Brandon Sanderson ha revolucionado la fantasía con obras como El Archivo de las Tormentas, Elantris o Nacidos de la Bruma. A continuación, os ofrezco cinco claves para entender la literatura según Brandon Sanderson, el padre del Cosmere.
En esta entrada, repasamos la visión de la literatura que posee Brandon Sanderson. Imagen a partir de las portadas de sus dos primeras novelas de El Archivo de las Tormentas. |
Brandon Sanderson publicará pronto el cuarto tomo de El Archivo de las Tormentas: El ritmo de la guerra. Su trayectoria desde la publicación de su primera obra (Elantris) es envidiable. No solo ha creado obras como Nacidos de la Bruma o El aliento de los dioses, sino que ha creado su propio universo compartido, el Cosmere.
En 2006, Brandon Sanderson fue invitado a dar una charla en la Universidad Politécnica de Barcelona. Fue su primer viaje a España, aunque su esposa ya había vivido y estudiado en el país. Por aquel entonces, Sanderson estaba dando sus primeros pasos en la literatura, pero ya demostraba gran parte de su filosofía. En esta conferencia, Sanderson da algunas de las claves de su pensamiento sobre la literatura, acercándonos a sus creencias como autor incluso antes de haber comenzado a triunfar a la escala con la que triunfa actualmente.
Su discurso está disponible aquí si queréis leerlo completo (algo más que recomendable), pero en este post he hecho una agrupación de las cinco principales ideas sobre la literatura que podemos extraer de Sanderson y he realizado una comparativa y explicación junto al pensamiento de otros autores.
Mistborn o Nacidos de la Bruma comenzó con El imperio final, esta es la imagen de su portada. Fuente. |
1. ¿Qué es la buena literatura?
Para cualquiera que haya estudiado literatura, el eterno debate entre la alta literatura y la literatura popular no es un misterio. Muchos críticos y partidarios del canon de Harold Bloom desprecian la literatura considerada para el vulgo. Sin embargo, autores como Charles Dickens han logrado enganchar a más lectores que otros autores que sí son considerados grandes entre los grandes del canon.
Brandon Sanderson es partidario de la literatura que no se queda solo en el debate, como el Ulises de Joyce, sino que también logra conmover y decirle algo al lector. Recordemos que se dice que Joyce escribió el libro para los críticos, para que discutiesen sobre él incluso tras su muerte; sin embargo, los reseñadores suelen menospreciar las obras que no solo se centran en el lenguaje, sino también en la historia.
«Ya sé que tal vez pueda ser controvertido oírme afirmar que la buena literatura es la que te hace pensar y te hace sentir».
El escritor de Elantris ha puesto varias veces en duda la importancia del worldbuilding. Irónico cuando es considerado uno de los maestros de la demiurgia, pero tiene una explicación. Si bien Sanderson destaca como creador de sistemas de magia y de mundos, él defiende que sin unos buenos personajes o una buena historia, la novela no funciona. Es más, ha llegado a afirmar que una obra con buenos personajes y una buena historia, pero con un mejorable worldbuilding es pasable, mientras que una historia con una demiurgia magnífica, pero personajes e historia malos es una mala obra. Además, el escritor defiende que el estudio de la literatura no debería centrase solo en los significados, la didáctica o el trasfondo, sino también en lo principal: lo que nos cuenta.
«La literatura está llena de sentido, es didáctica y maravillosa. Y, aun así, no creo que nada de todo ello deba ser el objetivo de una obra de ficción. La ficción trata de una historia. Todo lo demás debería surgir con naturalidad de ella. Cuando el significado, o incluso el lenguaje, tiene prioridad sobre los personajes o la historia, vulneramos la naturaleza misma de nuestro trabajo».
Como profesor de literatura (al igual que Sanderson, aunque él en la versión creativa), pienso que tiene mucha razón. A menudo, los libros académicos se pierden en el trasfondo, el lenguaje, las características más formales… pero es como ver humo y olvidarse del fuego. Tendríamos que centrarnos también en la historia, en lo que nos cuenta y no solo en cómo se cuenta. Sin duda, hay obras magníficas que consiguen un buen equilibrio entre el cómo y el qué como Crónica de una muerte anunciada de Gabriel García Márquez, pero, por desgracia, la perspectiva académica solo ve una cara de este diamante.
Otra muestra del arte de las novelas de Sanderson. Fuente de la imagen. |
2. ¿Es mala la escritura de evasión?
