«Hace mucho, mucho tiempo, en una galaxia muy, muy lejana…».
A principios de los ’90, George Lucas ya perfilaba la trilogía de precuelas de Star Wars que narraría la caída de Anakin Skywalker al Lado Oscuro. La idea de una trilogía que fuese una secuela de las originales y continuase la historia de Luke quedó en el tintero… tintero del que se alimentó la pluma del escritor Timothy Zahn, quien iniciaría su propia trilogía literaria de Star Wars: Heredero del Imperio.
No podíamos imaginarnos entonces que treinta años después, una serie de televisión de Star Wars retomaría todos hilos y que esa serie se llamaría… Ahsoka.
Herederos del Universo Expandido
En los ’90, los fans, hambrientos de historias, leyeron en la continuación en formato de novela de las aventuras de Luke, Leia y Han, y la introducción de personajes como el Gran Almirante Thrawn o el Jedi renegado Joruus C’baoth, la trilogía cinematográfica que no pudieron ver en la gran pantalla.
Cuando en 2012 Disney se hizo con Lucasfilm, el Universo Expandido, alimentado de historias como Heredero del Imperio y cientos y cientos de conceptos más, pasó a considerarse Leyendas… Unas leyendas que, lejos de morir, sirvieron para hacer germinar nuevas historias a manos de autores como Dave Filoni, heredero espiritual de George Lucas y cabecilla de la serie de animación en 3D Clone Wars.
Sería el propio Filoni quien recanonizaría a personajes como Thrawn en la serie de animación de Rebels, tomaría conceptos de los antiguos videojuegos como los dark troopers en The Mandalorian o agregaría el monte secreto de la clonación en Bad Batch. Pequeños enlaces entre lo antiguo y lo viejo que han visto su culmen en la serie de Ahsoka.
Pero ¿lo ha logrado?
¿Quién es Ahsoka Tano?
Antes, tenemos que responder a la pregunta de este encabezado.
Creada en 2009, Ahsoka estaba destinada a ser la representante de una nueva generación de fans. Star Wars, aunque algunos se olviden, aúna varias generaciones: hay fans de las clásicas, fans que vieron primero el reestreno, otros de las precuelas, secuelas, animación… Y con Ahsoka, la aprendiz de Anakin Skywalker, se buscó un personaje que representase a la perfección el viaje del héroe, aunque fuese mediante un ligero retcon que se logró que encajase perfectamente.
(Si hay algún repartecarnés que se considere mejor que otra generación de fans, que cierre al salir).
Aunque la película de Clone Wars en 3D resulta, vista a distancia, olvidable o simplemente entretenida (ay, Apestosito), cualquier seguidor de Clone Wars, Rebels o Tales of the Jedi sabe de la importancia de Ahsoka para el mito.
La que comenzase llamándose Ashla (el nombre que Lucas barajó para el Lado Luminoso de la Fuerza en uno de los primeros borradores) acabó convirtiéndose en una heredera de Gandalf en Rebels y en un misterio en The Mandalorian y El Libro de Boba Fett. Ahora, en su propia serie hemos tenido que ver lo que ha supuesto esta transición.
Solo que el problema es que ha costado encajarla perfectamente en la continuidad.
¿Una puerta abierta?
Aunque cabría esperar que Disney hubiese solicitado una serie fácil para el público no habitual de la franquicia (o el que solo ha visto las películas de acción real), hemos encontrado una serie que bebe de los live action, de la animación, de los libros, de los cómics… Dando la sensación de que teníamos que tener la tarea hecha para poder disfrutarla al cien por cien.
¿Al espectador que no ha visto Rebels, por ejemplo, le impacta la aparición de Ezra Bridger, un muchacho por el que viajamos a otro universo y que no sabemos muy bien su papel? Si vemos Rebels, sí. Si no, ¿es tan «sorprendente», tan «potente»?
