Esta crítica fue escrita junto a Pedro de Mercader hace mucho tiempo. Hace poco me ha recomendado Black Hammer y he vuelto a leer algunos cómics que ocupaban mi estantería, así que aparte de darle las gracias, quería recordar aquella época en la que hablábamos de tebeos y rescato la reseña de uno de los más especiales: Miracleman.
Marvelman ha vuelto a los cómics, pero ¿a qué precio? Fuente. |
"Miras... Os muestro al superhombre: es este relámpago... ¡Es esta demencia!"- Nietzsche.
¿Érase una vez un superhéroe que soñaba que era un hombre o un hombre que soñaba que era un superhéroe? ¿O era algo distinto? Miracleman (Marvelman): El sueño de volar relata el comienzo de la historia de Mike Moran, alguien que olvidó quién era para recordarlo de una manera que cambiaría su vida y el mundo para siempre: no se convertirá en un superhéroe, recordará que siempre lo fue… ¿O era un dios?
Kimota!
Miracleman comienza con una aventura con el sabor más clásico, mezcla de superhéroes y viaje en el tiempo: el color, la historia, los diálogos y el dibujo nos conducen a las inocentes e imaginativas historias de superhéroes de antaño, aquellas que enamoraron a tantos del género de los superhéroes… Pero al llegar al final de la aventura, que sirve de prefacio, un zoom y una frase del filósofo alemán Friedrich Nietzsche nos llevan a un futuro mucho más oscuro, un mundo más terrible, más real. Esta es la carta de presentación de El sueño de volar y de un tebeo revolucionario.
Décadas después del inicio casi onírico, Mike Moran vive con su esposa una tranquila vida donde no parece ocurrir nada interesante, se levanta cada mañana y va al trabajo, entre problema y problema. Es un tipo normal con una vida normal, hasta ahora. El periodista acude a la inauguración de una central nuclear mientras sufre un dolor de cabeza terrible, ese es el principio. El secuestro de la central por parte de unos delincuentes que ambicionan robar plutonio es el punto de ruptura. Mike Moran queda inconsciente durante el altercado y su mente se quiebra al recordar una palabra largo tiempo olvidada y que, al pronunciarla, le convierte en Miracleman/Marvelman, un auténtico superhéroe que cambiará el mundo: “kimota”.
A través de Moran y su Marvelman descubriremos lo que significa ser un metahumano y asistiremos incluso al reencuentro con otro miembro de la Familia Miracleman, a la cual se dio por muerta el mismo día en que Mike olvidó su memoria, tras la explosión de una bomba nuclear. A través de este encuentro con su pasado, Moran y su esposa empiezan a desentrañar que la existencia de superhéroes es algo que transforma a los humanos de a pie, pero también a los poseedores de dicho don o maldición, porque ¿qué sería de un mundo gobernado por superseres imparables?
A partir de ahí, Mike Moran descubrirá el origen secreto de sus poderes y sus recuerdos auténticos (o falsos), mientras se topa con un extraño individuo de dentadura de zafiro, Evelyn Cream, que busca la verdad tras el mito del proyecto con el que el gobierno británico creó a superhombres con los que enfrentarse a sus enemigos y que se aleja bastante de la mítica transformación de otros superhéroes clásicos, como el Capitán América y su suero supersoldado.
Spoiler. Reino Unido, ante el avance comunista y el descubrimiento de la bomba atómica, decidió crear un superhombre con una mente de barro que moldear según sus designios, aunque fuese a través de la mentira que tanto significará para la obra de Moore a la hora reformular los orígenes de otro personaje: La Cosa del Pantano en el excelente número Lección de anatomía. Durante este periplo, Moore se obceca en retratar lo terrorífico y también lo absurdo del superhéroe en el mundo real con ese superinglés de bombín y paraguas llamado Big Ben, un tipo que ve la amenaza comunista y nazi a su alrededor en todo momento, y que no deja de ser una patética crítica a los gobiernos y a los superhéroes más maniqueos de los tebeos. Fin del spoiler.
