá del guion con numerosos personajes y relaciones, y la cuidada dirección, otro tema recurrente de la obra era el sexo y la sangre. Aunque se ha comentado que la violencia y el sexo se reducirían en La Casa del Dragón, como ocurrió con las últimas temporadas de Juego de Tronos, en sus primeros golpes resulta llamativo el regreso a los desnudos y las ejecuciones más viscerales. No obstante, es una de las señales del oscurantismo grimdark y frente a la sensación de maniqueísmo que impera últimamente en la televisión, me resulta casi un elemento diferenciador.
Capítulo 1: Los herederos del dragón
El primer capítulo es un prólogo que sirve para asentar las bases de La Casa del Dragón. Puede que se insista en varias escenas en cómo son determinados personajes y quizá falte desarrollar la relación entre el hijo mayor de Otto Hightower y el resto de la familia, pero recuperamos el ritmo pausado de las primeras temporadas de Juego de Tronos y eso es loable.
La principal sensación al concluir su visionado es que volvemos a Poniente con todo lo que eso supone. Los lunes de debate, las reflexiones sobre cómo se ha adaptado cierto elemento, el sentimiento de maravilla al ver esos dragones, la tensión y la intriga por saber cómo continuará la serie…
Todo se despliega desde un primer momento para deslumbrar. Más allá de la voz en off que sitúa la acción y cómo se insiste en que estamos en el pasado, lo importante son los personajes que protagonizarán su propia destrucción.
Más allá de los tics habituales del Poniente seriéfilo, hay maestría en algunos instantes. Por ejemplo, en este primer capítulo destaca el montaje en paralelo de la justa de Desembarco del Rey y el nacimiento del heredero al trono. Es una de las escenas más duras de toda la serie. Una que confirma el advenimiento del fin para los Targaryen.
Menos contrincantes, más profundización
La historia posee una escala menor que la vista en Juego de Tronos. En vez de entrar varias casas en la lucha por el trono, en realidad es el conflicto generado dentro de la Casa Targaryen. Eso no evita que otras familias como los Velaryon y los Hightower estén en medio de la lucha, pero sí que la trama se siente más autocontenida que en la otra obra sobre el mundo de Martin.
Tal y como se recogió en Todos los hombres deben morir de James Hibberd, las primeras temporada de Juego de Tronos tuvieron menos presupuesto y eso hizo que, para llegar al minutaje que debían tener los episodios, se viesen «obligados» a incluir conversaciones que ampliasen algunas de las relaciones vislumbradas en el libro.
En La Casa del Dragón se detecta que, más allá del presupuesto, sí se vuelve a la más que agradecida profundización que fue olvidada en las últimas temporadas de Juego de Tronos (en cuanto se despegó de los libros de Martin).
Acudiendo a libros como El mundo de hielo y fuego de George R. R. Martin, Elio M. García Jr y Linda Antonsson es interesante ver lo fieles que han sido a lo narrado en otras obras del escritor, además de sembrar futuras líneas (con muchísima información) en un solo capítulo.
Lo que ocurre fuera de escena
Cerca del final del primer capítulo, Otto Hightower cuenta al rey lo que Daemon, borracho, en un burdel, dijo sobre el bebé fallecido: deseo un brindis por el «heredero por un día». Si bien se asume que esto es así, en realidad ni en el libro ni en la serie, pese a que se habla de testigos, sabemos si realmente pasó.
El montaje ayuda a sembrar incertidumbre en este momento. Sabemos que Daemon utiliza la verdad como arma, que es capaz de llamar a Viserys débil o justificar sus actos más atroces. Aquí solo responde, sin afirmar si esta frase que será detonante del cambio de heredero fue realmente pronunciada.
Cada espectador deberá decidir hasta qué punto Daemon u Otto son unos monstruos.
La Canción de Hielo y Fuego
En Internet ya ha habido polémica con el primer episodio de La Casa del Dragón. Algunos espectadores hablan de fanservice o incluso retcon al insertar una referencia a La Canción de Hielo y Fuego. Lo vi como un modo de señalar la futura tragedia que caerá sobre los Siete Reinos, igual que los sueños de Viserys Targaryen quizá no aludían directamente a su hijo, sino a sus descendientes (aunque ¿no debería haber sido a Arya?).
Lo que sí es cierto es que este problema viene ocasionado porque, en la segunda temporada de Juego de Tronos, hubo una parte que se adaptó con cierta desgana: me refiero a la llegada de Daenerys a la Casa de los Eternos que se narra en Choque de reyes . Esta es una de las partes más magníficas de la novela original. Augura gran parte de lo que está por ocurrir y, además, hay una clarísima alusión a la Canción de Hielo y Fuego y la relación con los Targaryen.