En fin, desconozco si al seguidor casual le ha gustado reencontrarse con la tripulación de Star Wars: Rebels o si las menciones a las aventuras de estos habrán supuesto algo llamativo, un disparo de imaginación como, por ejemplo, en Una nueva esperanza, el discurso de Obi-Wan sobre las Guerras Clon. Ahsoka, al fin y al cabo, ha sido la quinta temporada de Star Wars: Rebels que nunca tuvimos.
Para los que hemos traído la tarea hecha, aún así hemos tenido que hacer encajes (la escena final de Rebels no conecta del todo con el inicio de Ahsoka y han quedado varios huecos que, aunque sean rellenados con series, cómics, libros…, resultan algo frustrantes, como el regreso de Ahsoka a final de Rebels… aquí casi omitido).
Crítica de la serie #Ahsoka de Star Wars: ¿ha estado realmente a la altura de las expectativas? Share on XProblemas de una galaxia muy, muy lejana
Se añade todo esto que la dirección en algunos puntos de las escenas de acción ha quedado, por el montaje, artrítica. En 1977, Lucas era capaz de darle más brío; no creo que sea un problema de las maquetas usadas en Ahsoka. Del mismo modo, aunque no tengamos una cámara temblorosa como la de Obi-Wan Kenobi, he echado en falta el poner una cámara en el ala que nos trajo el Episodio VII y se llevó a su culmen en The Mandalorian (que, poco a poco, su primera temporada queda casi como una rara avis de este macrocosmos).
Se suma esta lucha semejante al Valle Inquietante que nos causan las animaciones demasiado realistas, pero que aquí tiene otra definición: el paso del dibujo animado al personaje de carne y hueso. Ya nos pasó con el Gran Inquisidor en Obi-Wan Kenobi, pero aquí hemos tenido que luchar varias veces contra ello y, aunque a menudo ha quedado bien, en otras chirría hasta que conseguimos acostumbrarnos.
Y pese a todo, aunque parezca que esta crítica es dura… la he disfrutado bastante.
Héroes y villanos
Cada semana, Ahsoka ha sido mi refugio de Star Wars. Para muchos, la saga de George Lucas es un hogar. He disfrutado de volver a ver a Ahsoka, Sabine, Hera (nuestros ojos ante una Nueva República lamentable), Chopper (nuestro droide favorito), Huyang (maravilloso Tennant)…
Pero ¿ha tenido sentido llamarla Ahsoka? Pienso que la versión Ahsoka ha sido quizá demasiado estoica y sus movimientos son menos fluidos que en la animación, pero vive su propio arco del viaje del héroe. Ella no podrá ser maestra hasta que deje de ser aprendiz y gracias a su encuentro con su antiguo mentor, podrá dar un paso adelante. Como chaval que se crió con las precuelas y ha visto cómo estas tomaban nuevo significado con Clone Wars, ha sido genial ver de nuevo a Hayden Christensen como Anakin.
Sin embargo, también he gozado con dos personajes tan silenciosos y estoicos como Baylan Skoll y Shin Hati (que al compañero Ángel de Jorge y a mí nos han puesto a teorizar sobre los lobos nórdicos, Skoll y Hati). Aunque quizá hicieran falta más grandes escenas para ellos (diálogos que resultasen más impactantes… en algunos aspectos son muy Darth Maul: aspecto chulo, aunque hagan lo justo), creo que Filoni preparaba grandes planes para ellos. Lástima que perdiésemos a un grandísimo actor como Ray Stevenson, que le daba un porte genial al personaje y que, durante años, gracias a Roma, Vikings, RRR, Punisher y tantas y tantas series, nos entregó personajes imponentes.
Sorpresas y tonos
Me lo he pasado bien teorizando sobre quién sería Marrok (vaya jugarreta…) o sobre qué significaba tal frase, tal hecho o tal aparición. ¿Y por qué no decirlo? Aprecio cuando Star Wars es capaz de hacer que su mito viva y reviva constantemente. Cuando veo esta serie y luego regreso a Clone Wars o la saga original puedo hallar conceptos nuevos. Por ejemplo, me ha sorprendido comprender lo joven que era Ahsoka durante el arco final de la serie de animación, el Asedio de Mandalore.
