H. P. Lovecraft según Gou Tanabe

En la mayoría de sus obras, H. P. Lovecraft hablaba de lo indescriptible del horror cósmico. Como defendía en sus ensayos, el relato fantástico debía basarse más en la atmósfera que en la aparición de la propia criatura. Incluso su trasunto literario, Randolph Carter, lo sostenía en Lo Innombrable. Solo hay que recordar la célebre frase del escritor:

“La emoción más antigua y más intensa de la humanidad es el miedo, y el más antiguo y más intenso de los miedos es el miedo a lo desconocido”.

No olvidemos, tampoco, que gran parte del terror lovecraftiano se basa en aquello que no puede ser percibido por los sentidos; una vez nos percatamos de ello, como si de la lectura de El Rey de Amarillo de Robert Chambers se tratase, se desencadena la locura. Ya no podemos volver a la ignorancia. Eso lo descubrimos en otros cuentos como: El modelo de Pickman o Del más allá.

Así que siempre es un reto trasladar a un formato visual al autor de Providence. Se sacrifica lo incognoscible a favor de algo que sí podemos llegar a ver. A menudo, los resultados están muy lejos de lo narrado en los cuentos, pero, en algunas ocasiones, hay adaptaciones que están a la altura y es el caso de las realizadas por el mangaka Gou Tanabe. A continuación, hablamos de las publicadas en nuestro país.

El color que cayó del cielo

Este relato largo fue siempre uno de los favoritos de H. P. Lovecraft, el cual no tenía en muy alta estima su propia obra. Aunque ha sido versionado en diversas ocasiones al cómic y llevado a la gran pantalla incluso (una de las últimas adaptaciones fue protagonizada por el incognoscible Nicolas Cage), la versión de Gou Tanabe es una de las mejores porque es capaz de mantener el suspense en todo momento.

En la zona rural de Arkham, el viejo Ammi Pierce relata a un joven tras el proyecto de construir un embalse en el Páramo Maldito qué llevó a aquel lugar a recibir dicho sobrenombre. Cuarenta años antes, cayó un meteorito en la zona, justamente en la granja de Nahum Gardner.

Durante los siguientes días, la familia Gardner se convierte en el centro de atención de todo el país. Los profesores de la Universidad de Miskatonic no tardan en ir en busca de la roca. Sin embargo, durante su investigación, liberan un extraño color que no es de este mundo y que desencadenará la locura y la barbarie en las tierras de los Gardner.

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El dibujo de Tanabe recuerda no solo al manga, sino el cómic de terror occidental.

Lo venido de las estrellas

El color que cayó del cielo es uno de los cuentos más logrados de Lovecraft y uno de los más recordados. Aúna muchas de las características que dan origen al término lovecraftiano: la insignificancia humana, un mal venido de más allá de nuestra comprensión, la fragilidad de nuestros sentidos, la contaminación del ser humano y lo que le rodea, la incapacidad para detener la devastación…

Gou Tanabe consigue una magnífica adaptación al tomar tres importantes decisiones. Primero, mediante su dibujo en blanco y negro, da una atmósfera malsana que, sin sacrificar los rasgos del manga (la gestualidad y el desconcierto de sus personajes recuerdan a Junji Ito, otro heredero de Lovecraft), evoca también a grandes ilustradores del terror como Bernie Wrightson.

Segundo, aparte de un gran respeto por el original en cuanto al argumento y dibujo, también hay un dominio de la narrativa visual que agrega, sin palabras, lo que se describe en la obra. La tensión acompaña muchas de sus viñetas, con intensos momentos, sobre todo antes de pasar página.

El color que cayó del cielo Lovecraft manga Gou Tanabe
¿Cómo puedes plasmar un color venido de otro mundo y que no se parece en nada a los nuestros? El blanco y negro da opción a la imaginación del lector.

Cultos innombrables

En tercer lugar, Tanabe agrega diálogos que encajan perfectamente con la obra; todo lector de Lovecraft sabe que en la mayoría de sus escritos no abundan los diálogos, pero Tanabe, sabiendo del campo en el que trabaja, opta por incluirlos.

El color que cayó del cielo fue mi primer acercamiento a las adaptaciones de H. P. Lovecraft realizadas por Gou Tanabe. Baste decir que, cuando terminé, fui directo a por las dos siguientes publicadas en ese momento: Las montañas de la locura y La sombra sobre Innsmouth.

