Star Wars decide contarnos ahora el origen de su ingenioso contrabandista, pero ¿está a la altura? Fuente. |
"On these mean streets, a young man fights for survival, but yearns to fly among the stars..."
Después de todo el drama que parece haberse vivido tras las cámaras, con cambio de directores incluido y con rumores sobre la habilidad interpretativa de su protagonista, uno esperaba que Han Solo, una historia de Star Wars fuese un aborto fílmico inimaginable, pero como ya pasó con Rogue One, una historia de Star Wars (que también sufrió lo suyo durante su rodaje… y sus reshoots), con Han Solo tenemos una película que, aunque no alcanza del todo el nivel de Rogue One, no deja de ser una interesante y entretenida pieza del nuevo universo expandido de la saga creada (pese a quien le pese) por George Lucas.
Si bien ya se empieza a acusar a Disney de exprimir Star Wars en muy poco tiempo (aunque cuatro películas desde 2015 se antojan pocas frente a Marvel Studios, por ejemplo) y los datos de taquilla y crítica parecen menos favorables que en otros de sus títulos, Han Solo no deja de ser una película de aventuras, un western galáctico con leves toques bélicos y de cine de aventuras, que se alimenta de aquella mezcla que hizo de Una nueva esperanza todo un referente cultural en 1977.
Regreso al pasado
¿Y qué tiene que contar esta nueva aventura galáctica? Los inicios de uno de los personajes más carismáticos de una galaxia muy, muy lejana: Han Solo. Y la sombra de Harrison Ford es alargada incluso para un Alden Ehrenreich que intenta copiar los gestos y las expresiones de aquel contrabandista que ha encandilado a generaciones. Quizás por su propio papel de tunante amante del vestuario, Lando es uno de los personajes revelación (aunque pilote bastante poco y su función sea la justa), interpretado por el siempre genial Donald Glover. Por su parte, Woody Harrelson como Beckett se acaba ganando más de una escena como mentor de Solo. Y ahí tenemos a Joonas Suotano, de nuevo, como Chewbacca, tras el retino de Peter Mayhew.
Más relegada a lo que se espera de su personaje (y aunque no se sale tanto de este como le ocurre con otros roles) está Emilia Clarke como una Qi’ra que nos prometen que es interesante, pero que nunca nos fascina del todo pese a los toques de vestuario y fotografía que la hacen salida del cine negro de principios y mediados del siglo XX. Lo mismo se puede decir de otros personajes con los minutos contados como la revolucionaria L3-37 (Phoebe Waller-Bridge), Rio (Jon Favreau), Val (Thandie Newton) o Enfys Nest (Erin Kellyman).
No obstante, muchos pueden parar a pensarse si no será mejor imaginar el pasado, que verlo, pero el director Ron Howard se las arregla para que las diferentes piezas: las ya rodadas, las rodadas de nuevo y las rodadas por primera vez encajen en un film que vivió la marcha de sus primeros directores con gran parte de la fotografía terminada. Vaya, un rompecabezas.
Han y Chewie, el inicio de una gran amistad. Fuente. |
¿Un camino ya visto?
El guion de Lawrence Kasdan y Jonathan Kasdan, aquel que tanto cambiaron los directores Phil Lord y Chris Miller antes de abandonar el proyecto por diferencias creativas, se mueve por los lugares comunes de las películas del oeste y los filmes clásicos de piratas, pero los presenta en un mundo de space opera para una nueva generación de espectadores. Asistimos a los puntos previsibles, a los momentos esperados, a los giros de guion (aunque ya nos acostumbramos con Los Últimos Jedi) y los giros noir de la femme fatale que se ven venir a la legua… Y quizás el gran problema es que, más allá del aire autoconclusivo de Rogue One, Han Solo parece iniciar una especie de saga para él solo, si es que no deciden continuar con algunos de sus elementos en los esperados spin-off dedicados a Boba Fett u Obi-Wan. Ahora tocará explicar el arco de Han, de cómo pasa de ladronzuelo a delincuente amoral con cierto buen corazón para convertirse de nuevo en un contrabandista cínico que conecte con el de Star Wars. Una nueva esperanza.
Quizás los problemas del rodaje, donde más se notan, es al principio con un montaje atropellado que no nos deja ver cómo fue el tiempo de Han dentro de la academia imperial, lo que quizás nos explicase un poco más su modo de ser y cómo no ha cambiando durante tres años. ¿Qué es esto? ¿Otro hueco para más futuras precuelas dentro de precuelas?
La película tiene buenas intenciones, aunque no las logre superar en todo momento. Es la historia de ese chico que sueña con cruzar las estrellas, pero también intenta ser un relato de amor, traiciones, aventuras, robos y demás intrigas que intentan dar trasfondo a simples menciones de Solo, como el Kessel Run o cómo ganó el Halcón Milenario. Quizás, lo mejor son los pequeños momentos en los que Howard decide relatarnos cómo Han se enamora del espacio y de su fantástica nave cuando cruzan Kessell y se convierte en el piloto que siempre ha querido ser. Ahí noto más "sinceridad", por así decirlo, o, tal vez, solo humanidad.
A todas estas, con esta mezcla, Ron Howard cumple con un papel que no era sencillo, pero que nos hace preguntarnos cómo habría sido la película si hubiese contado con él en todo momento. No sabemos si regresará para la secuela (o si habrá secuela), pero entre los candidatos, no estaría de más tener en cuenta a ese hombre que puso de nuevo de moda las películas de piratas: Gore Verbinski, director de la trilogía de Piratas del Caribe. Aún así, y antes de decirle adiós a Howard, se confirman algunos de sus toques en la historia, aunque muchos bromeen al considerarlo una especie de Spielberg de a saldo o un George Lucas que no es George Lucas. Tenemos el regreso de algunos de sus actores como Paul Bettany como Dryden Vos (¿un guiño al Foyle de Las estrellas, mi destino?) o Warwick Davis (actor que ha interpretado varios papeles en la saga, desde que fuese un ewok, pasando ahora por uno de los moradores, que nos hacen pensar en Willow).
En el apartado técnico, los efectos especiales sobresalen, acompañados de esa fotografía tan oscura que evoca a Rogue One. Por desgracia, el diseño parece menos creativo que en otras de las películas, recurriendo a aliens que suenan a ya vistos o que deben ir eternamente con casco. Este diseño es deudor de las pelis clásicas, con guiños como cierto uniforme de Lando o sus capas, y al igual que este aspecto, la música regresa a los temas de John Williams, los cuales son continuados con John Powell que da el don de pecho con Marauders arrive -¿deudor de la música de Akira?- (aunque el diseño de sonido se nota menos articulado que en las otras películas, mezclando en demasía el toque instrumental y otros sonidos del film). Al menos, la visita a lugares como Fuerteventura quedan espléndidos en la gran pantalla.
En definitiva, Solo, una historia de Star Wars, sin enloquecernos como otras pelis de la saga, es un digno bloque más en esa franquicia que nos hizo imaginar que todo era posible en aquella galaxia muy, muy lejana. ¿Qué nos deparará el viaje? No lo sabemos. El hiperespacio espera.
P. D.: Y sí, cierto cameo me ha dado ganas de verme Rebels.
Muy de acuerdo en todo. Es una peli entretenida, que para mí cumple con lo que esperaba de ella, pero bastante por debajo de otras entregas de esta saga.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario, queda ver qué harán ahora con la franquicia, con el Episodio VIII y con Boba Fett o Kenobi... ¡Muchas gracias por el comentario!
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