No creo que sea la última vez que se jueguen con los paralelismos en la serie (véase la escena del dracarys y su uso en el primer capítulo, en un contexto completamente distinto), pero ese quizá es el más llamativo.
Fragmento de Choque de Reyes
«—Aegon —dijo el hombre del trono a una mujer que amamantaba a un recién nacido en una gran cama de madera—. ¿Qué mejor nombre para un rey?
—¿Compondrás una canción para él? —preguntó la mujer.
—Ya tiene una canción —replicó el hombre—. Es el príncipe que nos fue prometido; suya es la canción de hielo y fuego. —Al decir aquello alzó la vista, sus ojos se encontraron con los de Dany, y fue como si la viera al otro lado de la puerta—. Tiene que haber uno más —dijo, aunque no sabía si hablaba con ella o con la mujer de la cama—. El dragón tiene tres cabezas».
La serie ha intentado recuperar este elemento. Ahora queda ver si queda como un guiño o se acaba convirtiendo en un eje transversal de La Casa del Dragón, cuestión que podría resultar más bien peligrosa por los posibles problemas de continuidad.
Capítulo 2: El Príncipe Canalla
El segundo capítulo de La Casa del Dragón se centra en seguir exponiendo las relaciones que existen entre los personajes. Su tono es lento, con abundantes diálogos, pero que no toma al espectador por tonto, cayendo en explicar todo en demasía.
La serie deja claro que hay dos temas principales a estas alturas: con quién contraerá matrimonio el rey y si una mujer puede gobernar Poniente. Sobre estos dos asuntos, emergerán las otras interacciones, a favor y en contra.
El príncipe y la heredera
Y Desembarco del Rey, como era de esperar, se convertirá en el nido de víboras que vimos en la serie original. Cada uno de los personajes juega sus propias cartas y quizá destaca sobre todo cómo empiezan a emerger los futuros bandos: los negros y los verdes, que se enfrentarán por el Trono de Hierro. El espectador acaba pensando que Daemon no ha tenido tan mala suerte al decidir marcharse de la capital del reino, pero su deseo de poder le condena a volver a este infierno.
Destaca el papel de Rhaenyra y su intervención cuando el Príncipe Pícara, Daemon, roba uno de los huevos de dragón. Para los que estamos acostumbrados a los capítulos de Vikings, donde eran capaces de finiquitarse una subtrama en un par de minutos, no notamos que sea rauda toda la explicación sobre lo ocurrido, pero sí que se le podría haber dado más empaque. Esto sí se consigue con la amenaza del Benefactor de los Cangrejos, Craghas Drahar, al cual se nos presenta en el prólogo y se vuelve a él en el epílogo.
¿La sorpresa?
El mayor problema del segundo capítulo es que no entendemos la decisión del rey Viserys. No sabemos cómo Otto Hightower logra su objetivo. No comprendemos cómo Alicent se ha vuelto tan necesaria para el monarca, cuando la unión con los Velaryon era más beneficiosa.
Si bien sabíamos que descartaría a la hija de Corlys, la princesa Laena, se ha echado en falta incluir más escenas entre Alicent y Viserys, lo que hubiera explicado mejor por qué el monarca opta por esta decisión y se hubiera evitado el forzado efecto sorpresa.
Queda por ver si se afrontará esto en el tercer episodio, por lo que podemos entender este segundo como un capítulo de transición.
Capítulo 3: Segundo de su nombre
Tercer capítulo de La Casa del Dragón y tercer salto temporal. En este caso, nos trasladamos a dos años después del nombramiento de Alicent como la nueva esposa del rey. Como la serie nos ha acostumbrado a esta prolepsis desde el primer episodio, ya no nos extraña el ritmo, aunque sí da la sensación de que estos primeros capítulos forman una especie de prólogo ante lo que está por ocurrir. ¿Lo interesante? Que la serie va al grano. ¿Lo malo? Que carecemos de escenas como la reacción de Rhaenyra ante los hechos del anterior capítulos.
La cacería
Sin embargo, los guionistas optan por explorar las consecuencias de esto último con la trama de la cacería del siervo donde la principal víctima, en vez del propio siervo, es Rhaenyra. Esto se debe a que otras casas buscan unirse a ella mediante el matrimonio.
Asimismo, surgen las tensiones de los que creen que debe ser el hijo varón del rey, Aegon, quien herede el trono. Más allá de la aparición de unos Lannister, me quedo con la relación entre Rhaenyra y sir Criston, aunque echo más en falta que el diálogo ayude a generar química entre ambos personajes.
