«Sie mussen schlafen aber Ich muss tanzen»-Blood Meridian, Cormac McCarthy.
Los grandes libros son también grandes enigmas. Una vez se terminan, como fantasmas que nos susurran preguntas, habitan para siempre en nuestro interior. Y Meridiano de sangre es una fantasmagoría colmada de acertijos sobre un chaval que se transforma en un hombre y sobre la sangre que bañará sus manos y la de todos nosotros en una danza terrible, una danza conocida como la guerra.
La sangre de Estados Unidos
Las tierras de Estados Unidos siempre han estado regadas con sangre. El escalpelamiento o la caza de cabelleras era un ritual practicado por varios pueblos de nativos americanos antes que los colonos y sus herederos tomasen esta práctica para la caza de recompensas. Personajes históricos como John Joel Glanton tomaron un papel decisivo en la violencia de aquel oeste de crepúsculos rojos, donde la frontera significaba la barbarie y la civilización era solo una mentira.
A partir de esta historia, Cormac McCarthy crea Meridiano de sangre, pero trasciende la típica historia de género para profundizar en las raíces simbólicas del ser humano… y su constante necesidad de violencia.
Lo que une a los hombres
«Lo que une a los hombres, dijo, no es compartir el pan sino a los enemigos».
He aquí uno de los primeros puntos a matizar: Meridiano de sangre es una obra considerada un western por su leve sustrato histórico, basado en un grupo de cazadores de cabelleras de indios. A ella se une al chaval en un viaje hacia el abismo y la violencia. Si pueden darte un buen pago por una cabellera, pronto te dará igual que el indio sea pacífico o no o incluso si la cabellera es de cualquier otro. Y una vez se comete una masacre, ¿qué puede detenerte? Despierta ahí una versión oscura del superhombre, por encima de cualquier tipo de moral, y de la espiral de violencia que conlleva su destrucción.
¿Hay libros que deberías leer antes de morir? He aquí una respuesta. Reseña de Meridiano de sangre de Cormac McCarthy Share on XAfirmo que es «considerada un western», pero a medida que la leía, no podía dejar de verla como una novela posapocalíptica. Su descripción de los paisajes desolados y la sensación de violencia sin sentido plaga cada página. Sus poderosas imágenes se graban en la memoria del lector. No sería extraño para un autor que nos regaló una de las grandes joyas del género: La carretera ver Meridiano de sangre como una prolongación de su visión del fin del mundo.
Los misterios
«El hombre que cree que los secretos del mundo están ocultos para siempre vive inmerso en el misterio y el miedo. La superstición acabará con él. La lluvia erosionará los actos de su vida. Pero el hombre que se impone la tarea de reconocer el hilo conductor del orden de entre el tapiz habrá asumido por esa sola decisión la responsabilidad del mundo y es solo mediante esa asunción que producirá el modo de dictar los términos de su propio destino».
El corazón de las tinieblas
Y si hay que añadir otro género más a Meridiano de sangre sería el del terror. Hay varios momentos que resultan escalofriantes, como el primer ataque de los indios (que con sus radical aspecto podrían recordar a los vándalos de mundos dignos de Mad Max) o el encuentro del chaval con la anciana que le pide que la lleve de regreso a casa.
Sobre esta cuestión, por poner un símil, si tuviera que añadirle una banda sonora, estaría más cerca del trabajo de Popol Vuh para el Nosferatu de Herzog que de las manidas composiciones típicas del género. Pero hay más, mucho más, que solo mera contemplación.
«Dios creó este mundo, pero no a gusto de todos, ¿verdad?
No creo que a mí me me tuviera en cuenta».
Meridiano de sangre es así deudora de una novela a la que supera, el clásico El corazón de las tinieblas de Joseph Conrad. Y estas son palabras mayores. Aunque el escritor polaco (a través de su narrador) llegaba a ver el colonialismo como una necesidad y a los indígenas negros como una lacra, McCarthy no vanagloria a sus cazadores de cabelleras, sino que trata tanto a blancos como a indios, negros o cualquier tipo de raza del mismo modo: con un escarpelo con los que los habrá en canal para realizarles una autopsia mediante la literatura.
