Grumetes, os voy a contar una historia. El
reino de Pixar yacía en su esplendor entre crítica y público, pese a que sus
últimos movimientos no habían sido deslumbrantes. El imperio Disney parecía
solo tener un contrincante en cuanto a animación: los cada vez más poderosos
estudios Ghibli. En la sombra, Dreamworks a veces regala algún destello de su
botín como El origen de los Guardianes y el hedor de alguna secuela
indeseada. Mientras, las aguas parecían tranquilas, pese a los espasmos de la animación menos
anclada a los grandes estudios. Entonces, apareció la bandera negra (de
plastilina) de los estudios Aardman, los creadores de Wallace y Gromit, y
abordaron a una industria demasiado confiada, demostrando que sus piratas han
visto tierra y pueden ser un digno adversario en los océanos de la animación.
¡Al abordaje!
Hurm, después de tanto melodramatismo, comencemos.
Lo
inesperado, cuando es bueno, se agradece. Esto le ha ocurrido a un servidor con
¡Piratas!, una película caracterizada por un humor subversivo, una buena
historia y una animación en stop motion estupenda.
Lejos
del humor facilón de propuestas como Madagascar, lo edulcorado de lo
último de Pixar o lo cansino de sagas como Shreck, ¡Piratas! se descubre como un producto
salvaje, despendolado, que aviva el cine de aventuras, hoy casi extinto por
la manía de tanto efecto visual sin alma.
La
película nos cuenta la historia del Capitán Pirata (Hugh Grant) y su variopinta
tripulación en la que destaca Número 2 (Martin Freeman), que se han presentado
al premio Pirata del Año, una especie de Oscars de los ladrones de alta mar. Como el Capitán no es lo que
era, decide ir en busca de un gran botín. Entonces, se cruza con el mismísimo
Charles Darwin, que está buscando moza -y alguna especie en extinción- (voz en
inglés del fantástico David Tennant). Sus pasos (o su trayectoria marítima) les
llevarán hasta una Reina Victoria (Imelda Stuton) que odia a los piratas que
quedan en el mundo. Fruto de una mezcla imposible, tenemos una trama más
interesante, compleja incluso y entretenida que la cuarta entrega de la
malograda saga Piratas del Caribe, por poner un ejemplo.
Acción
y diversión se mezclan en este barco, demostrando por qué Pixar puede hacer
grandes películas, pero nunca sacar una vena tan gamberra como Aardman (véase el
London calling, los chistes con respecto a no ligar en alta mar, la animación
de las travesías por el mapa, los intentos de abordaje frustrados a barcos como
el nudista, ese mayormono que patea el culo al perro parlanchín de Up!, esas
bromas sobre la Reina Victoria o el propio Darwin y su evolucionismo…). Uno se
imagina que en otros estudios de animación más conservadores habría un señor
con una campanita que la haría resonar cuando viera algo “indecente”, como el
cura de Cinema Paradiso.
Aardman demuestra un detallismo con su stop motion y una gracia propia de este
estilo de animación a reivindicar más allá de los excelentes proyectos de Henry
Sellick. Este estudio decide tomarse su tiempo antes de cada
proyecto, divertirse con cada uno y darnos lo mejor pese al lustro de trabajo
que pueda llevarles. Es ese perfeccionismo y esfuerzo el que se nota en cada
fotograma, desde los personajes hasta los ambientes como esas preciosas
maquetas del Londres victoriano. Por tanto, el stop motion puede seguir a toda
vela.
Los
mayores problemas de ¡Piratas!, que no la hacen
naufragar no obstante, puede ser alguna falta de ritmo en algún instante o alguna escena
donde el gag no funciona del todo.
Por suerte, con
¡Piratas!, Aardman vuelven a demostrar que son un adversario digno y que
enarbolan con orgullo su bandera… pirata. Lo bueno de la competencia en el mundo de la animación, sin duda.
Sin duda el mono es de lo mejor de la película. No he llegado a ver la 4 de Piratas del caribe, y creo que hago bien en no hacerlo. David Tennant, eso me recuerda que he de seguir con Doctor Who.
ResponderEliminarEs una buena película, infinitamente mejor que la aburrida y cansina Piratas del caribe 4. Sobre Tennant, pues ¡ya sabes! :)
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