Simbólicamente, el siervo blanco representa una fuerza que elige a aquel que es digno. El rey Viserys no lo es, pero mata para cumplir con su «deber». Su hija Rhaenyra sí lo es, el siervo la encuentra sin tener que perseguirlo y ella lo deja vivir. Dice muchísimo de ambos personajes. Casi tanto como ver a un rey sin hacer nada o yéndose de cacería cuando hay una crisis (bueno, lo que también hacen los reyes en la realidad, ¿no?
La batalla contra Craghas Drahar
La segunda mitad del capítulo nos conduce hasta la batalla contra los piratas. Como en el anterior capítulo, se crea una simetría que da la impresión de que la amenaza del Benefactor de los Cangrejos no ha desaparecido.
Por un parte, tenemos espectacularidad y sangre, pero, por otro, también la desmitificación casi burlona que se hace de lo mítico cuando el propio dragón de Daemon mata «accidentalmente» a una de las personas que iba a «salvar».
El final conlleva que suspendamos la credibilidad ante ese mar de flechas del que el Príncipe Pícaro parece escapar, pero tenemos un par de momentos épicos y lo más importante: las consecuencias del conflicto dejan claro que Daemon y la casa Velaryon no necesitan al rey.
Capítulo 4: Rey del Mar Angosto
El sexo ha sido siempre uno de los elementos de Juego de Tronos. Si bien la serie original abusaba algunas veces de este (como casi si fuese una obligación), en las obras de Martin suele ser un eje vertebrador de lo que ocurre en Poniente. La Casa del Dragón lo toma como crucial en el desarrollo de este cuarto episodio.
Aparte de ver el sexo como una condena o don para una sociedad (donde las mujeres son vejadas sistemáticamente, como vemos en la contraposición de Alicent y Rhaenyra), sirve para contraponer a los personajes dentro de la partida que están librando. El campo de batallas de algunos está en la guerra, el de otros en la cama.
Elementos como las intrigas palaciegas continúan, pero es el sexo uno de sus motores. Otto Hightower «vendió» a su hija para ver a alguien de su casa en el Trono de Hierro, varias familias se disputan a Rhaenyra como consorte para así tener el poder, Daemon sigue siendo un personaje que no sabemos si busca el amor de su sobrina o directamente la corona…
¿Qué ocurrió en realidad?
La serie completa algunos puntos del legendarium de Martin, como la supuesta relación de Rhaenyra con Criston o la cercanía que esta sentía con su tío Daemon.
Aunque mata la ambigüedad con la que se relataban estos hechos (a partir de varios cronistas ficticios), lo incierto no desaparece gracias a un Daemon por los suelos, literal y psicológicamente. El Príncipe Canalla es incapaz de refutar las acusaciones de su hermano, como ya sucedió cuando Hightower le acusó de haber pronunciado el brindis del heredero por un día.
Más interesante que el tercer episodio (y más centrado en el drama Targaryen), Rey del Mar Angosto avanza en lo narrado en libros como Mundo de Hielo y Fuego. Los Targaryen han hecho de su mundo sangre y fuego, como su lema. Muy pronto, tendremos un nuevo salto temporal y, seguramente, el inicio del futuro conclicto que conducirá a la Danza de Dragones.
Capítulo 5: Iluminamos el camino
Y llegamos al ecuador de la primera temporada y cosechamos todo lo que se ha sembrado desde el primer capítulo.
Es llamativo: todo aquello en lo que fracasa Los Anillos de Poder, sale bien en La Casa del Dragón. No me refiero al tono (que es muy distinto), sino a la idea de ir construyendo poco a poco hasta crear un arco mayor sin que sintamos que no se avanza.
Bodas de sangre
En su día, muchos fans se llevaron las manos a la cabeza cuando leyeron un titular que decía que Juego de Tronos era como si El Señor de los Anillos se cruzase con Los Soprano. Aunque entiendo que el autor quizá pecó un poco de reduccionista, puede que La Casa del Dragón sea un poco como El Padrino: las bodas nunca salen bien.
En Iluminamos el camino, el rey Viserys, muy enfermo, acepta proteger el legado de su reino haciendo que su hija se case con el heredero de los Velaryon, Laenor. Pese a Rhaenyra y Laenor llegan a un pacto para seguir amando a quienes desean (más allá del «acuerdo político» que supone el matrimonio), todo está a punto de fracturarse.
Sir Criston no acepta lo que ocurre, Alicent acepta el legado de los Hightower, el rey enferma, Daemon aparece en la corte para ir tomando el poder que cree que le pertenece… Poco a poco el capítulo se construye en torno al drama (y con las buenas interpretaciones de su reparto) hasta que estalla en el caos y la brutalidad.
¿Qué será de nosotros?
