Crítica de Crimson 1 de Augustyn, Ramos y Hope: vampiros noventeros

Crimson: Vampiro los Noventeros. Fuente.
Oh, los años 90 en el cómic americano de mayores ventas... Héroes hipertrofiados con músculos en los músculos, narices desaparecidas en combate, uniformes que eran escuetos trozos de tela que convertían a los personajes en protas de una peli porno cutre, proporciones imposibles, pies deformes o ausentes, mandíbulas cuadradas (dientes, dientes), guiones que tenían menos empaque que los diálogos de una peli de Charles Bronson de disparos (bueno, todas las pelis de Charles Bronson, incluso las buenas, eran de disparos) y armas, ¡armas!, ¡ARMAS!

Podemos decir que los '90 representaron una crisis para el cómic más allá de la bancarrota a la que se fue Marvel o los crossovers extrañísimos de DC, con los Looney Tunes o la propia Marvel. Es como la Edad Media, la edad oscura... Aunque, en realidad, los historiadores afirman que no fue una era tan oscura, así que en los cómics tampoco fue para tanto... Digamos que fue una edad de penumbra, atardecer o algún rollo así... Por tanto, en medio de todo esto, surgieron historias que, aunque con todos los tics del medio, al menos eran obras entretenidas y ese es el caso de Crimson, un tebeo de vampiros que ha sido recuperado en dos tomos en España.

Scarlet, cazadora de vampiros. Y otras bestias. ¿Y ese traje? Ah, los '90... Fuente.
Augustyn, Ramos y Hope fueron el equipo creativo tras la historia de Alex Elder, un chaval que de la noche a la mañana (bueno, como es un vampiro, mejor dicho noche), se convierte en un vampiro, es adoptado por el padre de todos estos (Ekimus), porque es considerado el elegido, se echa de amigo a Joe, un indio chupasangre (¿esto es políticamente correcto?) y le persigue una cazadora, Scarlet, que lleva un ¿uniforme?, que parece sacado de un sex shop (¿cómo vas a cazar así, mujer?). Y tiene todos los toques de los '90 y además con un estilo de dibujo de Humberto Ramos que todavía en esa época está en evolución y, si evolucionado nunca me ha gustado, imaginad en esta etapa en la que mezcla manga con el estilo de Rob y compañía.

¿Y aún así es malo? ¡Qué va! ¡Es entretenido! Y sí, eso en estos tiempos y en aquellos años, es mucho. No siempre podemos vivir de obras maestras de Alan Moore o cómics reflexivos de Gaiman. A veces, necesitamos desconectar y está bien que no siempre tengamos que acudir a los héroes pijameros. En este caso, tenemos vampiros... A ver, no estamos ante Buffy, cazavampiros (¡me arrodillo ante ella!); estamos más bien ante las típicas series de fantasía urbana canadienses a lo Lost Girl. Hay momentos divertidos, muchos monstruos (vampiros, hombres lobo, ángeles, dragones... ¡MALDITOS DRAGONES!), algunos diálogos curiosos y un episodio de Navidad que es extrañamente notable, pero no aparecerá en tu lista de favoritos. 

Como leí en algún sitio, Crimson 1 es como una partida de Vampiro, la Mascarada venida a más, sin caer en las grandilocuencias de Underworld (a la que White Wolf, la empresa a la que pertenece el juego de rol, denunció), ni llegar al nivel de crítica de un Joss Whedon. Y si os gustan los vampiros como a mí, casi que te dan igual todos los toques de los '90 (es como ver una foto tuya de adolescente, dices: "madre mía, cómo hemos cambiado..." y, acto seguido, le prendes fuego). Es más, ya tengo esperando el segundo tomo, aunque dejaré que pasen unos días: no vaya a ser que me salgan megamúsculos ni trajes extraños de los '90. O colmillacos vampíricos.

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