«Lo que el meteorito trajo consigo aquel día solo Dios lo sabe. No era hijo de este mundo, sino un color surgido de los abismos insondable que se extienden más allá de este universo. Su llegada fue la de un pavoroso mensajero que hablaba de la existencia de horrores contra los que nada puede hacer el ser humano».

El color que cayó del cielo de Gou Tanabe
Gou Tanabe sabe cuándo guardar silencio y plasmar con imágenes el horror de los relatos lovecraftianos.

La sombra sobre Innsmouth

«Desde aquel día, no he sido capaz de saber a ciencia cierta dónde acaba la fantasía y comienza la realidad».

Si ya El color que cayó del cielo de Gou Tanabe me pareció excelente, la que realiza de La sombra sobre Innsmouth es una de mis favoritas de todas las realizadas de la obra de H. P. Lovecraft.

Para el que no conozca la historia, arranca cuando el narrador de nuestra historia decide viajar hasta la misteriosa Innsmouth, una localidad alejada de Arkham y cercana a la costa. De este enclave se cuentan extrañas historias: un pasado oscuro, una epidemia, una zona devastada por un mal insomne…

Antes de llegar, como si fuese el Jonathan Harker de Drácula, el narrador ya se percata de que nadie quiere acercarse a Innsmouth, pero, de todos modos, decide continuar adelante con la búsqueda de la verdad.

La sombra sobre Innsmouth
Los Profundos han inspirado a diversos seres de la ficción. Desde la Criatura de la Laguna Negra pasando por el ser acuático de La forma del agua, sin olvidar a Abe Sapien de Mike Mignola. Gou Tanabe aporta su propia visión de estos.

Puliendo el mito de Lovecraft

Como los personajes de otros relatos de Lovecraft como el que protagoniza El ritual, nuestro narrador pronto descubrirá que, entre los habitantes de Innsmouth viven seres extraños de una raza muy alejada de la humana, una especie que proviene de las aguas, los Profundos.

Gracias a las revelaciones realizadas por un borracho, Zadok Allen, descubrimos más sobre el Arrecife del Diablo y el pasado de Innsmouth, marcado por el capitán Obed Marsh. Este, dispuesto a salvar Innsmouth de la destrucción, hizo un pacto con misteriosas criaturas venidas de las entrañas del océano, donde yacen las ciudades durmientes.

Sin creerse lo narrado por Zadok, el protagonista intenta volver a Arkham, pero el único autobús que pasa por Innsmouth se avería y debe pasar la noche entre unas criaturas que han percibido algo extraño en el forastero…

«Ninguno de nosotros conocerá la muerte. Existíamos antes de que el ser humano caminara sobre la tierra y existiremos después de que se haya extinguido. Ya nadie recuerda el signo de los primordiales y el poder que alberga. Nada puede acabar con nosotros. Algún días nos alzaremos para exigir el sacrificio que el Gran Cthulhu espera de nosotros. Tierras mucho mayores que Innsmouth perecerán bajo nuestros pasos. Cubriremos el mundo».

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Los Profundos representan a seres que nacen del mestizaje de los seres acuáticos adoradores de Dagón y Cthulhu y los mortales que han hecho pactos con ellos.

La caída a la locura

La sombra sobre Innsmouth es una de las piezas fundamentales de los mitos de Cthulhu escritos por Lovecraft, además de una de sus pocas novelas cortas. En ella, se recogen varias ideas que el escritor exploró a lo largo de toda su vida y Gou Tanabe lleva a cabo una oscura adaptación que hace que volvamos a ver, con nuevos ojos, aquello que Lovecraft apenas describía o si lo hacía, lo hacía mediante adjetivos como «giboso», «lúgubre» o «abyecto».

Lo mejor es que Tanabe, en todo momento, traslada la atmósfera malsana e inquietante de la obra original. Si hace poco comentaba que Junji Ito Maniac era una copia pálida y barata de lo que lograban las historias del mangaka japonés, Tanabe logra todo lo contrario con Lovecraft: concebir una historia digna de formar parte del corpus del escritor de Providence.

«No sé qué esperas conseguir humeando en las historias de los muertos».

La sombra sobre Innsmouth Lovecraft Tanabe
Los paisajes desolados de Gou Tanabe reflejan a la perfección la inmensidad cruel de Lovecraft y su horror cósmico.

