Auri protagoniza esta historia spin off de la trilogía de Patrick Rothfuss, inaugurada por El nombre del viento. Fuente. |
"Tumbada a oscuras, se preguntó qué le depararía el día. Había días orgullosos como el sonido de una trompeta. Como los truenos, traían presagios. Otros eran corteses, educados como una tarjeta con un mensaje presentada sobre una bandeja de plata. Pero algunos días eran tímidos. No se ponían un nombre. Esperaban a que una niña atenta los encontrara".
Dicen que, en cierto momento de su carrera, James Joyce decidió escribir algunas de sus obras más complejas para confundir a una crítica que no sabría si se enfrentaba a un nuevo tipo de escrito, a un galimatías, una broma pesada o una obra maestra que trascendía cualquier calificativo. No es difícil pensar en si Patrick Rothfuss se propuso otro juego con la crítica y decidió escribir La música del silencio (The Slow Regard of the Silent Things) como una descripción de ciento treinta páginas donde busca saber si su público y los "opinadores" cercanos aceptarán cualquier trabajo que haga de modo complaciente con solo llevar la firma del escritor estadounidense.
El nombre del viento fue el debut que hizo de Rothfuss un escritor bastante conocido dentro del mundo de la fantasía, tanto como sus agrias polémicas, sus comentarios que no vienen a cuento (esa mención a la prostitución durante su viaje a España) y sus declaraciones donde busca, más de una vez, criticar a autores como J. R. R. Tolkien y convertirse en abanderado de un nuevo tipo de fantasía, que realmente, en su caso, se ancla con las bases del género y las historias de picaresca y huérfanos de Dickens. Rothfuss, gracias al éxito de El nombre del viento, se ha creído parte de ese tridente de nuevos autores formado por Brandon Sanderson y Joe Abercrombie, triunvirato que supuestamente debe estar tras la caída de un autor que sigue en auge, George R. R. Martin, y donde quizás el que más brilla por su talento, su trabajo y sus historias sea Abercrombie. No se ha inventado nada nuevo bajo el sol y Rothfuss ha destacado durante este tiempo por su talento narrativo que hizo de El temor de un hombre sabio, la secuela, un superventas a falta de la conclusión. Entre ambas novelas (y entre ninguna) surge este experimento, la novella La música del silencio y, por suerte, él mismo advierte que no es una novela para todo el público y que la mayoría de los lectores podrían sentirse decepcionados. Por fortuna, no miente ni oculta sus intenciones y quizás solo es superado en honestidad por aquel prolegómeno de The Stand (Apocalipsis), donde Stephen King le decía al lector que quizás esa no era la novela que estuviese buscando.
En su nota del autor Rothfuss justifica la existencia de esta obra para todas aquellas personas que les guste, más allá de lo que piense el resto y se envalentona en los diversos ejemplos que da para decir "si no te gusta esta obra es que no está hecha para ti, sino para otros" como si el problema fuese de un tipo de lector y estas palabras tuviesen que pesar sobre aquellos que no encuentran esa luz de Foxen y ni a esa Auri que podría haber dado más de sí en esta historia en solitario. Es más, recomienda que se lea de nuevo y reconoce que hay gente que no está preparada. El problema, por supuesto, nunca será suyo ni de su historia. Eso lo puede pensar un escritor, pero qué extraño es que lo diga.
Más allá de advertencias del propio autor, en La música del silencio tenemos el día a día de Auri, la misteriosa joven que habita en la Subrealidad de la Universidad donde estudia (entre otras cosas) Kvothe, el protagonista de El nombre del viento. Alguien (con cierta mala baba) resumió esta novelita en Goodreads como: "Auri haciendo jabón y yendo por las alcantarillas mientras besa cosas y practica feng shui". No creo que sea tan simple lo que ha querido hacer Rothfuss, pero es el mensaje que ha transmitido a muchos lectores que quizás esperaban algo más convencional o, simplemente, esperaban algo más. Uno no coge un libro aguardando que sea solo una descripción sin más que no te aporte algo.