Y esto es solo el inicio, no contaré más, quiero que se sorprendan tanto como yo. Miracleman posee misterios y acción a los que se añade una grandilocuente experimentación formal, un estilo en evolución y una serie de debates que recogen los más clásicos del género (el trabajo mal llevado del periodista, que enraíza con Peter Parker y Clark Kent) y otros más modernos como el origen cínico del superhombre, sus connotaciones morales, el pesimismo de la capa y lo que supone para un hombre normal saber que tras solo una palabra puede convertirse en algo mejor de lo que será jamás de otra manera.
Todo esto se debe en gran parte a un recién llegado en aquella época, nada más y nada menos que el escritor Alan Moore, que también reflexiona sobre el superhombre, más allá de los postulados de Nietzsche y los cómics de superhéroes, indagando en las motivaciones y las consecuencias de una criatura con superpoderes, sin dejar de lado la exploración del dios en mallas, ¿qué significa? ¿Qué es ser un supervillano? ¿Qué ocurre cuando el superhombre decide imponer su propia moral y cambiar todo lo que le rodea?
Durante estas aventuras encontramos hechos y momentos que nos hacen comprender lo radical que fue esta obra para su época, dotando de una nueva vida a un superhéroe aparentemente plano y poco interesante. Pero es que no existen malos personajes en manos de buenos guionistas y Alan Moore lo demuestra al inicio de una carrera, que tiene para muchos tres obras cumbres Watchmen, V de Vendetta y From Hell, acompañada de docenas de otros grandes cómics como La balada de Halo Jones, La Cosa del Pantano, Top Ten, Promethea o el propio Miracleman, entre muchos otros.
El superhombre
En el capítulo Cigarettes burns (El fin del mundo en 35 mm, John Carpenter, 2005) de la serie Masters of Horrors se relataba la historia de un cazador de películas que iba detrás de las cintas cinematográficas más extrañas y misteriosas de la historia, entre ellas una que desencadenaba la locura. Sin duda, una pequeña película recomendable en muchos puntos y que también hacía que cualquier seguidor de los cómics se sintiese identificado a la hora de ir en busca y caza de un cómic que permanecía sin reimprimirse desde hacía años: Marvelman/Miracleman.Desde ejemplares de segunda mano que aparecían en convenciones a precios estratosféricos, pasando por fotocopias y llegando a versiones en PDF y similares en portales de descargas, estas parecían ser las pocas maneras posibles para que el lector que no se hizo con la serie de Alan Moore en su día pudiese conseguirla. Sin embargo, tras el fin de los problemas legales, el lector de cómics puede descansar, pues Marvel comenzó la reimpresión del material de Moore en enero de 2014 y Panini ha sacado este volumen en español durante este verano. La caza ha concluido, pero ¿vale la pena la presa?
En la reimpresión actual no aparece por ningún lado el nombre de Alan Moore, pero sin duda ahí están todos los toques de su talento, el mismo que lo ha convertido en el, para muchos, mejor escritor de cómics de todos los tiempos. Pese a estar en el comienzo de su carrera, explorando las posibilidades del medio y volcando sus primeras ideas sobre los superhéroes, es un placer anunciar que Marvelman es una obra que no puede faltar en las tebeotecas, y esto se demuestra desde el primer tomo: El sueño de volar.
¿Qué ocurriría si un hombre descubre que es un superhéroe? ¿Qué le pasaría al mundo cuando se supiera de la existencia de un ser que los supera a todos? ¿Cómo tomaría el ciudadano de a pie el hecho de encontrarse con criaturas que suponen un paso por encima de todos ellos, un paso capaz de aplastarles? ¿Qué conexión quedaría entre la humanidad y el superhombre? ¿Qué origen secreto se escondería tras las inocentes aventuras que creyó vivir el hombre del mañana? ¿Dónde nace el cómic dentro del cómic de superhéroes? ¿Cómo reacciona la mujer del superhombre a un nuevo mundo donde los dioses caminan entre los mortales? Preguntas que se formula Alan Moore a través de los primeros arcos de la serie y que retomaría, insisto, en obras fundamentales de su carrera como La Cosa del Pantano (con la que comparte bastante) o Watchmen (la existencia de un superhombre como el Doctor Manhattan, cada vez menos deseoso de conectar con el mundo, nos recuerda a la angustia de Mike Moran).