Dagón y Arthur Jermyn

Como indicábamos en el apartado anterior, a lo largo de su carrera, Lovecraft jugó con varias ideas que repitió en diversas obras, puliéndolas, matizándolas. Se puede ver claramente en su ciclo onírico, pero también en los mitos de Cthulhu y otros relatos de un corte más clásico, cuando no directamente gótico.

En La sombra sobre Innsmouth, Gou Tanabe respeta la huella de Dagón, dios de las profundidades protagonista del relato homónimo, pero también la de Cthulhu, aquel que duerme en las entrañas de la ciudad sumergida de R’lyeh.

Del mismo modo, los últimos compases de la historia se acercan a Arthur Jermyn y la historia sobre cómo la curiosidad y la búsqueda de la verdad sobre nuestros orígenes puede suponer nuestra condena. Y es que a veces la ignorancia es lo único que nos mantiene cuerdos frente al horror cósmico.

«Puede que sus historias fueran tan solo los dislates de un loco, pero a menudo los cuentos y las leyendas son en realidad símbolos y alegorías de una verdad fundamentada. ¿Quién me garantizaba que no fuera a desenterrar esa verdad de las fábulas de un loco?»

Gou Tanabe se ha convertido en uno de los mejores adaptadores de la obra de Lovecraft. Repasamos sus mangas basados en los mitos. Share on X

Las montañas de la locura

«Está claro que el continente antártico es un déposito interminable de sorpresas y misterios. A saber qué descubrimientos nos aguardan todavía…».

Una expedición de varios profesores e investigadores de la Universidad de Miskatonic al Ártico desemboca en un descubrimiento que conducirá a todos sus miembros a la barbarie. ¿Qué se oculta en los blancos desiertos de nieve? ¿Cuál es el precio de hallar el conocimiento? ¿Qué misterios más allá de la razón yacen dormidos, aunque no muertos, en sus profundidades?

Las montañas de la locura es otra de las obras más célebres y potentes del escritor de Providence. En ella, Lovecraft coloca cada una de sus neuras y obsesiones para relatarnos el terrible viaje del profesor William Dyer, de Lake y el resto de su compañía. La sed de conocimientos de cada uno de ellos y su ambición, similar a la del capitán que halló a Victor Frankenstein al inicio de la novela de Mary Shelley, desencadenará la destrucción.

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Las montañas de la locura es una versión fiel con la que Gou Tanabe rinde homenaje al imaginario lovecraftiano

Perdidos

«En sus comunicaciones posteriores, Lake afirmó que los ejemplares que habían descubierto guardaban un parecido extraordinario con algunas criaturas de los mitos primigenios. Recordaban a los Antiguos que se mencionan en el abominable libro maldito conocido como El Necronomicón, llegados de allende las estrellas y creadores de toda la vida del cosmos. O bien a los seres del folclore prehistórico relacionados con el culto a Cthulhu».

Gou Tanabe se propone realizar su obra más vigorosa a la hora de relatar la que es, sin duda, la historia de Lovecraft que se les viene a la cabeza a muchos cuando se nombra al autor. Influencia en juegos de rol y videojuegos, además de en películas como La Cosa de John Carpenter, este relato ha cautivado la imaginación de cientos de creadores. Hace poco, por ejemplo, hemos tenido la versión del ilustrador François Baranger. Y conocido es el intento de Guillermo del Toro de adaptar esta obra a la gran pantalla (cuestión que, hasta la fecha, no ha podido hacer realidad).

Pero Las montañas de la locura no surgió de la nada dentro de la carrera literaria de Ech-Pi-El. Aparte de una amplia documentación sobre la geología, la biología y otras cuestiones científicas, Lovecraft se inspiró en las noticias sobre las expediciones al Ártico y en La narración de Arthur Gordon Pym, la obra más larga de Edgar Allan Poe. En esta novela por entregas, el antihéroe sobre el que cae el peso dramático acaba sufriendo una revelación terrible. Muchos señalaron que la novela estaba inconclusa, otros como Lovecraft vieron una fuente para muchos de sus relatos, que culminaban con siniestras verdades que se mostraban ante el lector.