De ese modo, en Meridiano de sangre también hallamos la sombra de la obra que tomó elementos de la novela de Conrad: Apocalypse Now. Y ahí incluso un simbolismo entre el chaval y el juez Holden que bien podría ser arrancado del encuentro de Willard y Kurtz.
El horror, el horror
Al hablar de las descripciones violentas y los pasajes asolados, podríamos hablar de otro autor que nació donde nació McCarthy en Providence. ¿Qué célebre autor dijo ser esa ciudad? Nada más y nada menos que H. P. Lovecraft.
Puntualización: algunas veces, los análisis de ciertas obras consisten en ver formas en las nubes, respuestas en las sombras. Sin embargo, no creo que sea forzada ver una sombra lovecraftiana en la obra de McCarthy, ya sea pretendida por su autor o no. Al fin y al cabo, la vida y los sucesos que la rodean pueden influenciar a más de un escritor y su modo de ver el mundo.
Aunque ambos escritores estén en las antípodas en muchas cuestiones, podemos detectar en ambos el mismo horror por la crueldad de la naturaleza. Aunque McCarthy sepa apreciar la belleza de algún efímero instante, es el mismo que alza la mirada al cielo y, ante una cúspide llena de estrellas, podemos discernir lo que somos en la desolación de una naturaleza que ni se inmuta ante el ser humano. El horror cósmico, en la versión de McCarthy, es la simple sensatez de darse cuenta de que este mundo no nos debe nada y ante él merecemos tanto o menos que las hormigas que lo pueblan.
«Si bien el mundo albergaba muchos misterios, los límites de ese mundo no eran nada misteriosos, pues carecería de medida o lindero y contenía en él criaturas más horribles aún y hombres de otros colores y seres que ningún hombre había visto, sin embargo nada de ello más extraño de lo que sus propios corazones lo eran dentro de ellos, pese a la soledad y todas las fieras».
La conspiración contra la raza humana
Muchos destacan la violencia de Meridiano de sangre y lo es, desde su nombre, pero ante todo me resulta una novela dolorosa e incluso áspera por cómo logra profundizar en la humanidad, una humanidad tan hostil como su propia naturaleza (y que recuerda a los tratados filosóficos de autores tan esquivos como Ligotti, el que influyó tanto en True Detective).
Pero el problema no solo está en la naturaleza externa, sino también en la interna. Los personajes de Meridiano de sangre son aborrecibles. Todos ellos son monstruos como bien defiende el célebre personaje del juez Holden, a quien no podemos evitar ver como un ser más allá de la humanidad, por mucho que el ex cura Tobin intente convencernos de lo contrario.
Fantasmagoría
«La verdad sobre el mundo, dijo, es que todo es posible. Si no lo hubierais visto desde el momento de nacer y despojado por tanto de su extrañeza os habría parecido lo que es, un juego de manos barato, un sueño febril, un éxtasis poblado de quimeras sin analogía ni procedente, una feria ambulante, un circo migratorio cuyo destino final después de muchos montajes en otros tantos campos enfangados es más calamitoso y abominable de lo que podemos imaginar».
Y es que, contra pronóstico, hay cierto elemento fantástico en Meridiano de sangre, pero solo para aquellos que lo sepan encontrar. Cuando el crítico Adrián Massanet me recomendó esta obra, recordé que la había incluido en su canon del fantástico. No entendí bien su decisión, ahora sí.
Lejos de solo encontrar una imagen en ese rompecabezas que es Meridiano de sangre, encontramos toda una serie de imágenes que captan la sordidez del ser humano. Y en medio de esa sordidez, hay cabida para lo inesperado, para lo que subyace en la oscuridad de nosotros mismos y de los personajes que nos rodean… y que puede estar más cerca de lo fantástico que de lo realista.
El juez y los juzgados
Más allá de las ensoñaciones del chaval o los trucos con monedas del juez, el poder de este aparece como ineludible, capaz de ahogar todo en su oscuridad. Y él sonríe y lo disfruta. Poco le importa que niños aparezcan muertos alrededor suyo. Más le importa seguir danzando.
