Relato: La última canción de Rock

Imagen libre de derechos.

La sombra se contoneó en el escenario como un espectro pagano.
Bajo él, una multitud de niños cegados vomitaba amor por aquella figura de odio y oscuridad, pero también de artes. Ellos se contorsionaban, se movían enfermos de él, viviendo por él, incondicionalmente. 
Él sólo él, él lo era todo.
Su voz...
Para ellos, Ava Milwakee, el cantante de rock duro, era su dios.
Para el mundo, Ava Milwakee era sólo un bicho raro.
Suele pasar.
Las leyendas urbanas y Ava eran uno. 
Existía la leyenda de que le había suplicado a una de sus súcubos que se abriese un agujero en la garganta por sus perversiones. 
Otra era que él mismo se había hecho una operación para ser hermafrodita y hacer ciertas cosas consigo mismo. 
Si cogías sus discos, entre insulto y blasfemia, poniéndolos al revés, podías oír salmos… o eso decían en Internet. 
También hablaban de un ejército de niños raros que se suicidarían llegada la canción en que se lo pidiese… No pasaron de ser dos o tres chicos que no entendieron bien una canción, se creyeron una leyenda y se unieron a un grupo de Facebook que no tardó en desaparecer. 
Algunos lo situaban como un cantante infantil estúpido desaparecido mucho tiempo atrás. Un juguete roto reconstruido.
Otros tantos pensaban que su escalofriante palidez y sus ojos rojizos se debían a que era un chupasangre… Bajo el peso de tantos mitos, Ava no podía defraudarles.
¿La realidad? Se llamaba Robert Johnson, hijo del reverendo Hans Johnson, fugado de casa con dieciocho años, poeta incomprendido que se ganó un par de amigos extraños que le dijeron: “Convierte esa basura en música, palurdo". Eso hizo y ahora era millonario, había rozado lo más alto y ahora sentía asco, repulsión, tedio por todo aquello. ¿Qué le quedaba por hacer?
Pero aquel era otro concierto y querían dar un buen espectáculo.
Todo estaba supuestamente preparado.
El concierto había transcurrido con la tranquilidad típica de las actuaciones de Ava Milwakee and the Dark Bitches, él y sus chicas lo habían dado todo: escupido al público, sudado sobre él y le habían enseñado partes de su anatomía que sólo enseñaban a la bañera. 
Sus fanáticos habían enloquecido, el grupo tenía sus corazones en sus garras e iban a morderlos y escupirlos con sus fauces llenas de sangre.
¿Y quiénes eran esos demonios encarnados en figuras de damas de hierro?
Elsie Croto era la guitarrita de la banda, le encantaba escupirles como le escupían los chicos del colegio que la catalogaban rara por no tener una madre que prefirió jugar con sus venas y un cuchillo. 
Virginia Bang era la batería del grupo, diez años en un maldito conservatorio le sirvieron para saber que la verdadera música nace del corazón. 
Mina Murnau, la bajista, niña casi perfecta, empezó a juntarse con chicos raros que le gustaban drogarse, intentar hacer el amor y quedarse llorando. 
No tenían motivos aparentemente fuertes para gritar en algunas canciones: “Somos las zorras de Satán”, “Eternamente, servidora de las eternas tinieblas, ¿has oído, gilipollas?” y “Nos gusta la baba que te cae por esas fauces”. Tampoco tenían las suficientes razones como para no hacerlo.
Daba igual. 
Lo importante es que eran grandes, colosales, majestuosos…
No había palabra para ellos.
Después de cantar las canciones más conocidas (entre ellas, las que traduciríamos como: “A un segundo del orgasmo, querida”, “Vende tu virginidad y quédate pobre” o “En Valentín, quítate la ropa”), una persona se subió al escenario. 
Solía ocurrir.


Era una chica joven. Se llama Valentina Cromwell. Vestía completamente negro, llevaba tantos piercings encima como los que Ava y sus chicas llevaban. Era una buena chica, pero demasiado tímida, hasta que encontró un refugio en una música de la que se obsesionó demasiado, ya que era su única amiga. La muchacha, de menos de veinte años, se quitó la camisa y empezó a dar saltos. 
Ava iba a disfrutar de ser un demonio y todos serían felices con su depravación. La conocía de un concierto anterior, era la líder del Club de Fans de Michigan y sabía que tenía diecinueve años, no pasaría la noche en la cárcel por pervertirla un poco. Las chicas siguieron con la batería, el bajo y la guitarra eléctrica, mientras él hablaba de un infierno de placeres infinitos.
Entonces, mientras él le comía la boca a mordiscos con los labios tan pintados como ella, hubo un fuerte ruido, que no venía a cuento. No era parte de la canción, no de aquella al menos. ¿Algo nuevo?
La sombra pagana se contoneó alejándose de la chica, con la boca ensangrentada. Él escupió un par de los piercing del labio que le había arrebatado a la chica, con los ojos rayados. Después, sin que nadie lo entendiese, Ava cayó al proscenio.
Las chicas corrieron hacia él dejando atrás a la chica. Empezaron a chillar asustadas, como las niñas que fueron una vez.
Pensaban que aquello era Rock, aunque realmente ¿sabían lo que era la música o lo que era simplemente el miedo a estar solos? ¿Era a caso la música la culpable? ¿Podía el rock acabar con vidas, cuando normalmente sólo las salva? Cualquier motivo trastornado podía llevar a la muerte.
Valentina se sintió feliz: liberó a su dios oscuro de su cárcel, un cuerpo de carne y hueso. Ava era, por fin, libre.
Ava tenía una herida de bala en el pecho.
Hubo un estruendo como única música en la confusión.
La espontánea que subió al escenario cayó con los sesos fundidos.
Su cuerpo se unió en el proscenio con él.
Se sonrieron.
Ava sonrió.
Él mismo había envenenado la mente de su asesina.
Había muerto joven y en lo más alto.
Ahora, por fin y por primera vez, era realmente una leyenda.
Quizás estuviese vivo como Elvis, Hendrix, Joplin o Morrison.
Tal vez fundase una banda con ellos...
¿Quién sabe?
Mientras…
El espectáculo debe continuar y éste no ha estado nada mal.
La sombra se contoneó en el escenario como un espectro pagano.

2 comentarios:

  1. Heyyy!!!!

    Ya me leí tu relato y sinceramente me parece que está genial!

    Me gustó la historia del grupo! Es muy molona y la historia de la chica, la verdad es que increíblemente bien escrito!! Es genial!

    De los grupos se dicen muchas cosas, muchos rumores... Algunas serán ciertas, otras no, son cosas que pasan!

    La verdad es que me impacto lo de la chica que se subía al escenario! Estuvo genial!

    Felicidades por escribir un relato tan molón! Me encanta leerte! Y comentarte también!^^

    Mucha suerte con todo!! Muchos besos!!! Hasta prontoooo!!!!

    Els!=)

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  2. Hola, Els.

    Me alegro de que te haya gustado, supongo que era algo que quería soltar por aquí y que nadie buscase dobles sentidos, sólo una historia que hice para disfrutar escribiéndola.

    Muchas gracias por haberlo leído, por su tiempo, por su comentario y por todas esas cosillas.

    Hasta pronto. =)

    Adiós.

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