No salimos de una epidemia para meternos en otra. Hay una moda en el sector literario en España que me tiene francamente fascinado: las ediciones especiales de libros con cantos coloreados. Sí, son visualmente atractivas, y sí, dan ese toque «guay» a nuestras estanterías para sacarle una foto en Instagram, pero, ¿a qué coste? No hablamos de capítulos exclusivos ni ilustraciones en muchos casos, sino cifras desorbitadas por una tapa dura y unos cantos con unos detalles. Nada más. Lo que parece un sacacuartos más es, para mí, una advertencia. Las editoriales están viviendo del pan para hoy y hambre para mañana. Nos estamos acercando peligrosamente al precipicio de convertir los libros en meros objetos de colección, un fenómeno que ya hemos visto con consecuencias desastrosas en el pasado.
El precedente: la especulación en los cómics
Recordemos los cómics de superhéroes de los ‘90. Ah, aquellos días gloriosos en los que cada nuevo número venía con una portada holográfica, un autógrafo, veinte mil portadas alternativas o alguna otra chorrada que prometía hacerlos más valiosos. Más allá de superhéroes hipermusculados y dudoso dibujo (de ahí viene Rob Liefeld y toda la caterva de «chicos malos» de la industria), la burbuja especulativa creció y creció… hasta que estalló, como bien se relata en Marvel: La historia jamás contada de Sean Howe. Los cómics, que alguna vez fueron queridos por sus historias y arte, se convirtieron en artículos de especulación, y muchos coleccionistas se quedaron con montones de papel brillante y sin valor. Los ejemplos de series como X-Men o Spawn, que inundaron el mercado con ediciones especiales, son claros recordatorios de cómo la sobreproducción y la especulación pueden destruir un mercado.
Y es cierto que el ser humano es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Los sellos cambiaron por los cómics, los cómics cambiaron por cualquier otro sector donde supuestamente la exclusiva se revaloriza. No olvidemos el auge de los NFT. Y ahora, esto puede trasladarse al mundo de la literatura.
¿Queremos realmente que los libros sigan ese mismo camino? La literatura debería ser apreciada por su contenido, no por cuán llamativo sea su lomo o su portada. Las ediciones especiales con cantos coloreados están alimentando un mercado en el que el valor se mide más por la rareza y la apariencia que por la calidad de la obra en sí. Esto distorsiona la verdadera esencia de la lectura. No estás comprando un libro por su historia, sino por ser un simple objeto que poder revender.
El problema de Alas de sangre
Todo empezó con Alas de sangre de Rebecca Yarros. Es una novela sobre una academia de jinetes de dragón que no te crees en ningún momento. Una obra de «romantasy» que poco aporta a un género donde hay mejores novelas. Sin embargo, el problema comenzó con la idea de crear una primera edición limitada, con cantos coloreados. Más allá de la «calidad» de la novela, esta convirtió en un objeto de coleccionista. Basta con ir a cualquier web de compra y venta de productos para ver cómo se especula con estos libros.
E irónicamente, cuando salió Alas de hierro, su segunda parte, se produjo otro caos: ediciones especiales reservadas que no llegaban, caos y peleas (no exagero) en librerías… ¿Y lo más irónico? Que su editorial, Planeta, ha anunciado recientemente otra edición megaultraespecial para finales de año. ¡Se ve que se quedaron con ganas de sangre!
¿Cuál es el problema de que esta moda de ediciones especiales se haya vuelto un imperativo de nuestro sector editorial? Que esto crea una barrera de entrada para nuevos lectores y fomenta una cultura de exclusividad que no tiene nada que ver con el amor por la lectura. Esto no solo hace que los libros sean inaccesibles para muchos lectores, sino que también fomenta una cultura de compra y venta que es ajena al verdadero propósito de la literatura.
¿Ediciones especiales?
Con todo esto, lo que quiero decir es que la belleza de una edición puede ser un extra, pero no debería ser el principal atractivo. Yo mismo me he hecho con alguna edición especial de Fahrenheit 451 o American Gods porque venían ilustradas por autores que me gustaban o incluían algún prefacio interesante. El problema es cuando la industria editorial se centra más en la apariencia que en el contenido. En ese caso, corremos el riesgo de convertir la lectura en una actividad superficial y materialista.
Así que la próxima vez que veas un libro con esos cantos de colores, piensa en lo que realmente estáis comprando. ¿Es el contenido lo que os atrae o es solo el brillo exterior? La literatura merece ser valorada por sus historias, sus personajes y sus ideas, no por lo bonito que se vea en una estantería. Si seguimos este camino, podríamos estar en una burbuja especulativa similar a la de los cómics de lo ´90, y todos sabemos cómo terminó esa historia: con la bancarrota de compañías como Marvel. Ahora, las editoriales, hambrientas de éxitos, podrían ser las primeras que se vean en serios problemas si el público se cansa de estas ediciones que, además, tienen unos precios cada vez más elevados. ¿Cuántas de estas editoriales sobrevivirán a la embestida?
Hay un refrán que dice que no debemos juzgar un libro por su portada. Ojalá recordemos esto y apreciemos los libros por lo que son: portales a otros mundos, fuentes de conocimiento y entretenimiento. Convertirlos en meros objetos de un capitalismo exacerbado parece obligatorio. El drama será cuando empiecen los problemas.
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