Regresar a The Sandman tantos años después ha sido una experiencia interesante. Por un lado, he revivido grandes momentos de la saga de Neil Gaiman, como el reencuentro de Morfeo con Muerte en el número ocho. Por otro, he redescubierto instantes que en su día no me impactaron y que ahora, quizá por el propio formato que ofrece el audiolibro, sí, como los que comprenden la canción de Orfeo.
Sin embargo, también me ha hecho pensar de nuevo en viejas opiniones que tenía en mi cabeza sobre su tramo final, como los problemas que tienen los dos arcos que comprenden este tercer acto de la versión de Audible de The Sandman: Vidas breves y La Posada del Fin de los Mundos.
Vidas (no tan) breves
Allá por 2011, cuando leí The Sandman por primera vez, sentí que Gaiman se perdía en su tercio final. El antro de cómics al que iba por aquella época tenía un par de personajillos que decían que The Sandman era aborrecible (ese es el nivel…) y me preguntaba si eso sería por lo dispar de sus últimos arcos. Alejándome de todo ello, puedo llegar a ver que muchas de sus quejas procedían de su desenlace.
En Vidas breves, nos embarcamos en una road movie. Delirio busca a Destrucción, el hermano que abandonó a los Eternos, y para ello necesita a sus hermanos. Tras que todos se nieguen, el único que queda es Morfeo, que acaba aceptando a regañadientes un viaje que irá marcando a todos los personajes con los que se encuentran… y a ellos mismos.
La premisa de Vidas breves prometía ser una de las mejores historias de The Sandman y, en parte, tiene buenos momentos gracias a dos personajes: Destrucción (y su perro), y la propia Delirio. Pienso que es ahí donde Gaiman se lo pasa mejor con un arco que, seguramente, sirvió de base para la famosa novela que escribiría años más tarde, American Gods.
Pero el maremágnum de inmortales, dioses y monstruos que aparecen en sus viñetas no consiguen lograr un auténtico impacto e incluso, pese a los juegos narrativos (con la analepsis y prolepsis como aliados), queda como una improvisación en su abrupto final.
Errores del viaje
El interesante punto de partida (poner de nuevo a los Eternos como centro de la historia) no acaba de funcionar, aunque, más allá del humor (muy a lo Buenos presagios, la obra coescrita por Gaiman y Pratchett) tiene instantes llamativos, como ese Morfeo al que acaba de dejar una novia que no “conocemos” o la idea de que los Eternos destrozan las vidas de los mortales y son incapaces de terminar de entender el daño que causan.
A menudo, los lectores nos quejamos de los finales de Stephen King. No estaría de más empezar a hablar también de ciertos finales de la obra de Gaiman. Menos mal que nos engañamos (¿o no?) pensando que el viaje merece más la pena que el destino (o Destino, de los Eternos).
La Posada del Fin de los Mundos
Sobre La Posada del Fin de los Mundos podemos afirmar que nos percatamos de la ambición y de las influencias de Gaiman. Aquí el escritor británico rinde homenaje a la estructura de los cuentos dentro de cuentos. Solo hay que pensar en Chaucer y su celebérrima obra.
En este arco, dos mortales sufren un accidente durante una extraña tormenta y llegan a una taberna donde se reúnen extraños personajes (algunos, secundarios ya vistos en la serie, como Cluracán el elfo) y “pagan” contando relatos sobre sus vidas.
Desde ciudades que tienen alma hasta insólitos enterradores, pasando por viajes por mares repletos de monstruos, La Posada del Fin de los Mundos es un tributo a lo que representa Sandman: el arte de contar historias para hermanarnos, para hacernos sentir que todo es posible.
Ahora bien, el propio Gaiman ha reconocido que una de las “críticas” habituales de The Sandman es que el propio protagonista, Morfeo, queda relegado en muchas historias. Es un ardid arriesgado, pero a menudo, nos ha dado los mejores números de la serie, como El sueño de un millar de gatos, por poner un ejemplo.
Sin embargo, en este tercio final sí se percibe cierta pérdida del tono y un Gaiman más dispuesto a explorar la fantasía oscura que el terror. Es más, da incluso la impresión de que el escritor usaba Sandman como ensayo de sus futuras historias y como un modo de continuar con una serie que, para él, puede que ya hubiese terminado.
A un paso del final
Y entonces llegamos al gran cliffhanger con el que termina este arco de la serie: la muerte de uno de los Eternos y el comienzo de los dos arcos finales: Las benévolas y El velatorio, que imaginamos que aparecerán en un cuarto acto. Queda la pregunta si se incluirá también en la versión de Audible la fantástica miniserie de Sandman: Obertura que, pese a su título, sirve mejor como epílogo (e incluso, inesperado prólogo) de la serie, como el último trazo de un círculo perfecto e infinito que es Sandman.
La adaptación
Sobre la adaptación de Audible de The Sandman, sigue incluyendo todo aquello que la convierte en una gran superproducción (ya sea en su versión original o española), aunque haya algunas voces que puedan encajarnos más o menos (por suerte, estas últimas ocurren menos). El gran defecto está en la calidad de las propias historias que adapta, que no están entre las mejores de The Sandman desde mi punto de vista.
Por otro lado, al fantástico reparto habitual, hay que sumarle y aplaudir la incorporación de Nerea Alfonso como Delirio. Desde el cómic, siempre fue una de mis Eternas favoritas y escucharla en esta versión me ha permitido revivir la grandeza de su personaje.
Cierre
Pero pese a que no transitemos las mejores partes del Sueño en este penúltimo escalón antes del cierre de The Sandman, sigue habiendo en la obra de Neil Gaiman un deseo de contar historias y profundizar en la naturaleza del ser humano a través de lo fantástico. Eso es innegable para cualquiera que tenga un mínimo de gusto artístico.
En una época donde las mayorías de las adaptaciones nos hacen llevarnos las manos a la cabeza, es loable que tengamos en Audible una versión de The Sandman que nos demuestra que la grandeza de Morfeo no reside solo en los cómics, sino también en cualquier campo de la imaginación.
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