«Dirigió la vista hacia el bosque oscuro en que hacían vivaque. Señaló con la cabeza a los especímenes que había reunido. Estas criaturas anónimas, dijo, pueden parecer insignificantes en la inmensidad del mundo. Y sin embargo hasta la más pequeña miga puede devorarnos. La cosa más insignificante debajo de esta roca ajena al saber del hombre. Solo la naturaleza puede esclavizarnos y solo cuando la existencia de toda entidad última haya sido descubierta y expuesta en su desnudez ante el hombre podrá este considerarse soberano de la tierra».
Cada lector de Meridiano de sangre sabe que, aparte de por su estilo o su historia, brilla por sus personajes. No conocemos a toda la compañía de John Joel Glanton, pero en apenas unas menciones logra que profundicemos en la naturaleza tétrica de personajes como el chaval, Toadvine, Brown, Jackson, Tobin y el más recordado y el más sangriento, el juez Holden. Pocas veces, un escritor logra crear personajes tan emblemáticos y lleno de posibilidades y significado.
Nunca sabremos quién es el juez Holden. ¿Dios? ¿El diablo? ¿Un monstruo? ¿O algo peor como, por ejemplo, un ser humano? ¿Acaso importa?
«… cuando Dios creó al hombre, el demonio estaba a su lado»-
Porque hay muchos símbolos en Meridiano de sangre, siendo el más potente para mí el encuentro del chaval (ahora el hombre) con el joven Elrod, que tanto recuerda al propio chaval que fue el muchacho. Será cuando esta parte culmine cuando ya sea un hombre y el destino, esa orquesta cruel lo lleve hasta el infierno.
El mundo heredado
En la mayoría de las críticas de Meridiano de sangre, se habla de la importancia de esta obra porque fue reconocida por Harold Bloom en su canon literario, en sus obras que todos deberíamos leer antes de morir. ¿Qué más dará? Meridiano de sangre es demasiado grande para ser solo una casilla a la que marcar con un visto dentro de una especie de lista de comprobación más que sobada.
«El mundo que hereda da al hijo un testimonio falso. Es un hombre arruinado por un dios yerto y nunca encontrará su propio camino».
Lo que sí agradezco es que McCarthy logra crear una novela que va contra todos esos aborrecibles consejos de escritura que dan algunos gurúes literarios que escriben novelas horribles o, peor si cabe, ni siquiera escriben. Me refiero a cómo conecta larguísimas subordinadas (a menudo mediante gerundios o nexos copulativos), cómo prescinde de la raya de diálogo, cómo hace que cada frase importe al lector… y tampoco teme utilizar el argot del Oeste, con multitud de tecnicismos o palabras vinculadas a la flora y fauna que hacen más realista un retrato.
Y curiosamente, McCarthy, sin ser pedante, recoge toda una tradición literaria en Meridiano de sangre, ya sea mediante referencias a los griegos, a Shakespeare, a Faulkner y tantos y tantos otros que erigen una estatua del autor dentro del panteón de los más grandes.
«Pero nadie puede meter todo el mundo dentro un libro».
Conclusiones
Considero que obras maestras como Meridiano de sangre son obras infinitas, abiertas a constantes interpretaciones y reinterpretaciones. Basta con ver ese final, cargado de preguntas, que nos obliga a dar más y más vueltas a todo lo que hemos experimentado durante la obra. Y es que las mejores, nunca acaban. Permanecen con nosotros, se convierten en parte de nosotros. Al concluir Meridiano de sangre comprendemos la verdad que pregonó el Ozymandias de Alan Moore: el viaje nunca termina.
«Da igual lo que los hombres opinen de la guerra, dijo el juez. La guerra sigue. Es como preguntar lo que opinan de la piedra. La guerra siempre ha estado ahí. Antes de que el hombre existiera, la guerra ya le esperaba. El oficio supremo a la espera de su supremo artífice. Así era entonces y así será siempre. Así y de ninguna otra forma».
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