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A menudo, muchos seleccionan Las montañas de la locura como una buena obra para empezar con Lovecraft. Sin embargo, la multitud de guiños hace que el camino pueda ser en dos direcciones: desde otros relatos hasta esta novela o desde la novela a otros relatos. No obstante, el cómic sí es un buen primer acercamiento.

El precio del conocimiento

«La ciencia nunca está completa… siempre se produce algún nuevo descubrimiento que nos obliga a reescribirla. Y desde luego, el continente antártico es un depósito de secretos que aguardan salir a la luz».

Dividida en dos tomos, la adaptación de Gou Tanabe de Las montañas de la locura mantiene la lobreguez en cada página y concibe una aventura que pronto desemboca en el terror. Cuando el nipón profundiza en los mundos no euclidianos y en las visiones más insólitas, es tan poderoso como cuando dibuja y narra una escena espeluznante. Y, a su vez, sentimos lo mismo que sentíamos al naufragar en el mundo de nieve que Lovecraft presentaba en su novela.

Con el paso de las páginas, comprendemos, por un lado, el precio del conocimiento y, por otro, el poder terrible que nos rodea. Lake es impulsado a seguir adelante, pese a sus escabrosos hallazgos, por su deseo de ser un pionero, pero también aportar luz sobre los secretos del Ártico. Pronto comprenderá su error, pero ya será demasiado tarde. La verdad nos aplasta a todos. Del mismo modo, todos los miembros del grupo acaban siendo testigos de cómo, por importantes que se crean que son, en realidad son nada frente a los poderes del horror cósmico. Hay criaturas que yacen dormidas, pero cuyo sueño puede llevarse a cualquiera de los presentes a la más terrible de las negruras. El guion y el dibujo de Tanabe lo sostiene con la misma tinta con la que Lovecraft escribía sus historias.

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El impresionante despliegue gráfico de Tanabe transmite a la perfección la sensación de nimiedad que rodea a los personajes frente al inconmensurable horror cósmico.

La fascinación por el origen de todo

«Se dice que los Manuscritos pnakóticos y el abominable Necronomicón relatan crónicas que preceden al nacimiento de la humanidad.

Los horribles mitos primigenios insinúan que, mucho antes que el hombre poblara la Tierra, el planeta estaba dominado por unas formas de vida totalmente ajenas a lo que conocemos.

Nos habíamos adentrado en unos dominios que se alzaban entre las brumas de las leyendas, pero que adquirían una consistencia más real a media que reflexionábamos acerca de la naturaleza de sus moradores».

En el segundo tomo de Las montañas de la locura, Tanabe nos lanza al interior de la ciclópea ciudad oculta de las entrañas del Ártico. Mientras buscan a Gedney, estudiante de la Universidad y ayudante del profesor Lake, Dyer y Danford contemplan los relieves que narran la auténtica cosmogonía del mundo.

No es sencillo dar imágenes a los horrores que dan origen al mundo de los Antiguos, Cthulhu y las otras criaturas y seres que poblaban el caos que dio lugar a nuestra Tierra según Lovecraft, pero Tanabe sabe cómo hacerlo. Primero, al buscar cómo plantear las ciudades de ángulos no euclidianos. Segundo, al narrar la batalla entre las fuerzas primigenias de un modo excelente.

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Tanabe muestra con su dibujo el horror con el que se encuentran los personajes de Lovecraft.

Las huellas del descubrimiento

«No pudimos mirar atrás. Y al volver la cabeza contemplamos aquella criatura sobre la que jamás deberían haberse posado los ojos del ser humano».

La locura no surge solo de las montañas y los seres que la habitaron, sino de los propios miembros de la expedición y su sed de conocimiento. Dyer, Pabodie, Lake, Atwood, Danforth, Gedney y Douglas buscan de modo insaciable beber la ponzoña del secreto del mundo. La verdad, por horrenda y morbosa que sea, es adictiva para ellos. Como si fuese la fruta del mal del antiguo Dios hebreo, el deseo de saber más les conduce hasta profundidades de las que quizá jamás escapen y, si lo hacen, nunca serán los mismos.

Y nosotros, irónicamente, tampoco somos capaces de detenernos y dejar de pasar a la siguiente página.

«Abandonábamos un reino maldito y embrujado que nos había mostrado rincones en los que la vida y la muerte, el tiempo y el espacio, habían establecido blasfemas alianzas en tiempos que ningún ser humano había conocido».