La fuerza de los guiones de La Casa del Dragón está en que hacen que los personajes nos importen. Cada uno tiene sus dramas, sus deseos, sus preocupaciones… Pese a que los saltos temporales pueden hacer que no hayamos disfrutado absolutamente de cada paso (y que pensemos en por qué algunos personajes envejecen y otros no), sí que se ha cimentado bien el drama y la futura guerra dinástica.
Preguntas como el «ubi sunt…?» del rey Viserys me humaniza al personaje y hace que acepte lo que está sucediendo. Hace que me interese. Y no es sencillo, al menos viendo cómo otras series de fantasía se deslumbran por el presupuesto y olvidan hacer una historia.
A todo ello se suma que vuelvo a notar el aire de juego de tronos, sobre todo con las luchas por el poder y taimados personajes como Larys Strong, que tanto me ha recordado a Meñique o Varys en su aparición frente al Árbol.
El triunfo de la Muerte
Me hubiese gustado que este quinto episodio jugase también con la ambigüedad y no me mostrase lo que le ocurre a la esposa de Daemon, Rhea. Pienso que no era necesario que viéramos su final, ya que otros momentos que han pintado al personaje han sido «omitidos» para generar esa pregunta de si Daemon es realmente lo que parece.
No obstante, sí mantienen la incertidumbre con sir Criston. ¿Qué fue lo que llevó a ese estallido de rabia que da pie a uno de los momentos más terroríficos y violentos de la serie?
Por otra parte, el montaje, la dirección y la fotografía nos han obsequiado con grandes escenas. Pocos planos hay tan escalofriantes como el último de este episodio, un resumen de cómo el poder corrompe y de cómo la vanidad se desvanece ante la Muerte, la auténtica emperatriz del mundo.
Capítulo 6: La princesa y la reina
Bajo un título digno de un cuento de hadas, el sexto episodio de La Casa del Dragón nos conduce a una pesadilla de la que sus personajes no pueden escapar. Una tragedia fascinante, que sirve para completar algunos huecos del Poniente de George R. R. Martin.
La estructura de la serie ha sido arriesgada. A menudo, podemos sentir que no podemos enamorarnos de algunos personajes porque quizá no aparezcan en el siguiente período. O ansiamos ver las consecuencias de unos actos y dichas consecuencias se pasan por alto por el salto temporal. Sin embargo, pese a ello, me sigue funcionando porque se centra en elementos clave.
Si de algo me he percatado en esta serie, es de la importante del tema de los hijos y el parto. En este capítulo se repite una vez más, ahora diez años después de la boda de la heredera al trono. Y una vez más se demuestra que el parto es otro campo de batalla y que todos sus personajes viven con sus cicatrices.
Engañar a la Muerte
Miguel Sapochnik es capaz de mantener la incomodidad en los primeros minutos. En ellos, podemos atisbar cómo se ha deteriorado la relación entre Rhaenyra y la reina Alicent. También vemos la delicada salud de Viserys. Más adelante, contemplamos la «caída» de Daemon. Vislumbramos cómo los herederos repetirán y cometerán nuevos errores. Escuchamos los rumores de la capital…
Me creo la humanidad del inicio del capítulo y de otros momentos. Es lo que importa. Pese a que los efectos especiales o la caracterización puedan fallar en alguna escena, lo que nos importa realmente de una historia viene marcado por sus personajes y no solo por el presupuesto. El espectador no debería dejarse llevar por falsedades que se creían superadas, como que una gran historia depende de un gran presupuesto. Sí, aquí tenemos millones invertidos, pero la serie funciona, más allá de ese motivo.
Diez años después…
Este sexto capítulo, que inaugura la segunda mitad de la serie, tiene otra elipsis. Aquí el salto de diez años queda reflejado en personajes como Rhaenyra o Alicent, que son encarnadas por otras actrices. Emma D’Arcy y Olivia Cooke se hacen rápidamente con sus papeles y cargan con el peso de todas las acciones del pasado, llevadas a cabo por ambos.
Así, vemos que Desembarco del Rey se ha convertido en un territorio hostil, lleno de rumores, intrigas y peligros. En sus sombras, los herederos de Viserys y los de su hija Rhaenyra marcarán el futuro conflicto y aquí ya empiezan a marcarse cuestiones de su carácter, como vemos en el entrenamiento ante el repulsivo sir Criston o el encuentro con los dragones.
El destino del Príncipe Canalla
La Casa del Dragón se cimienta en las relaciones que se entablan entre sus personajes. Los primeros capítulos, con sus saltos, sirven para erigir lo que ocurre en este período central de la serie.
