Una corte de rosas y espinas: ¿un mal libro de fantasía?

Sarah J. Maas critica acotar una corte de rosas y espinas
A esta primera entrega le pesa en demasía precisamente ser eso: una primera entrega de una saga.

Hace poco os hablaba del fenómeno que había sido Trono de cristal y otros libros de Sarah J. Maas en el mercado editorial de lo fantástico. Pero si pensabas que ese era su gran éxito, es que no has estado prestando atención, porque su obra más conocida, y la que ha hecho que hordas de lectores y lectoras se mueran de ganas por leer cada nueva entrega, es nada más y nada menos que Una corte de rosas y espinas. Y no, no pongáis los ojos en blanco y digáis: «Carlos, ¿vas a hablarnos de porno de hadas?», porque creo que sería ignorar una de las vertientes más populares del fantástico. Las acusaciones que dicen que esta saga “no es de fantasía de verdad” huelen a rancio, como ese señor que vive en el sótano de su madre. Y digo más: hay espacio de sobra para Una corte de rosas y espinas en el gran mosaico del género para lo que ahora llamamos «romantasy». Así, con todas las letras.

Más allá del retelling

Una corte de rosas y espinas arranca como un retelling de La Bella y la Bestia, pero Maas pronto deja claro que esto no va de bestias de Disney ni de pétalos que caen en relojes de cristal. Aquí hay hadas con mala leche, venganzas de esas que se cocinan a fuego lento, romances con mayúsculas (con su parte aeróbica incluida) y, cómo no, magia, que para algo estamos hablando de fantasía. A diferencia de otras autoras del género que parecen haber visto El Señor de los Anillos solo en memes (Rebecca Yarros, te miro a ti), Maas sí se atreve, a partir de distintas fuentes literarias y culturales, a construir su propio mundo.

La historia sigue a Feyre, una joven que se ha convertido en cazadora para mantener a su familia, porque si no lo hacía ella, alguien iba a morirse de hambre, y eso es un drama que no le deseamos a nadie (ni siquiera a sus horribles hermanas… Ay, Nesta). Durante una de sus cacerías, Feyre mata a una bestia que, sorpresa, resulta ser un fae (algo así como un elfo, pero más glamuroso y en plan «cincelado por los dioses» y todo ese rollo). ¿Consecuencia? La llevan a vivir con Tamlin, uno de esos altos fae que debe ser el tío perfecto (es decir, Henry Cavill con peluca rubia). De enemigos mortales a amantes apasionados, entre intrigas de corte y secretos oscuros, se va desarrollando la trama…. Pero, claro, el amor en tiempos de la magia nunca es fácil, y las fuerzas del mal (Amarantha) tienen otros planes.

Personalmente, y ya poniéndonos en modo confesión, prefiero Trono de cristal (sí, soy ese tipo de lector), pero Una corte de rosas y espinas no está nada mal. Hay personajes interesantes, un mundo de hadas del que se puede exprimir bastante jugo en futuras entregas, y si bien prefiero escenas de acción tipo las pruebas de Amaranta —a otras escenas de acción más… carnales, digamos (sí, las famosas escenas de «porno de hadas»)—, reconozco que el triángulo amoroso entre Feyre, Rhysand y Tamlin tiene su punto, aunque algunos secundarios como Lucien y la propia Amarantha se queden en el borde de la plantilla de personajes memorables.

Crítica de Una corte de rosas y espinas de Sarah J. Maas (ACOTAR 1). ¿Una mala novela de fantasía? Share on X

El mundo de las hadas

Si tú, querido lector, te imaginas las hadas de Sarah J. Maas con el estilo de Campanilla, debo decirte que más bien son todos seres guapísimos como los vampiros de Anne Rice. Y como estos, tienden a tener comportamientos… extraños. Véase ese Tamlin que gruñe cada dos por tres o ese Rhysand que «emborracha» a Feyre para obligarla a bailar ante él y reírse de ella (¿?). Temas por los que cualquiera enarcaría una ceja (salvo que seas cierto «escritor» que ha «ganado» ciertos premios y se queja de muletillas en Twitter, porque para ser ministro como que no, pero para soltar chorradas, como que sí).

Y en este punto, como muchos de sus lectores, creo que someter la obra a sesudos análisis sobre el bestialismo, los cuentos de hadas y los romances tóxicos (que en el Renacimiento llamábamos «amor cortés»), es una pérdida de tiempo salvo que se consiguiese añadir algo nuevo (spoiler, casi nunca consigue hacerse… y menos cuando se habla de «cancelación» y chorradas varias).

No obstante, profetizo como el Suriel que, cuando se haga alguna serie o película de estos libros, mucha gente se llevará las manos a la cabeza y dará la turra con el tema. En mi caso, intentaré estar en un búnker para no soportar tanta chorrada… sobre todo porque soy de los que considera que hay obras que hay que medirlas dentro de su nicho y que no le importa leer obras alejadas a sus gustos de vez en cuanto.

Una corte de rosas y espinas crítica
Una corte de rosas y espinas, por supuesto, tenía que contar con su edición especial de marras.

El mal de la primera entrega

¿Podría Maas haber aprovechado para crear personajes más tridimensionales y menos «arquetípicos de fantasía»? Claro, pero, vamos a ser honestos, estamos ante una primera entrega (que se toma demasiado tiempo para arrancar), y todos sabemos que la escritora está plantando las semillas para lo que vendrá después (Feyre evolucionará, su relación con Tamlin dará más vueltas que una noria, y Rhysand… bueno, Rhysand sigue siendo un misterio envuelto en un acertijo que probablemente entra en la habitación con una canción de Måneskin).

Como ya he dejado caer con la sutileza de un trol de Moria, el problema más grande es que la trama, por momentos, se siente como una presentación que necesita unos cuantos giros y sorpresas más, especialmente al final (al menos, no es Crepúsculo… un libro donde no ocurría prácticamente nada). Pero, eh, los lectores fieles juran que esto se arregla en las siguientes entregas. Y, seamos francos, no sería la primera vez que le damos una oportunidad a una saga más allá de su primera entrega, por mucho que nuestra paciencia sufra en el proceso. Basta con ver el fervoroso fanatismo de sus lectores en redes sociales para saber que la saga ha robado el corazón de muchos.

Así que, ¿es Una corte de rosas y espinas un mal libro de fantasía? No, no lo es. Puede que no sea la cumbre del género, pero tampoco está entre lo peor que hemos visto en estos lares. Y, ojo, que no todo tiene que ser épico y sombrío como Canción de hielo y fuego. Como dije cuando hablé de Willow (esa incomprendida), la fantasía puede ser mucho más. A veces, el romance puede ser el motor de una buena historia, y quien diga lo contrario… bueno, quizás necesite recordar que grandes clásicos como «La Ilíada» también giraban en torno al amor (y unos cuantos caballos de madera, pero ese es otro tema).

En resumen, si eres de los que se han curado de la “sanderoritis” (sí, lo digo yo, aunque no me cae mal el buen Brandon… sí sus acólitos más pesados), y te apetece una fantasía donde el romance tenga un papel importante, Una corte de rosas y espinas puede ser tu próxima parada. Porque al final, en la literatura fantástica, hay sitio para todos… incluido Henry Cavill con peluca.

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