Noragami: Aragoto, la dualidad de dios

La segunda temporada de Noragami sigue a la altura e incluso supera a su predecesora en muchas ocasiones. Fuente.

Una vez finalizada la primera temporada de Noragami, llegó en 2015 la segunda temporada, titulada Aragoto donde se adaptaron dos arcos argumentales del manga. La primera mitad de la serie adapta la trama de Bishamon y su enfrentamiento con Yato, mientras que la segunda abarca al personaje de Ebisu y su deseo de controlar a los fantasmas, a través de un don de la diosa de la muerte, y se profundiza en Yato, su pasado y sus consecuencias.

Vista a distancia, toda la primera temporada sirvió para plantear un escenario enorme donde se incorporó incluso a Rabo, un villano que no apareció en el manga hasta hacerlo antes en la pequeña pantalla. En estos primeros episodios, conocimos a los personajes, se empezaron a entrelazar sus diversas relaciones, se nos presentó su forma de pensar y se nos mostraron las leyes mágicas que rigen este universo japonés donde los dioses mendingan el fervor de sus creyentes. Además, empezamos a vislumbrar la dualidad tras Yato: ¿es realmente bueno o es todo una simple máscara? No es extraño que se transformase en una de mis series favoritas.


El pasado de los dioses

En la segunda temporada, Aragoto busca una complejidad que nunca resulta cansina. Así, en sus inicios, tenemos el pasado de Bishamon y Yato, sobre por qué se odian tanto estos dos personajes, a la vez que Kazuma revela muchos porqués y Kugaha comienza su conspiración para hacer renacer a su diosa a su imagen y semejanza, además de conocer a un personaje tan trágico como Suzuha. Estos seis episodios funcionan perfectamente, son épicos, adictivos, cargados de emociones, aventuras, enfrentamientos, decisiones... Es todo lo que le pido a una obra fantástica.

En la segunda mitad, Yato recibe alguna recompensa por su comportamiento (ese templo), pero, inesperadamente, se une a la traicionera Nora, mensajera del padre de Yato, para embarcarse en un viaje hasta el inframundo. Es allí adonde el dios Ebisu ha partido en busca de un artefacto que le permitiría ser todopoderoso. Es en el reino de la muerte donde conocemos más sobre el personaje de Yato y es en nuestro mundo donde Yukine y Hiyori pelean para que su amigo regreso de una funesta diosa de la muerte. El final, aunque esperanzador, está cargado de toda la oscuridad de este arco: macabro, lúgubre y estupendo, como todo este "obrón" que es Noragami.

Una imagen del pasado de YatoFuente.
Como veis, solo tengo buenas palabras para esta segunda temporada de uno de mis animes preferidos. Aragoto sorprende, y para bien, nos deja boquiabiertos por cómo la serie no pierde ni un ápice de todos los puntos buenos de la primera temporada, a la vez que aporta a su mezcla de humor, aventuras y fantasía, un componente más, el de la búsqueda de ser de los personajes que nos lleva ante uno de los animes más ricos e imaginativos de los últimos años.

Con un final que es un cliffhanger inesperadísimo y a la espera del estreno de una tercera temporada que está tardando más de lo previsto (aunque si han renovado Tokyo Ghoul, Noragami, que ha disfrutado de un gran éxito, no debería tener problemas), Aragoto supuso un punto nuevo de inflexión en una enorme aventura, cuyo final todavía no se ve y que, sinceramente, no importa, mientras podamos seguir disfrutando de Yato, Hiyori y Yukine. Hasta entonces, sigamos a Yato y compañía. El destino aguarda.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Puedes comentar mediante nick, anónimamente o con tu cuenta de correo o similar. No almacenamos ninguna información.

¡Muchas gracias por tu comentario!

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...

Sobre el blog

Los textos pertenecen a Carlos J. Eguren salvo cita expresa de los autores (frases de libros, comentarios de artistas...), siempre identificados en el post. El diseño de la imagen de portada pertenece a Elsbeth Silsby.

Si deseas compartir un texto, ponte en contacto con nosotros para hablarlo. Si quieres citar un fragmento, incluye la autoría.

Muchas gracias.

Carlos J. Eguren. Con la tecnología de Blogger.