Vemos a un Daemon que ya no parece ser el Príncipe Canalla y que atisba lo que podría ser un modo de sobrevivir, pese a lo que pida su esposa, la princesa Laena, o sus hijas. Él mismo confiesa que está cansado de las intrigas, de los juegos, de los rumores…
Puede que el final de esta subtrama sea efectista, pero funciona como paralelismo con lo visto al comienzo de la serie y también, por supuesto, como elemento dramático. Donde Viserys tomó una decisión en el primer capítulo, aquí la toma Laena.
La vendetta de los Strong
El desenlace del capítulo es otra macabra tragedia donde Larys se revela como uno de los personajes más interesantes de esta nueva serie. Si ya nos recordaba a Meñique o Varys, aquí se confirma como un antecesor del primero. Incluso su monólogo, sobre los hijos, bien podría recordarnos al de «el caos es una escalera».
La ejecución de varios de los personajes de su propia casa puede llegar a recordarnos a El Padrino, y es que tanto en La Casa del Dragón como en la famosa trilogía de Coppola, la familia y lo que hacemos para protegerla o destruirla condena a los personajes.
Alicent no puede escapar de la pesadilla que ella misma ha despertado y Larys cuenta ahora con más poder que nunca. Ella está en deuda con él. ¿Cómo podrá recompensar a alguien capaz de cualquier cosa?
Capítulo 7: Marcaderiva
Si algo ha demostrado La Casa del Dragón es su constancia y sus ansias de superarse cada semana. Y eso pese a las críticas simplistas que hablarán de la fotografía (muy oscura en algunos momentos, porque busca un aire más orgánico) o los continuos saltos temporales.
El séptimo episodio es otra demostración de cómo escribir una serie dramática, dentro del fantástico, sin sacrificar los problemas y las relaciones de sus personajes.
Funerales
La muerte de Laenor lleva a que los Targaryen, los Velaryon y los Hightower se reúnan en Marcaderiva, donde se llevará a cabo su funeral en las aguas que rodean el reino. Las tensiones entre las diferentes partes no harán más que crecer a lo largo de los minutos.
Si algunos espectadores se quejan de que, en ocasiones, Sapochnik es poco sutil; en este episodio va poco a poco cavilando los diversos problemas que acabarán conduciendo al desastre.
Ganar un dragón
El deseo de Aemond Targaryen de poseer un dragón le lleva a reclamar a Vhagar, la mayor de su raza, la última que vio Valyria.
La escena que viene a continuación, apoyándose en la música de Djawadi, es maravillosa. Sapochnik es un director que acierta en las escenas terrenales, pero también en las fantásticas, como el primer vuelo de Vhagar.
Sin embargo, el conflicto entre Aemond y sus sobrinos, los hijos de Rhaenyra, y las hijas de Daemon y la fallecida Laenor, antigua jinete de Vhagar, lleva a que la lucha de Verdes y Negros quede patente y con ello se selle el destino de muchos de estos personajes.
El destino de ambos bandos
Aparte de enseñarnos que a la familia es mejor no verla en bodas ni en funerales ni… bueno, ni en ningún lugar, Marcaderiva sirve para construir el horizonte de muchos de los personajes que vemos en la serie.
Alicent busca nuevos aliados para los Verdes, recuperando a su padre, sir Otto, como mano del rey (y sin arrepentirse, finalmente, de lo hecho en el capítulo anterior) y comprendiendo que el dragón de su hijo es un arma.
A su vez, Rhaenyra es consciente de que, cuando falte su padre, el conflicto no será una mera pelea, será una guerra, y su único apoyo será su tío y la antigua grandeza al unir la sangre Targaryen.
Una futura guerra
El séptimo capítulo hace crecer las apuestas. Desvela las enemistades, los enfrentamientos, las luchas, las traiciones… y prepara las piezas para los últimos episodios de esta primera temporada que, aunque quede a modo de prólogo de la Danza de los Dragones, ya va dejando muchos grandes momentos.
Tenemos mucha suerte de que HBO haya apostado por contar una buena historia dentro del género fantástico, sin conformarse con tal solo arrojar dinero sin más. Marcaderiva y todas sus grandes escenas son una demostración de ello.
Capítulo 8: El Señor de las Mareas
Si buscamos a Paddy Considine en Google, nos aparece sugerida la palabra «Emmy» y no es de extrañar tras la estupenda interpretación que ha hecho de Viserys a lo largo de la serie. En este capítulo octavo se corona. Y más allá del juego de palabras, el propio George R. R. Martin lo ha felicitado por cómo ha desarrollado al personaje en la pequeña pantalla, de un modo mucho más interesante que el hecho de cómo aparecía en los libros.