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La obra de Tanabe nos deja con la sensación de que somos insignificantes frente a fuerzas que ni comprendemos. Lovecraft estaría orgulloso de ello.

Plasmar el horror

La narración de Tanabe alcanza su cenit de nuevo con esta adaptación de Lovecraft. Además de controlar muy bien los tiempos, sabe concebir grandes páginas para los inconmensurables mundos creados por Lovecraft.

De la misma manera, las criaturas lovecraftianas son representadas como entes más allá de nuestro entendimiento. Su origen y su destino se repite con la misma fuerza que la fatalidad que se trazaba en las palabras del estadounidense. Una vez más, resulta llamativo cómo un autor japonés y otro estadounidense comparten su sensibilidad hacia algo tan particular como el horror.

«¿Quién puede afirmar si en las profundidades insondables de los abismos que ni la luz ni el hombre han atravesado siguen morando los seres que llegaron hace eones del espacio exterior, agazapados, sobreviviendo, o si por el contrario se han extinguido? Es en esos instantes cuando aquella palabra enloquecida no se despega en mi mente. ¡Tekeli-li!».

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Las montañas de la locura es otro homenaje de Tanabe al mundo creado por el Solitario de Providence.

La llamada de Cthulhu

«No está muerto quien puede yacer eternamente y en épocas extrañas hasta la muerte puede morir».

Adaptar una obra como La llamada de Cthulhu no es una tarea sencilla. Basado en una serie de apuntes, es una obra atmosférica que trata, como tantos otros cuentos de Lovecraft, sobre la búsqueda del conocimiento a un alto coste. Gou Tanabe, para su adaptación, toma algunas libertades con tal de conseguir articular el relato.

Siguiendo la investigación de Francis Thurston, el manga de Tanabe entrelaza los diferentes relatos para hablarnos de un siniestro curso a deidades que están más allá de nuestra imaginación y desvelan la insignificancia del ser humano.

La fama del primigenio

Ya sea por los juegos de rol o por los guiños hacia la obra de Lovecraft en diferentes y muy variadas historias, Cthulhu, pese a su impronunciable nombre, se ha convertido en un personaje reconocible para el público. Es más, es la imagen que se le viene a muchos a la cabeza cuando piensa en el término «lovecraftiano» o se menciona al escritor de Providence.

Por tanto, las expectativas eran altas con esta adaptación de Tanabe que, si bien no decepciona, no llega a la altura de sus otras versiones de los mitos (no por ello siendo malo). El japonés ha demostrado ser un más que digno sucesor de Lovecraft, solo que aquí no funciona tan bien como en las obras anteriormente comentadas.

Si bien se intentan unir los diferentes fragmentos de la historia y se recurre a las técnicas narrativas citadas en los anteriores volúmenes, no logra el mismo efecto que en sus predecesoras y es una lástima al tener el que seguramente sea el buque insignia de los mitos y por el que entre mucha gente se acerca a estas adaptaciones.

Cthulhu
Para muchos, el innombrable Cthulhu se ha convertido en sinónimo de la grandeza de Lovecraft.

Cuando despierte el que no debe despertar

Sin embargo, sigue siendo un acercamiento más que recomendable para el lector que se esté iniciando con Lovecraft o aquel que desee revivir cómo fue su primera lectura de los cuentos que convirtieron al escritor en uno de los nombres propios del terror y padre del horror cósmico.

«No somos nosotros los señores del mundo, sino ellos. Cuando caiga la noche, sus fieles volverán a danzar hasta el éxtasis y se entregarán a los placeres de la sangre siguiendo la llamada de Cthulhu.

Llegará el día en que el ser humano conviva con los primigenios en un mundo más allá del bien y del mal, afortunado, venturoso, entregado a la dicha eterna de la masacre.

Somos siervos del Gran Cthulhu».

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Gou Tanabe da su propia visión del siniestro Cthulhu.

El morador de las tinieblas

Gou Tanabe adapta uno de los últimos cuentos de H. P. Lovecraft con El morador de las tinieblas. Y lo hace en un volumen que se ve completado con un preludio. Este se basa ni más ni menos que en Dagón, uno de mis relatos favoritos del escritor de Providence.

«Nadie quiere despertar a aquello que debería seguir dormido en las profundidades del infierno».

