En el Palacio de Congresos de Fuerteventura, antes de comenzar el Congreso de Jóvenes Lectores que fue el pasado 4 de mayo. |
El miércoles 4 de mayo me
desperté a las cinco de la mañana para ir al aeropuerto. Doy las gracias a
Tatiana por haberme aguantado durante todo este tiempo, ayudarme con el viaje y
un sinfín de cosas y no tenderme alguna trampa para enviarme a Azkaban, Hatualzam
o alguna prisión similar con el tema del vuelo. Qué buena eres.
Viaje a Fuerteventura
Sé que sonará un poco triste,
pero es la primera vez que me subía en un avión en mi vida. Sí, yo que escribo
de barcos que vuelan y devoran vidas. Sí, yo que leo sobre viajes entre dimensiones.
Sí, yo que voy de guay por la vida. No, nunca había subido a un avión y a lo
más lejos que había llegado era a Gáldar, en Gran Canaria. Así que ahora tocaba
ir a Fuerteventura en avión.
Con un complejo extraño de señor
que no sabe bien adónde va, estuve deambulando por el aeropuerto Tenerife Norte
hasta que, al final, pude pasar el control de seguridad sin ningún problema y me
sumé a una de esas largas colas que te llevan a una extraña guagua sin asientos, que podríamos llamar lata de sardinas y que te hace apreciar mucho tu espacio
propio. No obstante, me gustó la experiencia de ir hacia ese avión, esas historias encarnadas en cada persona que toma el vuelo... ¿Adónde van? ¿Qué será de ellos? ¿Qué pasará a continuación?
El avión era una especie de guagua con alas. Son pequeños, pero seguros.
Supuestamente, si le falla un motor, pueden planear. No creo que se convierta en
barco y yo tampoco sé nadar muy bien, pero vaya, todo el mundo parecía muy
contento y yo me dirigí directamente hacia la ventana. Que conste que tengo
vértigo, un vértigo extraño que consiste en “no me importa lo alto que esté mientras
no tenga que bajar”. Luego, me di cuenta de que no solo escogí asiento pegado a ventana sino que
cogí ala y motor, con lo cual podía usar mis conocimientos periodísticos para
narrar en primicia si el motor fallaba. De tal modo que eso de ponerme a mirar por
fuera podía ser tan perturbador como Pesadilla a 20.000 pies de altura. Solo
faltaba el gremlin desmantelando el ala y solo un servidor viéndolo. De todos
modos, lo único que pasó es que puse una cara de idiota durante todo el viaje,
con una enorme sonrisa y nada más. Ni vértigo ni mareo ni nada parecido. La
alianza rebelde ya puede contratarme para destruir la próxima Estrella de la
Muerte (que sabiendo lo bien que plantean sus estrategias en esa galaxia tan
lejana dirá que hacen otra sí o sí y lo mejor: con un punto débil).
El vuelo se me antojó cortísimo.
Mar, mar, mar y yo mirando cómo aparecían las otras islas e islotes. No hubo
turbulencias y sí un par de imágenes interesantes (el Teide desapareciendo
entre las nubes para dar paso a esa visión espectacular del resto de las islas).
Puedes ver cómo la mano del hombre ha mancillado algunos puntos de las islas y
sus aguas, pero hay otros puntos que aún se conservan casi vírgenes y verlos
desde tan arriba es una visión espectacular. No digo nada nuevo, pero digo algo que he vivido y ya con eso me vale.
Por tanto, en el vuelo no hubo nada de
turbulencias ni ninguna situación tipo Aterriza como puedas y yo feliz como un
niño pequeño. Una amiga, Rosa, me dijo recientemente que desde que pillabas tu
primer vuelo tenías que tener cuidado porque luego te quedabas enganchado de
esa sensación, de esa experiencia, y después no había quien te bajase de un
avión. Me recordó a mi tío, Toño: de pequeño decía que, como yo nunca salía de
casa, cuando empezase a salir, mi madre ni me vería la mayor parte del tiempo; fue cierto. Espero que lo
dicho por Rosa se haga real también. 😆
Pronto (más de lo esperado)
apareció Fuerteventura, una isla enorme donde se conservan grandísimos parajes
sin haber sido tocados por la mano de los seres humanos. Su aspecto desde las
alturas es espectacular. No es de extrañar que haya sido elegida como escenario
para series como Doctor Who o películas como Exodus y el futuro spin-off de Han
Solo. El aspecto va entre el desierto a la montaña salvaje, hay pocos coches,
las carreteras se mimetizan con el paisaje y el sol es el más claro que habréis
visto en mucho tiempo.