El destino del rey
El Señor de las Mareas empieza con un debate dinástico que se cruzará con los últimos días de un dañado rey Viserys. Seis años después de los eventos del anterior capítulo, Rhaenyra y Daemon buscan nuevos apoyos para su causa, a la vez que Vaemon Velaryion aprovecha las heridas de Corlys para lograr el trono de Marcaderiva. Todo esto mientras Desembarco del Rey ha quedado a merced de los Hightower, con la reina Allicent tomando decisiones y con la Mano del Rey controlando también parte del Consejo.
La sucesión lleva a varios reencuentros y grandes momentos como el vivido en el trono, que hacen a Paddy Considine y su Viserys inolvidables, pero también a un Matt Smith con un Daemon siempre fascinante. Toda la escena del «juicio» me parece soberbia y se cimienta en interpretaciones, no en simples efectos especiales y colorines.
Una familia es una tragedia
Al final, como todo personaje trágico, Viserys solo busca proteger a su familia. Como Michael Corleone. Como Ragnar Lothbrock. Y sin abrazar la oscuridad de estos, busca cumplir con su deber y arreglar todos los problemas que han surgido en su familia, al igual que la enfermedad ha conquistado su cuerpo.
Y de ahí llega la tensa escena de la cena que desembocará, minutos más tarde, en un enfrentamiento que Viserys no llegará a ver. Aemond será el primero en herir con sus palabras… pero no será el último en hacerlo con sus actos. ¿Se acerca el invierno? No, la guerra.
Una profecía
Puede que el momento más polémico de este episodio sea cómo un malentendido llevará a la Guerra entre los Verdes y los Negros, pero, desde mi punto de vista, no solo agrega capas a la idea de la Canción de Hielo y Fuego, sino que también adquiere toda la temporada un aire todavía más trágico: Viserys cree haber logrado que su familia se recomponga, pero un error los condenará a todos.
(Para aquellos que crean que la profecía no está cumplida en la serie original, el anuncio de una posible serie de Snow ¿podría tocar este recurso?)
«Mi amor»
No obstante, y más allá de que los efectos especiales de la enfermedad de Viserys estén más o menos conseguidos, nos encaminamos a los dos últimos episodios de la temporada.
Si el noveno mantiene la tradición de Juego de Tronos de ser un auténtico terremoto, no nos cabe duda de que la primera temporada de la serie será un éxito, porque, más allá de los efectos o los dragones, es una serie cimentada en lo que sienten sus personajes y en cómo nosotros nos identificamos con ellos.
Al fin y al cabo, una serie capaz de despedir a un personaje con unas palabras tan humanas como «mi amor».
Capítulo 9: El concilio verde
Qué distinto hubiera sido todo si Rhaenys hubiera sido la Señora de los Siete Reinos y se hubiera roto la ley sálica…
O no. Porque la sangre seguiría derramándose en Poniente, como ya se ha demostrado una y otra vez, y las fuerzas que ahora se erigen bajo el color verde, siempre han estado ahí. Los Siete Reinos están condenados a la caída.
El rey ha muerto
A través de las notas de la banda sonora de Ramin Djawadi y unos cuidados planos que nos presentan la oscuridad y la muerte en Desembarco del Rey, un crío será quien anuncie a las arañas del Gusano Blanco el destino del monarca.
Una vez se sepa la nueva, la Reina Alicent anuncia a Aegon como futuro rey tras malinterpretar la profecía y Otto Hightower desvela que ya hacía tiempo que había un plan en la sombra para sentar en el trono a Aegon. Los Verdes se convertirán en un bando y deberán obrar en consecuencia a través de un consejo que acabará con sangre y un leal Harrold Westerling quitándose su capa.
(¿Quién no odia ya a sir Criston?).
La búsqueda del nuevo rey
El concilio verde es un capítulo de transición, pero no en el sentido que espera el espectador. Es un capítulo de transición de un gobierno a otro y en este impasse toca buscar a Aegon en las zonas más oscuras de Desembarco del Rey, aquellas olvidadas por la sangre real salvo para caer en sus vicios y pecados.
Aparte del dúo formado por Criston y Aemond, tenemos a los gemelos Cargyll buscando a Aegon, el príncipe que huye de lo que todo hombre perseguiría: ser rey. Esto sirve para incrementar el suspense. ¿Quién encontrará antes al futuro rey?
El Gusano
Si por algo brillaba Juego de Tronos, aparte de por precisamente esa lucha por el poder que le daba título a la serie, era por humanizar a sus personajes y lo vemos en cómo los gemelos tienen que tomar decisiones (¿traer a un rey que traerá la decadencia?) o la perversión de viles seres como sir Larys.
Y dentro de la decadencia, tras la conspiración del Gusano Gris, vemos que Mysaria es un personaje que sabe de quién depende el poder: del pueblo, y es la única que, pese a ser como es, pide que se acaben las luchas de niños en los suburbios.