A lo largo de los primeros capítulos reunidos en este volumen somos testigos de todo el potencial de una serie que supuso para muchos el comienzo de la Invasión Británica que viviría el mundo de los cómics de superhéroes de los ´80. ¿El secreto? Aplicar una óptica dura a personajes que siempre fueron dulces e idealizados, ¿la consecuencia? En ciertas ocasiones, como este Marvelman, un ensayo sincero sobre el origen y la responsabilidad del poder en un mundo donde pronto se suceden las maravillas y las más terribles pesadillas.En el apartado gráfico destacar tanto a Garry Leach como Alan Davis, dos grandes dibujantes cuyos estilos llegan a contrastar y generan ese realismo en torno a una maravilla o un milagro como es el hecho de que surja un metahumano en el mundo. Loable el trabajo de ambos creadores, sin duda.En resumen, no es extraño pensar que las mejores historias que se han escrito del personaje de DC Shazam se han escrito bajo otro nombre, el de una “copia” en sus orígenes: Marvelman.
¿Qué supone ser un superhéroe? Fuente. |
La reedición del mito
Tras años de problemas legales en los que ahondaré más adelante, Miracleman ha visto la luz de nuevo en Estados Unidos y también en España, en este caso de la mano de Panini (siendo la primera tras la hecha por la desaparecida Forum a principios de los ´90). Para la reimpresión, Marvel ha restaurado y recoloreado el cómic, cumpliendo gratamente, aunque siempre estará el fan que prefiere los colores originales que se pueden ver en las versiones piratas que pululan por la red.La edición española, de tapa dura, incluye las primeras historias que conforman El sueño de volar y la serie dentro de Warrior conocida como los Warpsmith, una raza alienígena del estilo de los personajes cósmicos de Marvel o DC, pero con el toque de un Moore primerizo, lleno de ese halo poético en la ciencia-ficción en el que seguirá indagando en sucesivas obras.
Además, suma un prólogo sobre el origen de la recreación del personaje, ilustraciones originales, páginas que luego fueron cambiadas, bocetos, diseños de personajes, páginas coloreadas y sin colorear y portadas tributo de autores como Skottie Young o Jerome Opeña. A estos extras gráficos se añaden ensayos como Breve historia de los cómics británicos y ¡Kimota! El origen secreto del Marvelman de Mike Anglo, por Mike Conroy ambos, además de una entrevista de Joe Quesada a Mike Anglo, el creador del personaje, que fallecería en 2011.
A partir del Libro 1: El sueño de volar, es de esperar que la edición continúe con el Book 2: The red king syndrome, Book 3: Olympus, Book IV: The Golden Age y Apocrypha (una serie de historias cortas).
De la maravilla al milagro
¿Qué lleva a un autor como Alan Moore a renegar de su obra y desear que su nombre no aparezca en ninguna de las copias de la reedición de Marvelman, donde aparece firmado como “el guionista original”? Sin duda, una de las historias más turbulentas del mundo de los cómics de superhéroes de las últimas décadas: la historia de Marvelman/Miracleman.
Antes que Marvelman existía el Capitán Thunder, que pasaría a llamarse Shazam. El niño Billy Batson, con el cual tantos lectores podían sentirse identificados, solo necesitaba pronunciar la palabra mágica “¡Shazam!” para transformarse en un superhéroes que portaba la sabiduría de Salomón, la fuerza de Hércules, la resistencia de Atlas, el poder de Zeus, el coraje de Aquiles y la velocidad de Mercurio. Pronto, las ventas del niño que se convertía en superhéroe se volvieron altísimas, lo que llamó la atención de DC, decidida a demandar por las similitudes de Shazam (o el Capitán Marvel) con Superman (como si El Hijo de Krypton no bebiese de las novelas pulp –aunque mucho más de la religión, por ejemplo-). ¿Resultado del combate? Los propietarios de Shazam ganaron el primer juicio, pero ante la posibilidad de un segundo asalto con enorme costes (a la que no favorecía la caída de las ventas del héroe) se canceló la serie del superhéroe, que con los años, irónicamente, terminaría adquiriendo DC.
