Crítica de "Blade Runner 2049", más allá de la humanidad

¿Qué se esconde más allá del futuro? Fuente.
“A veces, para amar a alguien, tienes que ser un desconocido”- Deckard.
Cuando empecé la carrera, allá por 2009, Blade Runner era uno de los temas de conversación que tenía con un colega que, un día, decidió gastarme la broma de decirme que se estaba haciendo una segunda parte. Ahora, casi diez años después, ha aparecido esa "broma", pero lejos de ser un chiste, ha sido un interesante homenaje al mundo planteado por la película de Ridley Scott en 1982: Blade Runner 2049 de Denis Villeneuve es una interesante continuación.

En 1982, Blade Runner fue considerada un fracaso de crítica y público. Más de treinta años después, es recordada como una de las películas más importantes de la ciencia ficción, madre del ciberpunk cinematográfico y una de las grandes obras de la historia cinematográfica, bebedora no solo de K. Dick sino del mismísimo Frankenstein. Ahora, parece que Blade Runner 2049, aunque ha encandilado a la crítica, no ha logrado lo mismo en taquilla.



Si algo se aprecia de esta tardía continuación de un film que tardó en convertirse en una película de culto, tal y como es recordada ahora, es que lejos de ser un mero homenaje que vive de las glorias pasadas y se duerme en los laureles, plantea nuevas incógnitas que son, más o menos, interesantes. ¿Podría verse sin haberse visto la original? Puede que sí. ¿Significaría lo mismo? Puede que no, pero la original es un apoyo para lo que vemos en pantalla, igual que los cortos que se lanzaron como precuelas, pero aporta temas originales como ¿qué ocurriría si un replicante pudiese tener un hijo? Blade Runner 2049 se siente como un film que responde a nuevas preguntas y plantea otras sin tener que vivir excesivamente de la nostalgia. Sí, hay guiños y cameos, pero ninguno entorpece del todo el misterio que rodea al personaje de K, un individuo que busca ser más humano que los humanos hasta las últimas consecuencias. 

Denis Villeneuve comentaba en una entrevista que él dirigía películas sobre las sombras del mundo, no solo sobre lo utópico y eso se percibe en cada momento de Blade Runner 2049. Su dirección es, como siempre, sobresaliente, componiendo escenas donde se juega perfectamente con los encuadres, la profundidad de campo, la fotografía y los demás elementos que recrean el mundo de Ridley Scott, pero también lo amplían, que es una de las claves de la cinta.

El guion toca algunos de los temas de la original (¿qué es ser humano? ¿Qué diferencia a un replicante de un humano? ¿Qué es real y qué no?) y añade temas como la búsqueda del yo, la marginación de los replicantes y las consecuencias que puede tener el nacimiento de una nueva raza surgida de ellos. Muchos se han preguntado si Deckard, al final de la primera película, era un replicante o no y 2049 continúa por otros derroteros a lo largo de su metraje, buscando más la independencia y ser una película en sí misma que una tardía secuela y eso es loable.
Deckard ha vuelto. Fuente.

El regreso de los replicantes

No es un guion perfecto, hay huecos, hay instantes lentos y finales previsibles como el de Joi. Hay personajes apenas atisbados y momentos en los que se habla de revoluciones de replicantes que puede que nunca veamos en el cine y que uno casi que se alegra para no caer en el estereotipo más vacuo. Por otra parte, el reparto cumple. Ryan Gosling interpreta a un frío replicante, K, aparentemente carente de humanidad. Harrison Ford vuelve durante un par de escenas como un descreído Deckard. Jared Leto no está mal como el "heredero de Tyrell", pero uno se pregunta qué hubiera sido de su papel si lo hubiese encarnado David Bowie, tal y como se rumoreó hasta que la trágica muerte del artista impidió tal hecho.

Más allá de este aspecto, el ritmo de la cinta se levanta sobre una primera parte más pausada, en la que los personajes exploran ese mundo bajo la excusa del misterio. Como en su predecesora, Blade Runner 2049 se toma su tiempo, aprovechando los secretos y las respuestas, más o menos logradas, de su argumento.

La fotografía recrea en muchos aspectos la lograda en el film de 1982, pero aportando nuevos toques al escapar de la ciudad claustrofóbica presentada en la primera película. La cinta pasa de la oscuridad a los tonos cálidos, del blanco de la enfermedad y la nieve al azulado y el neón de un mundo que ha sobrevivido al apocalipsis en muchísimas ocasiones.

A su vez, la música de Hans Zimmer y Benjamin Wallfisch retoman los temas de Vangelis y conciben algunos nuevos acordes a la partitura única compuesta para el film original, no dudando, por ejemplo, en terminar la película con una nueva versión del tema de lágrimas en la lluvia, que sonaba durante la muerte de Roy en la primera película.

K y Deckard hacen frente a algo que podría cambiar el destino de la humanidad. Fuente.

El horizonte del presente

En los últimos meses, Blade Runner 2049 ha sufrido críticas por ser tildada de machista debido a personajes como el de Joi, una replicante que "sirve" (y acaba enamorándose) a K. Villeneuve hablaba sobre cómo quiso plasmar las situaciones de muchas mujeres sin tender nunca a idealizar la realidad de muchas de ellas. Blade Runner no habla sobre el futuro, sino sobre el presente y eso se percibe, por desgracia, en el trato a las mujeres. En ningún momento, las críticas hablan de que haya una antagonista o el protagonista tenga una jefa. Puede que el público se haya olvidado de que el cine no debe plasmar el mundo como algo que no es ni debe sumirse a las reglas de lo políticamente correcto. El arte muere donde empieza lo políticamente correcto y creo que somos nosotros los que podemos y debemos criticar situaciones reales que se denuncian por medio del cine y no el cine en sí. Se puede leer más aquí.

En definitiva, Blade Runner 2049 ha generado debates y ha vuelto a presentarnos ese oscuro futuro que no deja de ser una advertencia sobre un presente turbulento, gris, donde las máquinas pueden ser más humanas que los humanos, pero ¿qué queda de humanidad en nosotros?

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