Un nuevo monarca
Lejos de imitar la sensación de pérdida e importencia que cubrió el capítulo de Baelor de la primera temporada de Juego de Tronos, aquí la traición de los Hightower se cimienta poco a poco alrededor de una Rhaenys que no sufre el aciago destino que sufrió Ned Stark.
El inesperado desenlace (salvo para Helaena Targaryen, que lo advirtió dos veces) nos hace pensar en el precio de la corona, en cómo aquellos que la detestan acaban tomándola, y en cómo la mujer que pudo reinar es capaz de alzar el vuelo una vez más.
Sin llegar a ser un capítulo tan potente como sus predecesores, El Concilio Verde nos prepara un final de temporada que promete estar a la altura de una de las mejores series de la temporada.
Capítulo 10: La Reina Negra
Con La Reina Negra se cierra la primera temporada de La Casa del Dragón. Nos toca esperar dos años como mínimo para volver a reencontrarnos con los Targaryen. Semana tras semana, la serie de HBO nos ha regalado algunos de los grandes momentos televisivos de este año y ha demostrado que la fantasía no tiene que ser un conjunto de efectos especiales. Tiene que ser, ante todo, una buena historia.
La primera víctima de la guerra
La noticia de la usurpación del Trono de Hierro conduce a la primera víctima de una guerra que devorará Poniente.
En este capítulo centrado en el bando de los Negros, sufrimos junto a Rhaenyra cuando se adelanta un parto que acabará en tragedia. En paralelo, vemos la furia de Syrax y recordamos el concepto de Madre de Dragones por el que conocimos a Daenerys.
Durante la cremación del bebé fallecido, Rhaenyra recibirá de sir Errik Cargyll la corona y comenzarán los preparativos para la guerra.
Tambores de guerra
Mientras Daemon es partidario de responder a los Verdes, Rhaenyra decide tener en cuenta todas las posibilidades. Aquí vemos claramente el arco de evolución del personaje y lo tenemos apoyado por una construcción como es el puente de Rocadragón.
En el segundo episodio, Otto se encontraba con Daemon para exigir el huevo que el Príncipe Canalla había robado. Sin embargo, en este episodio, volvemos a ver a Otto ante Daemon para exigirle que rinda pleitesía a Aegon. En ambos momentos, Rhaenyra aparece a lomos de Syrax..
Sin embargo, en el pasado, Rhaenyra lo hizo llevada por sus propios deseos y por las ansias de poder. Aquí lo hace conteniendo su instinto en todo momento y teniendo en cuenta lo que ha pasado. Su arco se cumple, el de Daemon se quiebra.
Comienza la Danza
Siempre que nos ocurre una tragedia, irremediablemente pensamos: «¿podríamos haberla evitado?». El golpe nos deja devastados, pero la herida y su cicatriz son más dolorosas si cabe. Todo el último acto del capítulo hace honor a la frase: «Then the storm broke, and the dragons danced».
Superando las limitaciones que los efectos especiales pudieran tener, lo que nos importa de esta fantasía es el drama: sus personajes, sus decisiones, sus mentiras, sus fallos, sus aciertos… La fantasía nos refleja a nosotros mismos en mundos increíbles. No, nosotros no tenemos dragones que surcan el cielo; tenemos dragones en nuestras almas; dragones que pueden quemarnos, que pueden convertirnos en cenizas.
El futuro de Poniente
Tras la emisión del primer capítulo, HBO confirmó la renovación de la serie por una segunda temporada. Y no nos extraña. A nivel de crítica y público ha sido un éxito.
Aunque Miguel Sapochnik abandona su labor de showrunner, Ryan Condal parece tener el fuerte asegurado. Han saltado rumores que hablan de la cancelación de algunas de las precuelas en las que se trabajaba alrededor de Poniente. Esperemos que sea para bien y esté a la altura lo que está por venir.
Por ahora, La Casa del Dragón es una buena demostración del potencial de la obra de Martin en otros formatos y una forma de hermanarnos con sus adaptacions tras el desenlance de la octava temporada de Juego de Tronos.
La vida de los Targaryen
Uno de los puntos más recordados de Juego de Tronos era el alto nivel de sus interpretaciones. Esto no se queda atrás en La Casa del Dragón. Hay un sentimiento trágico en las interpretaciones que da fuerza al drama que está por vivirse y se ancla en la literatura más clásica.
Paddy Considine como el rey Viserys, encarna a un monarca que sueña con lograr a su ansiado heredero y ser el gobernante que todos esperan que sea. Sin embargo, siempre ha caído sobre él la sombra de que es débil y nunca ha tenido que ocupar el trono. Desde los primeros minutos, sabemos que lo perderá todo.