Hasta aquí podría haber terminado el desorden si no hubiese aparecido en el mapa Gran Bretaña. ¿Qué tienen que ver los hijos de Albión con todo esto? Estaban descubriendo el mundo del cómic de superhéroes a través de reimpresiones en los años 50. El fin de Shazam dejaba a la editorial que reimprimía sus historietas sin material y con un público ávido de nuevas historias, ¿qué se podía hacer? La solución estuvo en Mike Anglo, que creó una versión inglesa de Shazam que respondía al nombre de Marvelman: un joven Mike Moran, capaz de convertirse en el superhéroe con pronunciar la palabra “kimota” (atomic al revés y con una “k”, en vez de una “c”). ¿Funcionó el truco? A las mil maravillas, los magos ingleses sacaron de su chistera al superhéroe inglés, que tenía el efecto llamada del cómic original, pero con ciertas diferencias que parecían alejarse de las posibles demandas por plagio.
Los años pasarían y los cómics de superhéroes británicos quedarían relegados frente al avance de la sátira y la ciencia-ficción de publicaciones como la gran 2000 A.D., origen del Juez Dredd.
Antes que Marvelman existía el Capitán Thunder, que pasaría a llamarse Shazam. El niño Billy Batson, con el cual tantos lectores podían sentirse identificados, solo necesitaba pronunciar la palabra mágica “¡Shazam!” para transformarse en un superhéroes que portaba la sabiduría de Salomón, la fuerza de Hércules, la resistencia de Atlas, el poder de Zeus, el coraje de Aquiles y la velocidad de Mercurio. Pronto, las ventas del niño que se convertía en superhéroe se volvieron altísimas, lo que llamó la atención de DC, decidida a demandar por las similitudes de Shazam (o el Capitán Marvel) con Superman (como si El Hijo de Krypton no bebiese de las novelas pulp –aunque mucho más de la religión, por ejemplo-). ¿Resultado del combate? Los propietarios de Shazam ganaron el primer juicio, pero ante la posibilidad de un segundo asalto con enorme costes (a la que no favorecía la caída de las ventas del héroe) se canceló la serie del superhéroe, que con los años, irónicamente, terminaría adquiriendo DC.
Hasta aquí podría haber terminado el desorden si no hubiese aparecido en el mapa Gran Bretaña. ¿Qué tienen que ver los hijos de Albión con todo esto? Estaban descubriendo el mundo del cómic de superhéroes a través de reimpresiones en los años 50. El fin de Shazam dejaba a la editorial que reimprimía sus historietas sin material y con un público ávido de nuevas historias, ¿qué se podía hacer? La solución estuvo en Mike Anglo, que creó una versión inglesa de Shazam que respondía al nombre de Marvelman: un joven Mike Moran, capaz de convertirse en el superhéroe con pronunciar la palabra “kimota” (atomic al revés y con una “k”, en vez de una “c”). ¿Funcionó el truco? A las mil maravillas, los magos ingleses sacaron de su chistera al superhéroe inglés, que tenía el efecto llamada del cómic original, pero con ciertas diferencias que parecían alejarse de las posibles demandas por plagio.
Los años pasarían y los cómics de superhéroes británicos quedarían relegados frente al avance de la sátira y la ciencia-ficción de publicaciones como la gran 2000 A.D., origen del Juez Dredd.
En los ´80, Dez Skinn lideraría Marvel UK como una puerta para la editorial estadounidense en Gran Bretaña, dando oportunidades a autores ahora tan reconocidos como Pat Mills, Dave Gibbons, David Lloyd, Alan Davis… Tras que Skinn abandonase Marvel UK, haría surgir la revista Warrior, título emblemático donde se publicarían series cruciales como V de Vendetta, y donde el editor se propuso rescatar a un personaje clásico bajo la óptica de los convulsos años. El encargado de este relanzamiento sería un prometedor guionista llamado Alan Moore, que se vería acompañado por Garry Leah y Alan Davis en el dibujo. El personaje escogido, por si alguien lo dudaba, era Marvelman.
El éxito de Marvelman en la revista Warrior no se haría esperar gracias a la visión cínica, posmoderna y épica de los autores de la nueva etapa del Hombre Maravilla. Por eso, las puertas de Estados Unidos se abrieron gracias a la editorial Eclipse, dispuesta a publicar el cómic… Pero los “peros” no se harían esperar, porque la editorial Marvel haría presiones por el uso del nombre Marvelman. De poco importó que Marvelman surgiese en 1954 y Marvel se crease como tal, con ese nombre, en 1961. Tras las “amenazas”, se publicó un último número en Warrior, el cual no zanjaba todos los cabos y que haría que Moore renegase de La Casa de las Ideas. Cuando la editorial Eclipse comenzó la reedición de Marvelman lo haría cambiando de formato además del nombre del personaje: de Marvelman pasaría a ser Miracleman para evitar problemas con la editorial de Los Vengadores.
