Edición ilustrada por Robin Lawrie de Las Crónicas de Narnia: El león, la bruja y el armario, segundo volumen de la saga escrita por C. S. Lewis. Fuente. |
«Espero que nadie que lea este libro se haya sentido jamás tan desdichado como se sentían Susan y Lucy aquella noche; pero si alguien se ha sentido así —si ha permanecido despierto toda la noche y llorado hasta quedarse sin lágrimas— sabrá que al final llega una especie de calma. Uno se siente como si nada fuera a suceder de ahí en adelante. En cualquier caso, así fue como se sintieron ellas dos. Parecieron transcurrir horas y horas en medio de aquella calma absoluta, y apenas se dieron cuenta de que cada vez sentían más frío. Pero por fin Lucy advirtió otras dos cosas. Una fue que el cielo por el lado este de la colina estaba un poco menos oscuro de lo que lo había estado una hora antes; la otra fue un movimiento apenas perceptible en la hierba a sus pies. Al principio no sintió ningún interés por esto último. ¿Qué importaba? ¡Nada importaba ya! Pero finalmente observó que lo que quiera que fuera había empezado a ascender por las piedras verticales de la Mesa de Piedra, y que se movía ya sobre el cuerpo de Aslan. Miró con más atención».
C. S. Lewis, Las Crónicas de Narnia: El león, la bruja y el armario.
Y, de repente, mientras transitas el largo pasillo por el que sueles leer, tu mirada se desvía y se detiene en la estantería, y te encuentras, entre los volúmenes que te esperan, uno que lleva demasiado tiempo aguardando... Desconoces qué eco ha sido el que ha resonado en tu alma, pero tomas el libro que te llama y lo lees. Eso es lo que me ha ocurrido con la segunda parte de Las Crónicas de Narnia, el célebre El león, la bruja y el armario.
Edición de Austral de Las Crónicas de Narnia. Fuente. |
Allá por 2016, durante un verano de plantearme muchas preguntas, me leí El sobrino del mago. La primera vez que lo leí, en 2005, teniendo unos catorce años, recuerdo que no me dijo gran cosa. Sin embargo, la segunda vez se dibujó como un entretenido cuento que guardaba una enseñanza moral que, más allá de mensajes cristianos, en realidad trataba sobre un niño enfrentándose a la tentación y teniendo que tomar una decisión cuando el león Aslan le pide que acepte la enfermedad de su madre y la bruja Jadis le propone curarla si comete una mala acción. Todavía hoy lo recuerdo como una grata sorpresa y uno de esos libros para los más jóvenes que puede ser disfrutado a cualquier edad y del que puedes sacar bastante más de lo que parece.
La reina Jadis y su sombra
Esta semana me he leído El león, la bruja y el armario, del que conocía la película de 2005, y puedo decir que es uno de esos libros que te gustaría leerle a un crío. No solo porque su escritor C. S. Lewis apela constantemente a la imaginación de los lectores que lo leen (o escuchan), sino porque me ha parecido una obra que alberga esa fantasía que buscan los más pequeños cuando todavía creen que todo es posible. En esta obra, los cuatro hermanos Pevensie: Peter, Susan, Edmund, y Lucy se marchan de Londres durante los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial. Su refugio será una extraña casa de campo, donde les cuidará el excéntrico profesor y su ama de llaves; un lugar y un dueño al que conocimos muchos años atrás, en El sobrino del mago. Ahora, este caserón alberga un nuevo secreto: a través de su armario, se puede llegar al mágico mundo de Narnia, un lugar donde todo es posible, y en el que la Reina Blanca, Jadis, ha impuesto su férreo control mientras se enfrenta a una profecía que habla de la llegada de los Hijos de Adán y las Hijas de Eva que ocuparán el trono y la derrotarán, mientras el poderoso león Aslan regresa para acabar con la maldición de sueño de piedra que ella ha volcado sobre sus enemigos.
Más allá de
la propia trama, que avanza con gran velocidad y con la vivacidad de una obra
clásica, el personaje de Edmund me resulta interesante, porque él también
afrontará la tentación y deberá ser el que expíe su pecado, incluso derramando
su propia sangre. Tras traicionar a sus hermanos, comprenderá el mal causado
por su avaricia y será capaz de sacrificarse en la batalla, en la cual renacerá
como un nuevo personaje más heroico, similar a su hermano Peter, pero
más justo, al ser capaz de meditar sobre los errores propios y ajenos. Una redención con poderosas resonancias morales.
Sobre la
alegoría cristiana, es más que conocida la historia de cómo C. S. Lewis
se convirtió al cristianismo tras varias charlas con J. R. R. Tolkien,
su compañero en Oxford y escritor de El Señor de los Anillos. No obstante,
Tolkien era cristiano por la Iglesia de Roma y Lewis sería protestante.
Otro interesante contrapunto: Tolkien huía de las claras alegorías en su obra fantástica (otra cuestión es que el lector las encuentre... o invente),
Lewis era todo lo contrario. Si en el primer volumen vimos el génesis, aquí,
aparte de un cameo de San Nicolás que no queda tan forzado si pensamos en cómo
en Narnia siempre es invierno (pero nunca Navidad, hasta que él llega),
somos testigos de cómo Aslan representa a Dios y cómo se sacrifica por los
seres que lo rodean a la hora de conseguir la paz para los buenos y justos de
Narnia. Muchos hablan de cómo esta enseñanza lastra la saga, pero en esta
segunda parte, pienso que es un aspecto interesante de cómo las creencias del
autor fluyen hacia su literatura y el sacrificio para salvar a los otros es una cuestión que supera cualquier religión.
