Nuff said? No, excelsior!: adiós a Stan Lee, el padre de los superhéroes


Hasta siempre, grande entre los grandes. Aquí en uno de sus mejores cameos, perteneciente a Guardianes de la Galaxia, volumen dosFuente.

El 27 de noviembre de 2017 detuve la escritura de Los Hacedores de la Aniquilación, la segunda parte de mi saga Devon Crawford. ¿Por qué me paré? Hay muchos motivos, entre ellos, la reescritura, por fin, de La Historia (esa obra gigantesca de miles de páginas que me he pasado casi una década reescribiendo). No importa. El pasado viernes me preguntaron en una librería para cuándo estaría (ugh). Actualmente, mientras imparto clases y lidio con mil temas, la pregunta es incierta (¿2019? ¿2020? ¿Algún día?). Por lo pronto, La Eternidad del Infinito está acabada y sería la que aparecería antes, en cuanto logre la portada, la maquetación y una nueva corrección (el infierno de la corrección… Ese infierno le faltó al bueno de Dante).

Desde hace un año, la historia de mi guardiana del infinito ha vivido muchísimos cambios (y otros temas han permanecido igual: como la idea de viajar por varios mundos alternativos). La gran metamorfosis es la siguiente: al principio, la villana de esa segunda parte iba a tener influencias de personajes infantiles como Maléfica o Mary Poppins (sí, mi mente funciona así). Al final, mientras escribía, emergió, de modo inesperado, un villano que debía ser un mero secundario, pero se transformó en el principal: Epílogo. Por entonces, decidí que la segunda parte no sería tan larga como la primera (uno de los problemas que he visto en algunas de mis primeras palabras) y que debía centrarme en un solo gran villano. De ese modo, la “Mary Maléfica” se quedó en el tintero y la fuerza cósmica conocida como Epílogo ganó terreno (entre otras cosas).

¿A qué viene esto? Su cualidad (o una de ellas) es que cada uno de los personajes lo ve de una manera. Algunos lo ven como un ente sin forma, otros como un monstruo lovecraftiano… En el caso de Devon, ella lo vislumbra como una especie de gran contador de historias y eso hace que le recuerde a… Stan Lee. Cuando quise pensar en cómo sería un gran contador de historias, la imagen que me vino fue la de ese señor mayor, con sus gafas de colores, su pelo grisáceo repeinado, su bigotillo y su estilo hilarante, muy carismático. Era mi pequeño homenaje para el primer artista de cómic cuyo nombre supe, mientras leía aquellas revistas juveniles que hablaban de los X-Men. No quería que Epílogo fuese un villano más, quería que fuese alguien que pudiera caerte bien, aunque pretenda acabar con el multiverso y concluir todas las vidas.

Gracias por todo, StanFuente.
No me malinterpreten, no creo que Stan Lee fuese un villano como Epílogo ni tampoco un héroe intachable; simplemente, como todos, era un ser humano. Por cierto, recomiendo la lectura de La historia jamás contada de Marvel de Sean Howe para llegar a atisbar ese Stan Lee que no conocemos (ni llegaremos ya, desgraciadamente, a conocer).

Y, por supuesto, Stan Lee es historia del noveno arte, cocreador de muchos buques insignia de Marvel. Hoy, que vemos varias pelis de Marvel al año, cabría que miremos atrás y evoquemos a todos los grandes como Stan Lee, Jack Kirby, Steve Ditko (al que perdimos este verano) y tantos otros que forjaron esas leyendas, esos mitos actuales del cómic y el celuloide.

Debo destacar que, más allá de ser el hombre de los cameos de las pelis de Marvel, Lee también era el hombre que supo buscar, perseguir y cazar oportunidades en el cómic de superhéroes y se transformó en el showman que el mundo reclamaba en ese momento. Durante décadas (no lo olvidemos), el cómic fue considerado como un entretenimiento para niños e inadaptados. Lee, como tantos otros autores, formaron parte de una embajada que hizo posible que el tebeo se viese de otro modo.

Con su uso del humor, la hipérbole y los motes, Stan Lee era el equivalente a los hombres orquesta clásicos. Sabía vender su producto y sabía venderse a sí mismo. Uno de sus mayores actos artísticos fue, sin duda, convertirse en su propio personaje. Palabras como excelsior o nuff said, aparecidas en tantas secciones de correos, se transformarían en el santo y seña de docenas de generaciones que reverenciaban a Lee.

Sé que muchos expertos sobre cómics discutirían que denomine a Stan Lee como el “padre de los superhéroes”, pero más allá de las trifulcas que amanecen incluso en los días más lúgubres (y como este es mi blog, pese a quien le pese), no me cabe duda de que Lee fue un símbolo del mundo del cómic de superhéroes.

En definitiva, hoy es un día muy triste para el mundo del arte, se nos ha ido una de las últimas grandes leyendas, pero sé que hemos sido muy afortunados de vivir en los tiempos de Lee, quien ya se ha convertido, por supuesto, en un mito inmortal, en un epílogo que nunca terminará. 

Infinitas gracias por todo, padre de héroes.

No dejes de crear allá donde estés, maestro. Fuente.

2 comentarios:

  1. Notablemente un referente, que contribuyó mucho.
    Tiene sentido que te haya inspirado un personaje. Lo que más recuerdo es el capítulo final de la serie animada de Spiderman, de los 90, en que Stan Lee se sorprende al encontrarse con Spiderman. Y se da un dialogo, en que se habla de la evolución del personaje. Y entonces aparece Madame Web, cuya voz está hecha por...Joan Lee.
    Y Stan Lee queda esperando que alguien lo baje de un edificio, como...Los 4 Fantásticos.

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