Otro eterno problema de la literatura es esa idea o prejuicio que nos dice que la escritura de evasión es mala, insignificante o carente de cualquier tipo de valor. ¿Toda la gente que la lee está cometiendo un error? Para muchos críticos, sí. Es preferible leer a los autores rusos clásicos antes que leer un bestseller, incluso cuando esos autores rusos son longsellers. Pienso que es una perversión de la idea de evasión, ya que todos leemos para viajar a otros mundos, para apartarnos de nuestra vida y tener otra que, a su vez, nos hace comprender mejor la nuestra. ¿Qué hay de malo en eso? Sanderson lo expresa así:
«Eso nos lleva a la literatura de evasión. Evasión es una palabra que en inglés se ha utilizado a menudo para despreciar la ficción que se centra demasiado en el entretenimiento. Las obras de evasión, según muchos lectores, son las que poseen poco valor porque te abstraen del mundo real en vez de enseñarte cosas útiles. Existen muchos escritores literarios que reivindican que toda la ficción popular es simplemente de evasión. Y, desgraciadamente, muchos escritores de ciencia-ficción señalan a los escritores de fantasía y exclaman: «¡No, nosotros no escribimos literatura de evasión!». Ellos son los que escriben ese tipo de literatura! De acuerdo. Yo deseo escribir literatura de evasión. Porque, para mí, algo que te abstraiga de tu mundo y te transporte a otro es, por sí solo, maravilloso. Porque te hace sentir».
A menudo, nos encontramos con muchos críticos que menosprecian la fantasía, seguramente porque se quedan en los ya citados prejuicios. Escribir fantasía o ciencia ficción es un ejercicio de metáfora y encriptación, se juega con nuestro mundo para crear otros. Hay historias que se quedan solo en la aventura (algo legítimo), pero hay otras que profundizan en lo que significa la historia, ese mundo, los sentimientos… Son historias con alma y enseñanzas y pueden servirnos a los lectores.
Crear universos y mundos no es sencillo. Consiste en reinventar todo lo dado para expresar con suma belleza y placer estético aquello que no es fácil de encontrar. ¿Y qué hay de malo en evadirse para encontrar nuevos significados? Acaso, ¿el aquí y el ahora puede ofrecer respuestas igual de ricas que la fantasía?
El Archivo de las Tormentas se inauguró con El camino de los reyes, la primera de diez voluminosas obras escritas por Sanderson dentro de su Cosmere. Fuente de la imagen. |
3. El arte es contar historias
Si por algo ha logrado el reconocimiento el autor de Nacidos de la Bruma es por cómo consigue desarrollar mundos más allá del nuestro. La lectura de obras como Dune de Frank Herbert ayudó a la concepción de Sanderson a la hora de buscar la fantasía como un género capaz de crear cuestiones nuevas, más allá del simple refrito.
Si bien en diversos cursos ha criticado el manido camino del héroe de Joseph Campbell y en Nacidos de la Bruma juega con diferentes clichés y tropos, el fin de esta búsqueda de la originalidad es que la fantasía no se estanque y deje de decirnos algo. La fantasía debe significar maravilla y la maravilla es insólita. Más allá de los continuos refritos de Tolkien (y de los que Tolkien no tuvo la culpa), Sanderson quiere que esa originalidad pueda despertar en nosotros nuevos sentimientos frente a la indiferencia del copia y pega.
«Y defender ese arte... el de contar historias. Es un arte que, en mi opinión, puede ser todavía más poderoso, más útil y más real de lo que imaginamos. Tal como les gusta pensar a los lectores de ciencia-ficción. Con todo, quiero centrar mi discurso en los sentimientos».
Recientemente, hemos podido descubrir la nueva portada del siguiente libro de Sanderson: El ritmo de la guerra. Fuente de la portada. |
4. No dejes de ser escritor
Sabiendo de la actual fama de Brandon Sanderson, de todos los foros y espacios donde se discute su Cosmere, cuesta pensar que no siempre fue así. El escritor ha comentado en diversas ocasiones que lo que le impulsó a seguir y esforzarse es que empezó siendo mediocre. Es más, escribió más de diez novelas hasta que consiguió publicar la primera, que fue Elantris.
Sanderson reconoce que al principio pecaba de ser demasiado similar a otros autores y su fantasía de Tolkien; luego intentó imitar a George R. R. Martin y Joe Abercrombie con obras que fueron rechazadas y, además, supusieron un paso atrás. Sanderson solo logró escapar de todo esto cuando se encontró a sí mismo al contar historias y, por supuesto, nunca se rindió.