Por otra parte, he aplaudido con el tono de western, historia de fantasía, relato de samurais y ronin (y bokken). He gozado buscando las referencias. Star Wars es un mar de símbolos y aquí he encontrado cientos, dentro y fuera de Star Wars: desde las nornas y las Brujas de Macbeth hasta los planetas del eterno otoño o los círculos que se completan, con hijos que retoman el legado de sus padres, pasando por ejércitos de muertos capitaneados por alguien que porta el nombre del hijo de Caín, Enoch.
¿Cómo no iba a disfrutar de esta búsqueda y captura del mito que, en el fondo, es lo que sigue alimentando a la franquicia de George Lucas?
Guion y efectos
Unir tantos elementos no es fácil y Dave Filoni lo ha conseguido con sus guiones que, pese a algunos problemas (como resultar, hasta cierto punto, previsibles en determinados momentos), conservan el espíritu de Star Wars (quizá más solemne y menos aventurero, pero no por ello, malo). Sobre la dirección hemos tenido de todo en esta temporada, pero echo en falta quizá más trabajo en las labores de montaje.
El peor problema de ambos es que quizá estos ocho episodios saben a preludio y algunas ideas podrían haberse «resumido», pero deberemos esperar para ver el conjunto y juzgar acertadamente este aspecto. No nos precipitemos, no seamos como los Sith.
La visión de Ahsoka
¿Y qué decir de los efectos especiales? Han cumplido gratamente, mejor incluso que en El Libro de Boba Fett o, sobre todo, Obi-Wan Kenobi, donde se les veían más las costuras. Aquí he tenido momentos en los que he pensado que gran parte de lo que estaba viendo en la pequeña pantalla era algo reservado para la grande hace unos años.
Otro aspecto que me ha hecho gozar de Ahsoka (y quizá el mejor) es banda sonora de los Kiner ha pasado a ser parte de mi banda sonora particular. Han enlazado su trabajo en animación con su primera intervención en acción real, uniendo el espíritu de John Williams, con la música de toda la saga y toques orientales que nos recuerdan a los filmes de samuráis.
En definitiva, me he emocionado, he soñado con galaxias lejanas, y el viaje ha merecido la pena.
El mosaico de Star Wars
Pero toca comprender que Star Wars se ha convertido en un mosaico que, aunque muchas veces está abierto, en ocasiones queda más cerrado para los fans. Y eso supone que hace falta un par de pasos más: tercera temporada de Bad Batch, primera temporada de The Acolyte, película de Filoni que sirva de puente de unión…
Si algo me enseñó El despertar de la Fuerza es que Star Wars no puede pedir al espectador medio que resuelva dudas y temas fundamentales de la trama con productos y seudoproductos, y aunque Filoni consigue un relato coherente, en ocasiones puede llegar a sentirse como poco independiente. Y este problema resulta también irónico cuando nos preguntamos, dentro de la visión de la gran franquicia, cómo la Primera Orden pudo ser la gran amenaza cuando Thrawn y sus huestes parecen más terribles, o nos hace cavilar cómo demonios Luke estaba construyendo su templo mientras la galaxia se desmembraba (en serio, ¿te conformaste, Luke, con ser un maestro y dejaste a una ronin sola ante la mayor amenaza de la galaxia? ¿La clave del futuro era tu Academia Jedi, destrozada a posteriori por la pandilla de desgraciados de los Caballeros de Ren?).
Más allá de los peros, Ahsoka sigue siendo un portal a ese mundo entre mundos que se ha convertido Star Wars: un mundo entre mundos que nos hace llegar a las raíces del mito y encontrar en él algo que hemos buscado desde el principio de los tiempos: respuestas a nuestra imaginación y sentido a nuestra existencia.
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