Las sombras de Dagón

Recuerdo que descubrí Dagón gracias a una versión de Richard Corben que venía acompañada del cuento original, así que siempre va a guardar un lugar especial en ese rincón oscuro donde almaceno todas las obras de Lovecraft (y no, no es mi sótano). Como nos ha ocurrido a muchos con ciertas adaptaciones a las que les guardamos cariño, estas impregnan nuestra visión sobre el original y forman parte de nosotros de un modo inevitable.

En cuanto a la versión de Tanabe, demuestra una vez más cómo es capaz de captar la sensibilidad de Lovecraft a través de un relato atmosférico donde se nos presentan los horrores de las profundidades. Si no conociera la versión de Corben, sería mi versión favorita de este mito casi fundacional de la cosmogonía de Lovecraft.

Que el lector preste especial atención a la ambientación marina concebida por el mangaka a partir de las descripciones lovecraftianas. Recordemos esa especie de leyenda urbana (con mucho de verdad) de que «conocemos» más del espacio que de las profundidades del mar. Puede que Lovecraft lo tuviese bien claro y Tanabe no se queda atrás.

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¿A quién no le va a gustar un Dagón lovecraftiano hecho por Gou Tanabe? ¿A quién no?

Lo que habita en las sombras

Y tras un buen prólogo que nos sirve para vislumbrar la tenebrosidad del horror cósmico, Tanabe nos lleva hasta el estudio de un escritor y pintor, Robert Blake. Deseoso de concebir nuevas historias e imágenes que naufraguen en lo oculto, en su buhardilla, Blake encuentra la inspiración perfecta… hasta que mira por la ventana y ve una extraña iglesia de piedra negra. A partir de ahí, como en toda buena historia de Lovecraft, se desencadena el caos.

El morador de las tinieblas es un relato que ya se sabe parte de los mitos, alimentados por el Círculo de Lovecraft, en especial por Robert Bloch, el autor de Psicosis. Fue este quien ya había dado la semilla de esta historia. Es más, ahí tenemos la similitud de ambos nombres y se señala que la dirección que Lovecraft da del hogar del personaje es la del creador de Norman Bates. Además, Bloch le haría una secuela siguiendo la estela del gran maestro e indagaría en el De Vermis Misteriis (que Stephen King tomaría también).

«Mi salvación está en tus manos, Yog-Sothoth, dios de las tinieblas».

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Cuidado con leer grimorios encuadernados con piel humana, por favor.

Los horrores de la iglesia de la estrella

Dicho esto, Tanabe capta con sus silencios y su uso de las sombras la inquietante atmósfera de Lovecraft. Sentimos tensión y pavor cuando las luces desaparecen de la ciudad y emerge la oscuridad, con toques a lo Giger (que a la vez tiene sus toques de Lovecraft). Magistral, como esa agonía que nos invade cuando nos damos cuenta de que Blake ha cometido un grave error del que no podrá escapar.

Puede que solo haya habido una decisión de la adaptación (que tiene que ver con cierto diario de un periodista) que me ha parecido que se podría haber llevado a las viñetas de otro modo, lo que habría dado más ritmo y fuerza al segundo capítulo de la historia.

De resto, un cuento que, como los mejores de Lovecraft, van a más y, aunque conozcamos desde el principio su final, logra arrojarnos de nuevo a ese abismo inconmensurable que el autor de Providence forjó con la tinta de sus palabras y Gou Tanabe con la tinta de su dibujo.

Morador de las tinieblas
El morador de las tinieblas haciendo amigos.

En la noche de los tiempos

En la noche de los tiempos es uno de los relatos sobre los que se construye toda la mitología lovecraftiana. Publicado un año antes de la muerte de Lovecraft, es de donde la mayoría de seguidores, imitadores y admiradores del autor han conseguido sacar gran parte del universo de los Mitos de Cthulhu.

No solo trata de Peasley, un profesor perseguido por unos extraños sueños sobre una biblioteca perdida en el espacio y el tiempo, sino que también organiza la espectacular cosmogonía que el Genio de Providence fue capaz de concebir. Por ello, presenciamos el auge y caída de la Gran Raza de Yith, constructores de la gran biblioteca y a saber si del propio mundo, y descubrimos a los Antiguos y a seres carnívoros como los pólipos.

«Este mundo alberga horrores que ningún ser humano debería contemplar».