Ser constante y sistemático es lo que le ha permitido escribir tantas novelas y, además, ser tan prolífico, pero hubo un momento en que dudó sobre ser escritor. Aparte de haber sido misionero mormón y estudiar Química, Sanderson no sabía si se equivocaba al elegir estudiar Literatura, pero la añoranza por la escritura que vivió en Corea, donde estuvo como misionero y solo podía escribir una vez a la semana, le llevó a creer en sí mismo y emprender el camino de las letras.
«Antes, cuando he hablado de mi infancia, he mencionado de paso cuán difícil fue para mí la decisión de escoger, al principio, la química biológica como carrera, en lugar de la escritura. ¿Por qué lo hice? Porque mi mente lógica me decía que los escritores no ganan dinero, y que si escogía dedicarme a escribir libros acabaría pidiendo limosna en el arcén de una carretera y mis manuscritos sólo servirían para encender un buen fuego en un cubo de basura para calentarme. La lógica me anulaba los sentimientos. Noté que me ocurría algo parecido cuando contemplé mi obra desde un punto de vista crítico y literario. Señoras y señores, debemos resistir a los deseos de forzar nuestra literatura a tratar de hacer lo que las ciencias ya hacen suficientemente bien. Creo que debemos entender lógicamente por qué algo tan aparentemente frívolo como la emoción es tan importante en nuestra literatura».
En España, como profesor, me he encontrado muchas veces con un alumnado que se encuentra entre las Letras o los Números, como si fueran dos reinos independientes y cuyas fronteras no pueden cruzarse. En parte, es por la perversión de nuestro desgastado sistema educativo. Sanderson es un ejemplo de cómo un autor puede cultivarse en varios campos y perseguir aquello que desea: contar historias.
Ilustración de Dan dos Santos para El aliento de los dioses de Brandon Sanderson. Podéis ver más ilustraciones aquí. |
5. ¿Por qué contar historias? Para emocionar
«Hago eso porque me gusta tanto aprender como imaginar», nos dice Sanderson en el discurso y es cierto que, a lo largo de todo el discurso, el padre del Cosmere destaca el ánimo, el entusiasmo y el deseo de aprendizaje que encierran las historias.
Si bien el panorama literario se centra más en la forma que en los personajes o lo que se cuenta, Sanderson se concentra en ser considerado como un contador de historias más que como uno de esos “escritores” de la alta alcurnia de la academia.
«Y por lo tanto, debe de ser por eso que no soy escritor. Ni siquiera estoy seguro de lo que soy. Sí que sé, a pesar de todo, qué quiero crear. Deseo crear algo que tenga sentido, no para que me haga parecer excepcional, sino para que los personajes que aparezcan sean completamente convincentes».
Si nos detenemos a pensar en muchos de los autores que nos fascinan, seguramente nos demos cuenta de que si triunfan en nosotros es porque nos dicen algo con sus historias y sus personajes. Sucede con Kelsier y sus planes en Nacidos de la Bruma, sucede con la soledad de Eleanor en La maldición de Hill House de Shirley Jackson, sucede con el aprendizaje de Ged el Gavilán en el Terramar de K. Le Guin, sucede con la búsqueda de Roland y la Torre Oscura en la emblemática serie de Stephen King… Todos ellos nos dicen algo con su obra, algo que nos conmueve y enciende la llama de nuestra alma.
No obstante, Sanderson no descarta los trucos de la trama, es decir, cómo se cuenta una historia para conseguir un hechizo. Por ejemplo, los recursos estilísticos y los tópicos literarios son como hechizos, fórmulas, que provocan sentimientos en las almas de los lectores.
«La emoción es maravillosa. Una de las pocas cosas que me puede hacer experimentar sentimientos verdaderos es una historia bien narrada. No es necesario que me sorprenda un argumento brillante -aunque me gustan- y no hace falta que me sorprenda la originalidad de su ambientación. Una historia bien narrada con un clímax dramático puede conmoverme infinitamente más que cualquier otra cosa».
¿Y para qué sirve escribir? Para emocionar, pero también para empatizar. Siempre lo digo: leer nos permite vivir más vidas que aquella que nos ha tocado. Nos permite ser algo más de lo que somos o algo muy diferente, y esa capacidad de descifrar el mundo y los sentimientos de los demás se logra también gracias a la lectura.
Autores como Neil Gaiman sostienen que la capacidad para la lectura nos ayuda a desentrañar la realidad y la vida de los otros, a ponernos en su lugar, y esa es parte de la magia y el género fantástico sabe mucho de magia.