Una vez que Eclipse terminó la reedición del material disponible pidió a Moore que continuase la historia. El escritor finalmente cedería y volvería a tomar los mandos de la serie acompañado de varios dibujantes, a destacar John Totleben, quien conocía de La Cosa del Pantano. La serie se volvería oscura y polémica por incluir temas tan dispares como un parto o una matanza. Así hasta que Moore dio por terminada su etapa, siendo relevado por un joven Neil Gaiman.
Luego llegarían diversos problemas legales con los derechos del personaje, que traerían embrollos a las editoriales (la revista Warrior, la editorial Pacific, Eclipse…) al creador Mike Anglo, a Alan Moore, a Neil Gaiman… Problemas legales que obligarían a que Marvelman no solo “concluyese” sino que no se pudiera reimprimir.
La desmitificación en una viñeta. Fuente. |
Por un lado, Dez Skinn, Moore y Leach tenían derechos sobre el personaje, lo que daban aún más problemas cuando se creyó que Dez Skinn nunca compró los derechos a Mike Anglo, ya que este aceptó cobrar si se reeditaban sus historias, aunque más tarde el creador lucharía por sus derechos. Por otro lado, Alan Davis se sumaría al embrollo, teniendo también derechos sobre su etapa.¿Más problemas? Sí, porque Eclipse compraría la parte de Skinn, Davis cedería sus derechos a Anglo, Moore se los daría a Gaiman y este cedería parte a su dibujante Mark Buckingham. Casi parece digno de una película donde pronto aparece un Todd McFarlane que compra los restos de la quebrada Eclipse creyendo en la posibilidad de recuperar a Miracleman, dado la mitificación de una serie que ya no se reedita y se vuelve imposible de encontrar.
Los enfrentamientos de McFarlane y Gaiman se harían mayores cuando el creador de Spawn quiso relanzar al personaje sin consultarlo con Gaiman, que exigiría sus derechos sobre tres personajes que había creado para Spawn, entre ellos Angela (los únicos con los que se queda aparte de los de Marvelman), mientras que McFarlane se negaría a perder sus supuestos derechos sobre Marvelman. ¿El siguiente paso? Gaiman crearía una empresa para recuperar los derechos y terminar todo el caos mientras McFarlane planeó presentar a Miracleman dentro de sus tebeos de Spawn y tras que los tribunales otorguen la razón a Gaiman, McFarlane concebiría una versión llamada Man of Miracles.
Finalmente, este caso terminaría cuando Marvel compró los derechos del personaje, pagó a Mike Anglo, se anunció la reimpresión del material del personaje a partir de 1982 y se habló de la posibilidad de que Neil Gaiman concluyese de forma efectiva su etapa, que vino tras la de Alan Moore, y donde el número 25 alcanzaría la fama de mítico, ya que nunca vio la luz y permaneció guardado durante décadas hasta que La Casa de las Ideas ha parecido dispuesta a publicarlo (los planes de Gaiman para tres arcos llamados la Edad de Oro, la Edad de Plata y la Edad Oscura parecen haber resucitado).
A todo esto, el Bardo de Northampton llegaría a un acuerdo con Marvel (que facilitaba que el anciano Mike Anglo recibiese su pago por el personaje, ya que Moore cedía sus royalties al autor) y pediría que no apareciese su nombre en las reimpresiones de este trabajo. Los motivos exactos solo los conoce el autor, pero sin duda parece que todos los problemas que le han dado las grandes editoriales de cómics de las que se aleja y el hecho de que no sea una de sus obras favoritas, han conducido al escritor de From Hell a desear que no se le relacione con una de sus primeras obras donde demostró su talento.
Sin duda, como verán, la historia tras Marvelman/Miracleman ha resultado ser tan apasionante como la que leemos en los cómics, incluso con héroes y villanos. Sin embargo, ahora, por fin, los seguidores de la serie podremos descubrir la maravilla y el milagro, a la vez que la verdad tras la palabra “¡kimota!”.
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