Si bien considero que Rothfuss es un talento a la hora de narrar en primera persona, en este paso a la tercera he notado que la búsqueda de la diferencia, el uso del narrador testigo y el abuso de la personificación han hecho que incluso su deseo de crear estribillos en su obra convierta su uso de la simetría, metáforas inservibles ("Frío y dulce al tacto, como un amante que hubiera ido a besarla recién llegado del frío") y la repetición de las palabras en cierta pobreza léxica (por ejemplo, el pelo de Auri es vaporoso y se repite una y otra vez); a veces, toda esta situación se ve rota por algunos cultismos, muchos cercanos a la concepción del jabón, y otros que buscan lo rebuscado que hará las delicias de muchos estudiantes de filología y amantes de la literatura más técnica ("cuando el mundo entero se convertía en un palimpsesto, él se convertía en un palíndromo perfecto"). Y no, no creo que sea un problema de una traductora de demostrada solvencia como Gemma Rovira. Siempre me he considerado un lector más pasional, uno que le encanta perderse en las historias antes que en la mera forma, pero en este caso, Rothfuss se ha arriesgado a concebir una obra que tratase sobre la soledad y personajes rotos como Auri, pero creo que no logra todo lo que se propone con este breve relato.
El autor Patrick Rothfuss. / By Kyle Cassidy (Email) [CC BY-SA 3.0 (https://creativecommons.org/licenses/by-sa/3.0)], via Wikimedia Commons |
El viaje de Auri
El punto loable, y que cada lector debería decidir si salva esta obra o no, es el retrato que se hace de un personaje como Auri, que pasa de días alegres a días tristes y realiza una serie de metáforas alrededor de un personaje roto, como los lectores a los que se dedica esta obra. Esta búsqueda de retratar a una muchacha diferente (un personaje con un claro trastorno o síndrome al que no se le pone nombre. Autismo, Asperger, bipolar...) me ha parecido un acierto, pero opino que se podría haber contado algo más y mejor, aunque el propio Rothfuss reconoce que esta historia corta surgió como un pequeño desastre, una historia condenada al cajón, que se salta muchas de sus ideas sobre los relatos: no hay villanos, no hay grandes acciones, no hay puntos claros en su narrativa... Solo una visión del lector al día a día de Auri y, por mucho que sea un personaje interesante, creo que se podría haber contado algo más con ella. El problema es que el propio Rothfuss parece amar a Auri tanto como a Kvothe y no permite la sutilidad, no deja que el lector ame a los personajes, solo recibe una visión de los personajes muy marcada por un maniqueísmo del que, en su exteriorización, Rothfuss se queja, pero aquí no permite sobresaltos en la trama.
Otro punto positivo son las ilustraciones y la maravillosa portada de la obra, realizadas por Marc Simonetti, pero como bien dice cierto refrán: no hay que juzgar a un libro por su portada y, en este caso, puede que incluso el dicho juegue en contra de esta obrita corta que para algunos lectores es una joya más del Temerant de Rothfuss, para otros una pequeña mancha a no considerar y, para otros, una novela corta sin más. Si Rothfuss ha jugado con la crítica o el público, como el genio de Joyce, deberemos decirlo cada uno de nosotros.
"Sabía muy bien que la crueldad no ayudaba a hacer girar el mundo".
Auri en otra ilustración, a color, de Simonetti. Fuente. |
Hey^^
ResponderEliminarPues qué mala pinta tiene esta novela corta. Si piensas en cómo podría haber sido, podría haber contado alguna historia en torno a ese personaje, no solo realizar una descripción. Que hasta donde sé, hará que la novela sea pesada y que no nos lleve a ninguna parte, ya que no tienes nada que resolver.
Con el tiempo Patrick Rothfuss me cae cada vez peor, se pone a dárselas de buen escritor, pero después hace estas cosas.
Miedo me da esa futura tercera parte de su novela. Ya veremos qué es lo que hace.
Muchas gracias por tu crítica y contarnos qué te ha parecido una historia.
Hasta pronto =)
¡Hey, Els!
EliminarSigo empeñado en, algún día, leerme El temor de un hombre sabio más por los recuerdos de aquel 2011 en el que leímos tú y yo al mismo tiempo El nombre del viento que por otra cosa.
La idea de una historia corta con Auri como protagonista me llamaba la atención, pero creo que Patrick Rothfuss ha decidido hacer un tipo de historia que no conecta conmigo porque desaprovecha todo su potencial.
Como en tu caso, la figura de Rothfuss ha llegado a resultarme, hasta cierto punto, cargante debido a las polémicas que ha protagonizado en los últimos años y ese aire de "soy el más listo de la clase" del que siempre hace gala. No dudo de que sea un buen tipo, pero no creo que la imagen que da para algunos sea la más acertada. Pero, en fin, más allá de eso, no he terminado de "tragar" esta novela.
Y sí, el temor, más que de un hombre sabio, es saber cómo concluirá la tercera parte.
Muchas gracias a ti por encontrar tiempo para pasarte por el blog, escribir y compartir tu opinión conmigo.
¡Un abrazo enorme!