En la noche de los tiempos de Gou Tanabe
Los personajes de Lovecraft se encuentran con una aciaga verdad en En la noche de los tiempos.

El horror y la barbarie

Además, se reflexiona una vez más sobre el precio del conocimiento: ¿vale la pena enloquecer por saber la lúgubre verdad del horror cósmico? Y es, curiosamente, más allá de los albores del horror cósmico donde el relato me plantea sus puntos más interesantes: ¿qué son realmente los sueños? ¿Qué pasaría si durante un mes somos otra persona y luego la amnesia borra todo lo que hicimos? ¿Puede el olvido ser una forma de mantener la cordura, de permitirnos sobrevivir? ¿Cuál es el precio del conocimiento?

Sobre el arte de Gou Tanabe, más allá de los rostros mortales (con sus expresiones a veces mejorables), donde brilla es en la recreación de los escenarios inconcebibles de Lovecraft, pero también sus monstruos. Es espectacular como mediante la splash page es capaz de hacer que recorramos los oscuros senderos que atraviesa su protagonista (ya sea despierto o ¿dormido?).

Del mismo modo que Lovecraft, Tanabe va reuniendo diferentes piezas que ha ido desarrollando a lo largo de su recreación de los mitos, como los manuscritos pnakóticos surgidos de los sueños o la aparición del doctor Dyer, al que ya conocimos en En las montañas de la locura; sin olvidar, por supuesto, a la Universidad Miskatonic.

«¿Oye las risas de esas terribles sombras que ya envolvían el mundo en la noche de los tiempos?».

Gran Raza de Yith
Peasley se encuentra en sueños con la Gran Raza.

El gran y oscuro viaje

Con los relatos de Lovecraft donde se convierte en un demiurgo me ocurre con algo similar a lo que me sucede con su ciclo onírico. Si es capaz de hacer que “viaje” con sus descripciones de otro mundo, soy capaz de sentirme embriagado y transportado a esa pesadilla. Pero cuando no, siento que el ritmo se dificulta sin necesidad y que se pierde parte del misticismo que requería lo que me está contando. Por fortuna, todos los pasajes sobre la Gran Raza de Yith me parecen fascinantes, también por cómo se habla del poder del conocimiento en la gran mitología secreta del mundo. En esta época donde algunos fardan de jamás haber leído un libro, ¿cómo no aplaudir las ideas lovecraftianas? Prefiero que me destruya un primigenio a morir bajo la barbarie de la ignorancia de la telebasura y las marañas o redes sociales.

Por supuesto, aunque no sea trabajando con uno de los mejores relatos largos de H. P. Lovecraft, Gou Tanabe brilla y confirma lo que dijera Alan Moore en su día, cuando escribió Providence: que quizá el escritor de Providence no fuese un escritor brillante, pero que un extraño talento debía poseer para que toda su mitología siga fascinándonos un siglo después de su nacimiento y, lejos de morir, esté cada vez más vigente gracias a obras como En la noche de los tiempos de Tanabe.

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Gou Tanabe se propone aquí dibujar la gran cosmogonía lovecraftiana.

Conclusiones

Alan Moore se preguntaba en Providence cómo H. P. Lovecraft se había convertido en uno de los escritores más populares del siglo XX y XXI cuando gozó de escasa fama en vida. Sus pesadillas, revelaciones y ensoñaciones han permeado en la cultura popular y en nuestro zeitgeist. De este modo, ha proporcionado material para ilustradores, escritores, directores de cine, músicos, creadores de juegos… Parece haber una huella lovecraftiana en todo lo que nos rodea.

Y eso pese a que no es sencillo captar el espíritu lovecraftiano con la fuerza que el propio autor poseía. Gou Tanabe, con sus adaptaciones, capta aquello que Lovecraft consideraba innombrable. A la atmósfera y la ambición del japonés, se agrega su capacidad para ser fiel al texto y, a la vez, no sacrificar las cualidades del cómic.

Con El color que cayó del cielo, La sombra sobre Innsmouth y Las montañas de la locura (y a la espera de la publicación de las siguientes adaptaciones que ha hecho el japonés sobre Lovecraft), Gou Tanabe escribe su nombre y apellido en el amplio Círculo de Lovecraft. Como bien sabemos todos los que admiramos al maestro del horror cósmico, tarde o temprano resulta imposible escapar del oscuro vórtice de los dioses y monstruos.

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