«Hay algo que mi padre, Jor-El, me dijo una vez… Que es mejor vivir con propósito y morir por accidente… que vivir por accidente y morir sin propósito».
En 1961, se publicaba el primer número de Los Cuatro Fantásticos y con ese cómic Jack Kirby y Stan Lee iniciaban la llamada Silver Age, la Edad de Plata que haría que los superhéroes tuviesen pies de barro (como anunciaba la portada del tebeo). De ese modo, los héroes de la Edad de Oro como Superman verían el auge de Marvel y se iniciaría otra etapa también para DC Comics, una etapa donde los superhéroes bajarían a la Tierra. Y ahora, en 2024, volvemos a esa época con Superman: La Era Espacial.
¡Ah, los años ’60!
Los Beatles, la televisión, un cine rebosante de una nueva alegría tras superar los avatares de la posguerra… Y mientras en los cómics teníamos viñetas rebosantes de color e historias que mezclaban lo naíf con lo humano, en la realidad Estados Unidos y la Unión Soviética mantenían el dedo sobre el botón rojo que podía iniciar una guerra atómica que acabase para siempre con la humanidad. ¡Ah, la destrucción mutua asegurada!
En Superman: La Era Espacial, Mark Russell nos lleva a este período crucial de la historia mundial, donde la humanidad se enfrentaba a una encrucijada entre la esperanza y el miedo, entre el progreso tecnológico y las amenazas nucleares. Y para ello recurre a un personaje como Superman, todo un símbolo de los superhéroes desde que surgiese allá por 1938.
Tras décadas, muchos se preguntan ¿por qué necesitamos a Superman? Y tras verlo convertido en los últimos años en villano en multitud de obras (cómics, películas, videojuegos…) es interesante ver cómo Russell nos recupera al Superman inocente, heroico y esperanzador de los cómics. Y no es fácil.
En este escenario tan complejo, Russell nos presenta a un Superman que encarna la esperanza en su forma más pura, pero también como un reflejo de los desafíos y contradicciones de su tiempo. Es más, puede que el tema central de la obra sea qué es la esperanza y qué supone para nosotros.
Volver a creer
La Era Espacial narra de nuevo muchos aspectos que ya conocemos de la mitología de Superman, como su llegada a la Tierra un 29 de febrero o cómo fue criado por el matrimonio Kent, también cómo descubrió la Fortaleza de la Soledad y reclamó su manto como guardián de nuestro mundo y Último Hijo de Kriptón.
Sin embargo, Russell mueve la llegada de Superman y hace que sus aventuras como héroe comiencen en los ´60, la época en que el Camelot que quiso crear John F. Kennedy se vino abajo. Y para ello, Russell mezcla a enemigos reales (los lobbys armamentísticos) con los imaginarios, con un Brainiac que quiere crear un universo que escape de la amenaza del Antimonitor (que está destruyendo cada realidad).
A través de una narrativa interesante, Russell teje una trama que no solo enfrenta al Hombre de Acero contra sus clásicos enemigos como Lex Luthor y Brainiac, sino que también lo coloca en medio de los tumultuosos eventos históricos de la época. Desde la muerte de Kennedy hasta la guerra de Corea, pasando por las tensiones entre Estados Unidos y la URSS, el cómic sirve como un espejo de la sociedad y la política de la época, permitiendo al lector reflexionar sobre los paralelismos con el mundo contemporáneo.
Un hombre puede volar
La premisa puede recordarnos a lo que han hecho cómics recientes de Marvel, como el Spider-Man: Toda una vida, que involucraba a Spidey en problemas históricos (haciéndolo envejecer) o recordarnos cómo obras tan celebradas como Watchmen o El regreso del Caballero Oscuro no temieron profundizar en problemas reales de los ’80. No obstante, algunas decisiones no son tan acertadas, como ese Superman que se desvela ante el posible estallido de un conflicto entre estadounidenses y soviéticos (al estilo Bahía de Cochinos) o la destrucción de una Coast City que no deja auténticas consecuencias en una obra que cita que la vida son solo cuatro letras, pero que, en realidad, significan precisamente eso “consecuencias”.
Y es que más allá de la esperanza otro tema fundamental es la predestinación. La Era Espacial toma muchos elementos del gran crossover de Crisis en Tierras Infinitas, como el Antimonitor, pero también a Paria, un visionario que le cuenta a Superman que quedan veinte años para la destrucción de la Tierra. Desde ese instante, el Hijo de Kriptón lucha por salvar el planeta, aunque cree que veinte años, visto lo visto, son demasiados sabiendo de las constante amenazas a las que se enfrenta la humanidad da la que juró proteger.
Lejos de la grandeza
En términos de guion, Russell demuestra su talento una vez más, aunque está lejos del gran trabajo que realizó en Los Picapiedra o Not all robots. Hay buenas ideas, sin duda: diálogos, viñetas, instantes… que están entre lo mejor de los cómics de Superman recientes, pero se quedan ahogados por momentos más anodinos o donde se pierde el punto de atención. Si nos centramos en los cantos de cisne alrededor de Superman, tenemos historias mejores, como el All Star Superman de Grant Morrison y Frank Quitely o ¿Qué le sucedió al hombre del mañana?, de Alan Moore y Curt Swan.
Percibimos que, cuando mejor se lo pasa, más allá de sus reflexiones a través de personajes como Superman o Batman, es cuando es capaz de dar algún toque de ironía o sátira a la historia (sobre todo con Lex Luthor, el hombre más inteligente… entre las cenizas).
A la vez, pierde el foco en algún momento: se centra en Batman y olvida a Superman, lo que nos hace pensar en que quizá el título hubiese funcionado mejor como un cómic de La Liga de la Justicia, aunque tampoco se indague demasiado en este grupo (que evoca mucho a la serie televisiva de animación de Los Superamigos).
Si bien la trama puede sentirse larga en algunas partes y superficial en otras, Russell logra capturar la esencia de Superman y su relevancia en el mundo moderno, ofreciendo una visión convincente y perspicaz del icónico héroe de DC.
Crítica de #Superman: La Era Espacial, de Mark Russell y los Allred. ¿Está a la altura del mito o pierde toda su fuerza? Share on XCaída y triunfo
En cuanto al estilo artístico a cargo de Mike y Laura Allred, su enfoque cartoon, aunque no alcance las alturas de otras obras que han realizado (se me viene a la cabeza el Silver Surfer guionizado por Dan Scott), aporta un aire de frescura (aunque no de dinamismo) pese a rostros estáticos demasiado similares los unos a los otros (que se dejan una fortuna en rímel) o viñetas que no consiguen del todo estar a la altura. El coloreado de Laura Allred complementa perfectamente el estilo visual de su esposo, creando una estética llamativa, pero que se queda lejos de estar entre lo mejor de esta pareja de artistas.
Superman: La Era Espacial es, en el fondo, eso: un título ambicioso que usa a Superman como metáfora de una humanidad condenada (idea que se puede extrapolar a nuestra época), pero que no logra tomar el vuelo y profundizar como debería hacerlo en un personaje mítico que es tan importante en tiempos de crisis.
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