Cuando el avión tomó tierra (tras
que nos diesen agua, chocolatinas, caramelos y periódicos), fui al interior del
aeropuerto de Fuerteventura, que resultó ser pequeño, pero muy familiar (y sí, esto suena a descripción de minipiso, pero...). Allí
me recibieron los organizadores del Congreso de Jóvenes Lectores de Fuerteventura junto a Andrés, otro de los autores participantes. Desde allí partimos al
cercano Palacio de Congresos donde se celebraría el evento, pero antes, conocí al resto de autores, Francisco y Daniel, y al resto de organizadores.
En Fuerteventura, sin nada alrededor, cerca de su costa. Una experiencia genial junto al Congreso en sí. 😀 |
Congreso de Jóvenes Lectores de Fuerteventura
No puedo dejar de dar las gracias
a los organizadores por su trato en todo momento. Se portaron muy bien con
todos nosotros y todo fue a las mil maravillas. Pienso que los eventos así son
necesarios, porque ayudan a acercar a los escritores y a los lectores, pero
también permiten que la actividad de la lectura tenga un enfoque social: no
lees para quedarte en casa, solo, sin más, sino que lees también para compartir
tu experiencia y lo puedes hacer del modo más creativo posible. Celebraciones
como estas fomentan ese espíritu al que no podemos renunciar y más en estos
tiempos donde, como decía Ray Bradbury, autor de Fahreheit 451, se puede hacer
algo peor que quemar los libros y es no leerlos.
Agradecer también al resto de los
autores Andrés, Daniel y Francisco la bienvenida que me otorgaron y sus
palabras antes, durante y después del evento. Es estupendo que el mundo de la literatura
tenga a personas tan humanas y próximas en vez de egos más insufribles que el
padre de Peter Quill. Me alegro también de esta perspectiva que nos ofrece el
Congreso a los autores a la hora de conocer a compañeros. Ha sido un placer.
Tras la llegada de los
estudiantes al Palacio de Congresos, el presentador, ataviado como Cervantes y
más tarde como Bécquer (mi Bécquer de LABERINTO, jeje), habló sobre el acto,
los estudiantes, la importancia de la lectura, los autores invitados y lo más
importante: los centros. Además, asistieron autoridades de la isla y del Gobierno de Canarias que hablaron sobre la educación, la lectura y la juventud
como claves para seguir avanzando. Después, de estos momentos tan estupendos,
los alumnos comenzaron sus representaciones sobre las obras que habían leído.
En mi caso, el IES La Oliva y el IES Santo Tomás seleccionaron la obra y me
sorprendieron con sus trabajos.
El IES La Oliva preparó un
cortometraje genial donde Devon y Gwen conocen la dimensión de este instituto
situado en la isla de Fuerteventura. Alumnado y profesorado unieron fuerzas y
se implicaron a la hora de crear esta pieza audiovisual que incluye instantes
magistrales que me arrancaron más de una sonrisa. Bueno, en realidad, no dejé
de sonreír en ningún momento, porque estaba muy emocionado con esta fantástica
adaptación. Ya hay Devons, Gwens, Mundungus y demás en Tenerife y
Fuerteventura. 😀
El IES Santo Tomás también contó
con su propia versión de los personajes, pero no eligieron el formato
audiovisual, sino que crearon… ¡una chirigota! Imaginad mi sorpresa al ver a
estos chavales convertidos en los personajes y empezar a contar, mediante la
música, sus vivencias en torno a la obra. Devon, Gwen, Theophilus, Mundungus,
Blake, los duendes de la Tienda… Todos ellos aportaron momentos muy cómicos y
geniales a su obra. 😄
Dar las gracias también al IES
Puerto del Rosario, que asistió como invitados y se portaron muy bien como
espectadores, además de hacer preguntas y comentarios muy interesantes, que se
sumaron a los expuestos por La Oliva y el Santo Tomás. Cada vez que me
encuentro con jóvenes lectores y hablo con ellos me doy cuenta de la magia y el
futuro que suponen para cada uno de nosotros. Deseo que esa energía, esa llama,
nunca se apague. De ellos depende todo.
A continuación, se celebró la
mesa redonda con todos los autores. Siempre me pongo tan nervioso que, a veces,
cito obras como Fahrenheit 451 y no sé si he dicho 458 o qué. Cuestión de no
ser muy bueno en Matemáticas. Los estudiantes pudieron preguntarnos sobre diferentes temas y disfruté mucho de este momento agradable. Las respuestas del resto de los autores me parecieron sumamente interesantes y yo añadí poco más, como una mención a J. K. Rowling, Neil Gaiman, Tolkien y todos esos autores que son culpables de que yo esté aquí.
