La saga de los Bojeffries, una de las obras más desconocidas de Alan Moore... y de las más reivindicables. Fuente. |
"Y así, mientras nuestros niveles de calidad caen en picado al encuentro del nivel del mar, que sube por la otra punta, besamos a Inglaterra en la mejilla y le damos las buenas noches… Y, al amanecer, salimos en silencio antes de que Inglaterra se despierte, porque es un adefesio”.
Siempre que se habla de la familia como concepto en el mundo del cómic, la mente del lector suele vagar por una obra tan importante como The Sandman, donde teníamos a una familia tan dispar como los Eternos. Cuando al escritor Neil Gaiman le comentaban que los Eternos era una “familia desestructurada”, el autor inglés siempre ponía su mirada irónica y decía que no conocía ninguna familia que no fuese desestructurada, que no fuera extraña o incomprensible. Y este pensamiento nos viene a la cabeza cuando leemos La Saga de los Bojeffries del escritor Alan Moore y el dibujante Steve Parkhouse.
Con motivo de la edición recopilatoria publicada por Planeta Cómic, hablamos de los seis puntos más interesantes de la obra, uno por cada miembro de la familia Bojeffries:
Una familia dispar
Un hombre lobo, una mujer forzuda, un hongo nuclear... La familia Bojeffries es de todo menos normal y de ahí que sus tradiciones resulten tan extrañas cuando ellos intentan ser normales, tener un trabajo, ir por ahí en chándal... El problema es que el mundo surrealista que habitan juega con ellos como quiere. Y aunque ojalá Moore hubiese escrito esta serie explorando más los mitos y satirizando sobre ellos, el trabajo que hizo también vale la pena ser descubierto por el lector más curioso.
El humor inglés
No estoy hablando de humor tipo Bennie Hill ni siquiera Míster Bean, pero los que conocéis a Alan Moore de la estupenda e injustamente olvidada Dr. & Quinch, conoceréis el estilo de humor de Moore y sus ansias de sátira que han llegado a obras como Top Ten o The League of Extraordinary Gentlemen, incluso.
En La Saga de los Bojeffries tenemos a un Moore que sabe dónde golpear, que se ríe de todo sin miedo, que crea gags delirantes como esa cena de trabajo con los punks o ese final, con un falso documental donde recupera a los personajes años después de la publicación de su última viñeta. Cada uno de los personajes, con su marcado estilo, nos embarcan en chistes que algunas veces nos hacen pensar más o menos, pero que casi siempre nos arrancan una sonrisa.
La constancia de sus creadores
Escribir un cómic a lo largo de años y años puede ser complicado, hacerlo de manera intermitente también. Si Moore y Parkhouse no mantuviesen una buena relación, seguramente La Saga de los Bojeffries no hubiese pasado de un par de tiras que quedaron en nada. Sin embargo, la relación laboral se prologó en el tiempo a través de diferentes cabeceras. Y ambos artistas supieron apañárselas para concebir un cómic sin continuidad, pero sí con un tono único. Fruto de ello, Moore demuestra su habilidad para el humor, pero también para la burla cuando hace el falso documental final, quizás el mejor número, donde, por ejemplo, presenta a uno de los monstruos como una política sin escrúpulos en ese Reino Unido demencial. Y todo esto lo ha hecho con el paso de los años. El Moore y el Parkhouse que comenzaron esta obra no son los mismos que la concluyen, pero se agradecen que hayan seguido al pie del cañón todo este tiempo y sin perder un ápice de su talento.
Los monstruos de la familia Bojeffries. Fuente. |
Una obra menor a reconocer
Cuando exploramos la biografía de Alan Moore, encontramos obras que se repiten hasta la saciedad: Watchmen, V de Vendetta y From Hell son algunos ejemplos. Luego, están La Broma Asesina, La Cosa del Pantano, Promethea, Top Ten… Y después, los lectores acérrimos del Bardo de Northampton conocemos obras más discretas, aunque igual de disfrutables, como la magna La balada de Halo Jones, la interesante Skizz…, o más experimentales como las adaptaciones de sus performance: Serpientes y escaleras, El amnios natal... Y a este último apartado de obras menos conocidas, pero bastante curiosas, se añadiría La saga de los Bojeffries, que se publicó originalmente en diversas revistas como la famosa Warrior. Puede que no sea una obra redonda, una obra digna de ser citada siempre entre los grandes cómics de Moore, que sean historias llamativas y punto, pero Moore es bueno incluso escribiendo la lista de la compra. Siempre tiene ilusión por lo que cuenta, desde un número especial de Navidad pasando por uno de opereta. Y, a su vez, le añade un par de escenas completamente humorísticas con personajes raros y estupendos que valen la pena ser descubiertos.
El dibujo
Si sois lectores habituales de cómics, ¿os habéis dado cuenta de ese momento en que un dibujante se nota que se lo está pasando bien mientras dibuja ese tebeo? No os hablo de notar un buen trabajo o un toque especial, os hablo de disfrutar. Lo vemos dibujando lo que le gusta, la narrativa se adapta al guion, los personajes muestran gestos y actitudes perfectos para su forma de ser... ¿Lo habéis notado? ¿Sí? ¿No? Pues se nota en La Saga de los Bojeffries, donde Steve Parkhouse (con su peculiar estilo) se suma a la locura de Moore y gesta uno de sus mejores trabajos, sin duda.
La crítica a la sociedad inglesa
Por la cita que abre esta publicación os habréis dado cuenta de que por mucho que La Saga de los Bojeffries sea una desconocida, no deja de lado uno de los puntos importantes de la carrera de Alan Moore: la crítica social. Ya fuera claramente en obras como la insigne V de Vendetta, el escritor de Northampton siempre ha considerado que la política y la sociedad forman parte de sus historias. Y dada su postura como conocido anarquista, no suele renunciar a criticar, satirizar o burlarse de algunos puntos que damos asentados en cuanto a nuestra forma de vivir en grupo. De ahí que estos monstruos sean reflejos de lo que somos, desde el consumismo hasta la crueldad o el salvajismo, frente a los convencionalismos de nuestro día a día y lo que supone ser unos monstruos. El Reino Unido de La Saga de los Bojeffries es monstruoso, pero no solo porque tenga a esta familia como protagonistas. Seguro que adivináis por qué.
En definitiva, La Saga de los Bojeffries es una obra olvidada dentro de los trabajos de Alan Moore, pero solo por su sátira y su energía, ya vale ser recuperada en la biblioteca de cada lector. Creednos. No es un adefesio.
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