“Su mundo ha sido destruido. Nueve jóvenes han escapado, llegando a la Tierra, pero tres ya han sido asesinados por sus viejos enemigos. Ahora le toca al cuarto.
(¡Malditos psicópatas galácticos a los que les gusta las matemáticas!)”.
Críticas de cine:
“Soy el número cuatro”
de D. J. Caruso (2011)
Póster de Soy el número cuatro. Fuente. |
“Mi infancia fue un episodio de Expediente X”
SAM (Callan McAulliffe)
Soy el número cuatro es una película sincera. Con ello, quiero decir que, desde que ves un tráiler, sabes lo que promete: cine comercial sin alma (producción de Michael Bay), clichés a más no poder, personajes más planos que la masa de una pizza, frases estúpidas, chistes sin gracia (y publicitarios, ojo a lo del Red Bull y la X-Box) y todo ello para todos los públicos. ¿Para todos? Más bien, dedicada sólo a los adolescentes (se ve que el cine para los niños debe también tener cosas que entretengan a los adultos, pero eso no se cumple con el cine “adolescente”). Se vende como lo que es, no se vende como arte y ensayo. Lo malo es cuando fracasa en aquello que intenta ser. Todo está demasiado visto como en Avatar de James Cameron.
¿La culpa de todo esto? Por un lado, la dirección desganada de D. J. Caruso saliendo al paso y un guión más simple que el mecanismo de un cubo (y no de rubik, precisamente). ¿Por qué la dirección falla? Caruso no se molesta en rodar con algo de clase, se mueve por convencialismos cansinos. Como Caruso no se molesta en el film, yo tampoco me molestaré más comentado su “labor”.
¿Por qué el libreto da pena? El guión es torpe y simplista, colmado, plagado de tópicos, a los que les falta inteligencia a la hora de ser usados. El ritmo se va por la borda cerca del final, donde la trama empieza a aburrir porque sabemos a qué atenernos y no hay nada de sorpresa. Además, el libreto, ya no sólo recuerda muy vagamente a Superman, sino también a la teleserie Smallville (Miles Millar, uno de los guionistas de Soy el número cuatro, estaba involucrado ella), aunque sin ninguna gracia (no hay un Lex Luthor, resumamos).
Magneto se cabreará si ve esto. Fuente. |
Al menos, uno se ríe con esta fantasía que dice ser ciencia-ficción, con un “lagarto-perro-bichejo” (que evoluciona, cual Pokémon o homínido) que no se sabe bien de dónde sale y a qué viene y, sobre todo, con unos tutores (unos guerreros de otro planeta) que se supone que tienen que cuidar de los críos y son más inútiles que un helado en el día de Navidad, siendo los primeros en morir.
Al menos, no es tan Crepúsculo como puede parecer (aunque cierto tufillo tiene): tiene momentos ñoños, pero al menos hay alguna escena de acción y ocurren cosas durante el metraje. Mediocres, pero pasan. Algo es algo.
De esto va la película, en realidad. Fuente. |
Hay personas que justifican esta película, con todos estos errores, diciendo que es una película juvenil basada en una novela para el público más joven (muy libremente, según sus lectores) y, por tanto, no se le puede exigir más. Yo me niego absolutamente a esto. Una serie como Doctor Who es para toda la familia y es una de las mejores series de todos los tiempos, ¿por qué deberíamos de conformarnos? ¿Por qué hacer de la novela o el cine juvenil una estupidez? A caso, ¿no hay grandes películas juveniles, muy disfrutables y entretenidas, como Los Goonies?
En cuanto al reparto, Alex Pettyfer interpreta a un personaje sin carisma (se llama John Smith), Dianna Agron hace de chica buena rara con lo que puede, Teresa Palmer aparece en un par de escenas dejando claro que “soy una tía dura” (y nosotros: “pues vale”) y Callan McAuliffe haciendo de típico raro de instituto americano. Los ves y dices "nada, en otra película ya veré si interpretan bien o no"). El actor más conocido es Timothy Oliphant, uno de esos solventes intérpretes que debería tener una película de verdad y que en Estados Unidos está cosechando ahora cierto éxito con la serie Justified. La pena es que Oliphant está bastante desaprovechado (y sigue la regla del mentor del cine americano o del Obi-Wan [peligro de spoiler]: a la mitad o último tercio: muere porque ya no le hace falta al discípulo [fin del spoiler]).
Cuatro y compañía y los destellos de rigor. Fuente. |
Los villanos hacen las buenas películas, libros, videojuegos… En Soy el número cuatro no los hay. Existe una panda de alienígenas cazadores con aspecto chungo, tan idiotas que pellizcan los cristales, que no sabemos sus motivaciones y tienen un bicharraco raro en un camión. Más que los grandes villanos, parecen los esbirros de un gran malo, el jefe final…Pero no lo hay. Uno acaba compadeciendo al “líder malo” (que interpreta Kevin Durand) y compañía, deben ser los pardillos del gremio de los malos.
Los efectos especiales son bastante simples. No nos asombran para nada. No hay absolutamente nada que nos haga sorprendernos y en más de un momento da el cante. Sin historia ni efectos especiales buenos Soy el número cuatro es algo bastante mediocre, aunque te permita pasar el rato.
Sobre las escenas de acción pues… Vale. ¿A qué es curioso que haya un montón de pelis y series donde destrozan un instituto durante la peleíta final? ¿Un alegoría sobre los adolescentes, que son “aliens”, que desean destruir los odiados colegios? Será.
En definitiva, Soy el número cuatro no es una película de otro mundo, sólo un mero entretenimiento para cuando se esté muy aburrido y no se quiera ver una película que conlleve pensar demasiado.
Los grandes villanos del film... Coff, coff... Ironía... Fuente. |
Crepusculo+aliens. Y si además , como dices en tu crítica no tiene efectos especiales buenos, ni malos y un guión mediocre pues otra peli a la lista negra de no ver bajo nigún concepto.
ResponderEliminarHola, superñoño.
ResponderEliminarNo es tan "Crepúsculo" como podría parecer, pero sí, tiene cierto tufillo.
Es una película para ver una tarde de sábado en la que no quieras pensar demasiado. No tan mediocre al menos como "Caperucita Roja, ¿a quién tienes miedo?".
Un saludo y gracias por el comentario, hasta la próxima visita.