Imagen del epílogo donde Von Trier quiere parecer un pintor como Delacroix y solo es... bueno, Von Trier. Fuente. |
Lars Von Trier. Su solo nombre me produce escalofríos. The house that Jack built es la enésima oportunidad que le doy a su cine. Lo logró debido a un tráiler que me pareció lo suficientemente irónico con el uso del Fame de David Bowie como para darle una oportunidad a la película que es como pasar American Psycho (la novela y la película) por el filtro del danés y añadiéndole litros y litros de justificaciones en un cóctel que más que emborrachar, envenena.
¿Excusas?
Con The house that Jack built, se nos presenta una comedia negrísima del director que se sabe y que disfruta de ser polémico y que no llega a ninguna parte por culpa de una segunda parte donde el tono de Lars Von Trier pasa de pretencioso a un aire de inseguridad que busca justificar quién es. Se ve que, aunque va de director que está por encima de la crítica, le importa lo que pensarán de él, porque si no, difícilmente explicable es ese tono de artista principiante que busca expresar por qué hace las cosas en vez de hacerlas.
Lástima que un par de geniales ideas salpicadas en las primeras historias (las más originales) se tercien en otras simplonas o redundantes para simplemente llenar metraje o caer en un uso de la violencia que parece que debe excusar por medio de esa manida idea de que el asesinato y la violencia son obras de arte. Que se use la marcha atrás, la cámara rápida, la animación, la prolepsis, la analepsis, el montaje de varios vídeos al estilo PowerPoint… casi que aburre tanto como personajes que son títeres de un guion que algunos parece que se han tomado en serio, cuando hubiera sido más favorable si hubiese girado hacia la naturaleza visceral y sarcástica que tienen los primeros minutos.
Matt Dillon es un gran actor y un mejor imitador de Bruce Campbell. Fuente. |
¿Qué te ha pasado, Von Trier?
Muchos hemos pensado que Lars Von Trier era más valiente, tanto para hacer comentarios como para filmar según como le viniese en gana o para soltar chorradas en ruedas de prensa, pero que haya todo un segmento de la propia película donde se dedica a hacer un vídeo autohomenaje de la violencia en su cine es casi paródico. Me pierde, además, que utiliza al personaje de Virgilio y su voz en off como una especie de alusión al espectador y todas las preguntas que se hace este mientras ve cómo avanza el metraje. ¿No hubiera sido mejor dejar espacio a las interpretaciones? Que su último segmento sea un innecesario y exageradísimo viaje al inframundo que poco aporta (más allá de que el buen de Von Trier se compró una GoPro y se metió en una cueva).
Cantaba Bowie en Fame: «Fame / Could it be the best, could it be? / Really be, really, babe?». Y si lo aplicamos a esta película de Von Trier sí, podría serlo. Una pena que esta comedia negra en cinco actos de un asesino con TOC (idea que ya tocase Ray Bradbury en un relato) derive en un ejercicio de Lars Von Trier pidiendo perdón por ser quién es. Ya te conocemos, Von Trier. No tienes por qué justificarte.
Lars Von Trier también es un personaje de su propia película... y de su vida. Fuente. |
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