El punto de vista de Brandon Sanderson está muy marcado también por su visión espiritual del mundo. Aparte de su trabajo como misionero en su juventud o ser mormón, la religión ocupa un espacio muy importante en su literatura, como ocurre, por ejemplo, en Elantris, pero él mismo ha llegado a afirmar el sentimiento que le transmite la palabra escrita de los textos bíblicos y eso es algo que traslada a la literatura.
«Lo que pretendo demostrar es que la capacidad de sentir y de entender a los demás es vital para toda la humanidad. La capacidad de mirar a otras personas y de imaginar qué deben de sentir es, a mi parecer, una de las más magníficas y maduras emociones. Se encuentra en el centro de las enseñanzas de casi todas las religiones humanistas de todo el mundo. Entender a los demás origina fuertes reacciones en la gente. Nos impulsa a dar. Debilita el odio y la ausencia de civismo. Desvía nuestra atención de nosotros mismos y nos encauza hacia lo mejor que la humanidad puede ofrecer. Y, a riesgo de vanagloriarme, mi valor dentro de la literatura de evasión se debe a esa sencilla razón. El propósito de los libros como los que escribimos no es infundir la reflexión o educar. El verdadero mérito de un escritor popular es su capacidad para conseguir que el lector piense y se sienta como los personajes piensan y se sienten».
Por supuesto, esta versión de la literatura puede seguir abordándose desde el punto de vista religioso y Sanderson en las entrevistas suele poner el ejemplo de J. R. R. Tolkien, creador de El Señor de los Anillos, y su amigo C. S. Lewis, escritor de Las Crónicas de Narnia. Lewis no era religioso, pero tras diversas experiencias y tras largas charlas con Tolkien, sí se volvió creyente, pero anglicano, frente al padre de la Tierra Media, que creía en la iglesia apostólica y romana. Lejos de distanciarse, surgió curiosamente una concepción distinta de la literatura: si bien Tolkien confiaba en la propia historia, sin analogías ni dobles lecturas, Lewis era todo lo contrario: creía en las analogías hasta un punto en que dejaban de serlo. Por ejemplo, Tolkien podía entender que alguien viese una metáfora de la pasión de Cristo en el viaje de Frodo, pero no fue su intención escribirlo así; ni siquiera el Anillo es una metáfora de la bomba atómica como ven algunos. Sin embargo, C. S. Lewis resucitó a Aslan como a Jesucristo y lo convirtió en un personaje todavía más mesiánico y, en la misma novela, nos encontramos con el mismísimo Santa Claus, que reparte las armas a los hermanos. Sanderson es más partidario de la cierta sutilidad de Tolkien, eso sí, aunque defiende que el arte no debe ser solo enseñanza, también puede ser el arte por el arte. Y sin ningún complejo por serlo.
«La afirmación que la literatura no tiene que poseer necesariamente significado alguno para ser valiosa. ¡En realidad, para mí tiene mucho más valor la literatura que no significa nada! Parafraseando a Oscar Wilde, todo el arte -o, como mínimo, el buen arte- es, en conclusión, inútil».
Michael Whelan y sus portadas de fantasía inspiraron a un joven Sanderson a leer. Años después, las novelas del escritor contaban con las ilustraciones de Whelan. El círculo se cierra. Fuente de la imagen. |
Conclusión
El discurso que dio Sanderson en la Universidad Politécnica de Barcelona es digno de ser leído y nos permite comprender algunas de las bases de la literatura del autor estadounidense. También tenéis diversas entrevistas como la que dio a Jot Down que alumbran bien su creación literaria. Gran parte de su filosofía se resumiría en:
«El objetivo principal, el aspecto central, de dichas obras es el sentimiento. La emoción. El entretenimiento».
Por supuesto, este aspecto de vitalidad y ánimo se vuelve fundamental en la literatura. Si solo fuese un galimatías o una jerigonza carente de cualquier sentido, la literatura no nos diría nada, aunque los críticos seguirían discutiendo, haciendo sus disertaciones que nadie lee y crean su canon literario mientras miran con carácter despectivo a los demás. La literatura es algo más, es un arte y como todo arte es disfrute. Sanderson lo define bien con lo siguiente:
«Cuando leemos un buen libro, sentimos como si triunfáramos o fracasáramos con los personajes implicados. Dejamos de ser nosotros mismos y nos introducimos, por un instante, en el interior de otro ser».
Sin duda, ahí hay magia y Sanderson ha consagrado su vida literaria a ello.
Y hasta aquí este texto sobre la obra del escritor estadounidense Brandon Sanderson. ¿Lo habéis leído? ¿Qué os parece su obra? ¿Qué opináis sobre lo que piensa en relación a la escritura? Espero vuestras opiniones en los comentarios.
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