El evento terminó con una pieza teatral bastante animada que arrancó al público más joven. Yo, como soy una cabeza adosada de mala manera a un cuerpo, no pidáis que baile. No puedo. No estoy programado para ello, pero me alegra que el resto de la gente que me rodea sí pueda.
En resumen, ojalá todos los Congresos fueran
así de fascinantes. No dudaría en ir a más de ellos si fueran así, si tuvieran
esa viveza, esa imaginación, esa alegría, esa fascinación…
Después del evento, donde también
se nos obsequiaron con regalos (¡gracias!), pudimos hacernos algunas fotos con
nuestros lectores y yo charlé con jóvenes de distintos centros, muchos de ellos
potterheads que estaban interesados en Devon Crawford y los Guardianes del
Infinito. Como a los estudiantes que seleccionaron la obra, les di una imagen
de Devon Crawford que realizó Alejandra Aguado y que lleva a esta entrada dondese habla de la continuación de la saga.
Conociendo la creatividad de Fuerteventura
Debo dar las gracias a la
profesora Carolina y sus compañeros por recibirme y enseñarme la isla durante los dos días en los que estuve, desde la Casa de los Coroneles hasta Cotillo pasando por Puerto
del Rosario, el Museo de Miguel Unamuno y demás enclaves fantásticos. Mis
palabras no son suficientes para expresar el cariño, el aprecio y la deuda que
siento hacia ustedes. Fuerteventura es una isla preciosa, llena de matices, con
enormes parajes despoblados con una belleza natural increíble como la zona de Tindaya… No
hay apenas semáforos y tampoco ruido, con lo cual se antoja como un lugar
perfecto para escribir en completa tranquilidad. ¡Y las playas! Oh, las playas…
Nunca he sido muy de ir a la playa, como a Devon, a mí la playa me pegó de
pequeño o algo así, pero debo decir que las que posee Fuerteventura son
preciosas, largas extensiones con pocas personas y sí muchas olas que conforman
una belleza inigualable. Olvidaos de muchos turistas o bañistas, hay partes
donde parece que solo el mar reina sin problemas y eso da un montón de imágenes
interesantes en torno a enclaves como el castillo del Tostón, que, pese a su
nombre, me gustó mucho.
Fuerteventura es también su
gente. Todas las personas que he conocido me han tratado muy bien, me han dado
una mano cuando hacía falta y han sido los mejores conmigo, alguien que andaba
un poco perdido con su primer viaje. Los majoreros son muy amables, simpáticos
y habladores. Guardaré todo esto conmigo para recordar que hay gente que vale
la pena. ¡Gracias!
Además, pude impartir dos cursos de
creación literaria en el IES La Oliva y el IES Santo Tomás de Aquino que fueron
muy bien, porque los chavales están llenos de grandes ideas y no se asustan
ante un reto de escritura. Me sorprende su creatividad y su curiosidad, también su
deseo de escribir terror, género que supuestamente no le gusta a los jóvenes y
que ellos me demuestran lo contrario, que les encanta. He guardado sus relatos
como recuerdo y obsequio de mi estancia en la isla y sé que siempre me
acompañarán sus historias. ¡Gracias!
El vuelo de regreso fue muy
tranquilo. Atravesamos dos bancos de nubes, algo que me encantó, y pude ver
Tenerife de nuevo desde las alturas. Qué pequeño es Santa Cruz o La Laguna
desde allá arriba. Parece que podrías cogerlo todo con tus manos, por mucho que
esto suene a comentario típico, pero la experiencia no lo ha sido para mí, ha
sido una vivencia que guardaré con cariño para siempre.
Lo siento por ser muy
monotemático y estar todo el rato dando las gracias, tanto al Congreso de
Jóvenes Lectores de Tenerife como el de Fuerteventura, pero ¿qué otra cosa
puedo hacer? Nunca he sido una persona demasiado feliz y los últimos años
tampoco han sido extraordinarios. Entonces, ¿qué debo hacer salvo alegrarme y
sentir que debo dar gracias por ello? Hay gente que me dice “es porque te lo
mereces, no tienes que dar las gracias”, pero siento que sí debo hacerlo,
porque es para mí una fortuna, un regalo inmenso.
Sé que, algún día, cuando vuelva
a mirar hacia detrás, hacia mi pasado, evocaré estos instantes de mi vida como
algunos de los más alegres. Infinitas gracias a todos por compartir esto
conmigo.
Devon Crawford volverá, ¿cómo no hacerlo después de todo esto?
Devon Crawford volverá, ¿cómo no hacerlo después de todo esto?
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