Puede que un tema más discutible sea que Lewis dejé en algunos momentos a Lucy y Susan de lado (sobre todo cuando las manda a hacer tareas de la casa en el hogar de los castores, mientras Peter va de pesca, o cierta alusión de Edmund hacia cómo las niñas son insoportables), pero imagino que sería trasladar una óptica más moderna a una obra marcada por el comienzo del siglo XX. No obstante, a ambas les da un papel importante en el regreso de Aslan y en el primer viaje en el caso de Lucy, quien además portará el frasco que dará vida a los moribundos.
Imagen de la adaptación cinematográfica de Las Crónicas de Narnia: El león, la bruja y el armario. Fuente. |
El rugido de Aslan
Sobre el estilo literario de C. S. Lewis, aparte de claras descripciones que suelen volcarse en la naturaleza, juega a hacer frases exhortativas para que el lector más joven sienta que le cuentan una vieja historia. Sin ir muy lejos, si nos fijamos en su dedicatoria, la obra es para Lucy Barfield, apadrinada por el propio Lewis. Al tono serio de algunos puntos de la novela, se le suele añadir cierto humor con los animales parlantes y, sobre todo, cierta melancolía que puede detectar el lector más adulto, aquel que ha dejado de ser un niño. Sobre el enfoque en este segundo volumen, está más dedicado a los jóvenes. Si bien Tolkien escribió El Hobbit para sus hijos, el talante de esta obra es hasta cierto punto, más juvenil o adulto, sobre todo cuando tenemos en referencia en El Señor de los Anillos. Por varios comentarios que he leído, parece que en la obra de Lewis anochece con el paso de los volúmenes, así que no es un problema.
Existe una noción que no conozco completamente, aunque logro atisbar, que me hace comprender por qué autores tan dispares como Neil Gaiman (quien devoraba esta obra de pequeño y escribiría, de adulto, un cuento a modo de final), Joe Hill (en A tumba abierta tenemos una visión sombría de Narnia) o Lev Grossman (su The Magicians tiene su propia versión desmitificadora de Narnia, llamada Fillory) se han sentido fascinados con Narnia: el texto está lleno de insólitas grandes ideas, que brillan como perlas en el lecho marino, perlas que son, en realidad, semillas de nuevos mundos.
Imagino que este año, mientras transite el largo pasillo por el que suelo leer, mi mirada se desviará y se detendrá en la estantería, y allí encontraré, entre los volúmenes que me esperan, un tercer volumen de Las Crónicas de Narnia que, seguramente, lleve demasiado tiempo esperando. Al fin y al cabo, como dice el propio profesor, Narnia (como cualquier otro mundo imaginario) nos aguarda en cualquier parte.
«Aquel paseo
fue tal vez lo más maravilloso que les sucedió en Narnia. ¿Has galopado alguna
vez a lomo de un caballo? Piensa en ello; y luego elimina el ruido de los
cascos y el tintineo del bocado e imagina en su lugar el casi silencioso
acolchado de las enormes garras. A continuación imagina en lugar del lomo
negro, gris o zaino del caballo, la suave aspereza de un pelaje dorado, y la
melena ondeando hacia atrás a impulsos del viento; y luego imagina que vas el
doble de rápido que el caballo de carreras más veloz. Además, la tuya es una
montura que no necesita que la guíen y que jamás se cansa. Corre y corre, sin
perder el equilibrio jamás, sin una vacilación, deslizándose por entre los
troncos de los árboles con absoluta destreza, saltando por encima de arbustos y
de zarzas y de los arroyos más pequeños, en tanto que vadea los cursos de agua
de mayor tamaño y cruza a nado el más grande de todos. Además viajas no por una
carretera, ni un parque, ni siquiera sobre dunas, sino justo a través de Narnia,
en primavera, recorriendo solemnes avenidas de hayas y cruzando soleados claros
rodeados de robles, atravesando bosquecillos de cerezos silvestres de flores
blancas como la nieve, dejando atrás cascadas estruendosas, rocas cubiertas de
musgo y cavernas retumbantes, ascendiendo por laderas sinuosas llenas de
aulagas, atravesando desniveles de montañas cubiertas de brezos, recorriendo
vertiginosas cumbres para a continuación descender, descender y descender al interior
de valles inexplorados y salir a kilómetros y más kilómetros de flores azules»- C. S. Lewis, Las Crónicas de Narnia 1: El león, la bruja y el armario.
Portada de Las Crónicas de Narnia 2: El león, la bruja y el armario. Fuente. |
- Título: El león, la bruja y el armario
- Saga: Las Crónicas de Narnia 2
- Autor: C. S. Lewis
- Editorial: Destino Infantil & Juvenil
- Género: Fantasía
- Traductor: Gemma Gallart
- Páginas: 240
- Encuadernación: tapa dura sin sobrecubierta.
- Sinopsis: Narnia, la tierra donde todo puede suceder. Cuatro
niños que viven en una casa solitaria descubren un armario que da acceso a
Narnia, un país congelado en un invierno eterno y sin Navidad. Cumpliendo con
las viejas profecías, los niños –junto con el león Aslan- liberarán al país de
la tiranía de la Bruja Blanca. Las Crónicas de Narnia es un clásico de la
literatura infantil. Más información.
- Precio: 12,95
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