El hermano de Viserys es Daemon Targaryen, un Matt Smith que escapa de su rol del Doctor para dar vida a un personaje oscuro. Pese a ser el más cruel y cínico de los personajes, también podemos llegar a entender su debilidad. Nadie ha confiado nunca en él para lograr el trono por mucho que sea el heredero.
La tercera hermana es Rhaenys, la mayor, aquella que pudo ser la reina. Eve Best interpreta al personaje con la frialdad y el resentimiento de alguien que perdió lo que nunca tuvo. Su esposo, Corlys Velaryion, tampoco se da por vencido a la hora de iniciar su propio juego: si Daemon llega al trono, no tardará en perderlo y entonces podría ser su mujer la única candidata para lograr el puesto de poder.
Los otros jugadores
Todas las miradas acaban centrándose en la princesa Rhaenyra Targaryen. Milly Alcock defiende el papel de la joven rebelde que puede recordarnos a Daenerys (es presentada de espaldas, con un atuendo y un peinado que nos evocan a su descendiente). La mayoría de sus escenas son junto a Emily Carey, como Alicent Hightower, quien acaba en medio de las luchas por el poder de su padre.
Aquellos que busquen una brújula moral en la serie, cuidado. Rhys Ifans parece dar vida a una al ser la Mano del Rey, Otto Hightower, y prevenir sobre los violentos actos de Viserys. En determinada escena desvela sus cartas. Él ya ha empezado su propio juego de tronos y no dudará en utilizar a su hija para conseguir sus deseos.
También tenemos a secundarios como Graham McTavish en el rol de Harrold Westerling, Bill Paterson como Lyman Beesbury o Fabien Frankel dando vida a Ser Criston Cole. Seguramente acabarán sorprendiendo a la largo de esta primera temporada.
Recreando Poniente
La Casa del Dragón comparte con las precuelas de Star Wars la necesidad de hablarnos de la época de esplendor de unos personajes que conocimos en su decadencia. Eso podría resultar decepcionante para muchos fans, que se han imaginado su propia película, pero la nueva serie de HBO cumple con creces en este aspecto. Ya la primera escena con el dragón Syrax surcando Desembarco del Rey sin que nadie se sorprenda es una declaración de intenciones.
Una vez más deslumbra el diseño de producción. Cada uno de los trajes, escenarios, armas, elementos… está sumamente cuidado para trasladarnos a Poniente. Si ya eso se había conseguido en la serie principal, aquí se nota desde el primer capítulo la gran inversión económica y artística que se ha destinado para hacernos viajar a este mundo.
En cuanto a los efectos especiales son espectaculares en muchos casos, aunque algunas veces se note que no se cuenta con el tiempo o el presupuesto: es curioso ver cómo los dragones son casi perfectos, mientras que un siervo no da tanto el pego. Puede deberse, no obstante, a que estamos acostumbrados a ver más siervos que dragones y nuestro propio ojo nos dice que hay algo raro en esas imágenes.
Sobre los estilos, a la influencia medieval se suma una renacentista que aporta un toque propio a los últimos días de esplendor de la Casa Targaryen. La fotografía contribuye a dicho fin. Se transmite esa fascinación por el fuego que tiene la familia Targaryen mediante una iluminación que recurre a la luz de velas, candelabros, dragones…
Dracarys
Otro elemento importante de Juego de Tronos era la banda sonora de Ramin Djawadi. En La Casa del Dragón, el compositor recupera varios temas de la serie original, aunque con variaciones. Conecta a los dragones y los Targaryen de modo musical, aunque añade una composición a piano que está más hermanada con las escuchadas en la sexta y octava temporada (The Light of the Seven y The Long Night respectivamente). Dicho tema es el melancólico The Prince That Was Promised, que empieza a sonar en los últimos minutos del episodio.
Lo que sí he echado de menos en el primer capítulo es una intro. Teniendo con la serie original uno de los mejores opening de la historia televisiva reciente (o, al menos, de las más icónicas), es una pena que no se haya hecho uno digno de rivalizar con este.
Entiendo que hayan querido distanciarse, pero creo que era uno de los elementos que definían la ahora franquicia. Los creadores de la serie hablaron de que su omisión en el primer episodio fue por motivos creativos. Por suerte, esto cambió en el segundo episodio, incluyendo un opening que retomaba muchos elementos de la obra original, aunque centrándose en los Targaryen y la sangre que derramarán.
Con La Casa del Dragón queda claro que todavía se puede contar mucho del mundo creado por George R. R. Martin. No nos cabe duda de que seguiremos la travesía por Poniente en los próximos años, ya sea en libros, series, cómics o cualquier otro formato capaz de abarcar la magia del escritor estadounidense.
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