«La gente que controla la verdad controla el mundo»- Sombrero Negro.
Existe una organización en el Gobierno de los Estados Unidos que se dedica a custodiar y salvaguardar la realidad, que no es otra cosa que una alucinación propia que se vuelve colectiva. Todo lo que creemos real podría cambiar si así lo decidimos.
Igual que los dioses o los gatos de Neil Gaiman se alimentan de la fe, el mundo puede sufrir una transformación si la gente lo cree posible. Esto es lo que pretende el Sombrero Negro, un grupo que inspira las teorías de la conspiración más insólitas, desde los OVNIS hasta que la Tierra es plana.
Esta es la premisa de El Departamento de la Verdad, serie cómiquera de James Tynion IV y Martin Simmonds, donde nada es lo que parece y que consigue ser una reflexión interesante sobre nuestro mundo, nuestra realidad y el poder de las historias y la Historia.
1984
En la famosa 1984 de George Orwell, los Ministerios preservaban su propia visión de la realidad. Uno de ellos era el Ministerio de la Verdad, inspirado en la idea de que la Historia la (re)escriben los vencedores. Y esa idea es la que alimenta este cómic donde apropiarse de la historia, de la narrativa de los hechos, puede cambiarlo todo.
El guionista es James Tynion IV, quien ha conseguido un gran reconocimiento gracias a Hay algo matando niños. Como en la serie anteriormente citada, Tynion IV parte de un punto inicial muy interesante y juega con ideas muy interesantes. Si en Hay algo matando niños, los monstruos poseen su poder a partir del miedo de los niños, aquí el mundo está a merced de aquellos que se hacen con la verdad y llevan por bandera que cuanto más se repita una mentira, más real será. Tynion aprovecha para hablar sobre las teorías de la conspiración, la verdad, la magia, los símbolos…
Lejos de parecer una rareza fantástica, El Departamento de la Verdad nos lleva a pensar, más allá de las conspiraciones de turno, en cómo la Historia no es tan objetiva como algunos quieren hacer parecer que es. Ya no solo hablamos de historiadores o escuelas de pensamiento, hablamos de cómo la realidad se ve alterada por aquellos que están en el poder. No olvidemos cómo Estados Unidos acusó a España de la voladura del acorazado Maine para intervenir en el conflicto con Cuba o cómo la Unión Soviética de Stalin borró de las fotos a personajes que se convirtieron en enemigos de su dictador. Después de un tiempo, la mentira se convierte en realidad o viceversa.
Crítica de El Departamento de la Verdad de James Tynion IV y Martin Simmonds, ¿cuál es el precio de cambiar la realidad? Share on XDando luz a la oscuridad
El Departamento de la Verdad no se parece gráficamente a ninguno de los cómics que se publica actualmente. Y eso es loable en esta época donde las grandes editoriales parecen haber olvidado la calidad gráfica o, mejor dicho, la fuerza de su variedad dependiendo del relato.
Martin Simmonds bebe de la escuela de Dave McKean y Bill Sienkiewicz, y este estilo, que algunos critican, es perfecto para relatar de modo distorsionado y extraño este relato sobre cómo adueñarse de la narrativa puede cambiar la propia realidad. Aparte de las complejas composiciones de página, cada viñeta destila desde el coloreado digital que recuerda al grafito o la acuarela hasta el uso del collage y otros temas de diseño de los que se encarga Dylan Todd. Además, dicha evolución del dibujo ocupa un espacio narrativo (véase cómo los personajes se «desdibujan», ya sea cuando recuerdan algo atroz o cuando se toman una bebida demasiado fuerte).
En el tercer tomo, se suman otros dibujantes como Elsa Charretier, Tyler Boss, John J. Pearson, David Romero, Alison Sampson y Jorge Fornés, a los que se agregan famosos coloristas como Matt Hollingsworth, Toman Titov o Jordie Bellaire. Algunos de ellos siguen la escuela de Simmonds, otros abogan por un estilo que recuerda a los trágicamente desaparecidos Darwyn Cooke y Tim Sale.
Volumen 1: El Fin del Mundo
Este primer tomo sirve como episodio piloto de toda la serie, ya que nos presenta a nuestro protagonista, Cole, y toda la idea del Departamento de la Verdad, una organización que se enfrenta al Sombrero Negro. Esta última pretende cambiar la realidad convenciendo a la gente de que crea en conspiraciones, desde profesores de guardería satánicos, que la Tierra es plana o que somos controlados por seres similares a reptiles.
El Departamento de la Verdad, conducido por nada más y nada menos que Lee Harvey Oswald, el asesino de Kennedy, mantiene el control en un mundo al borde del precipicio, mientras Cole busca respuestas. ¿Trabaja para los buenos o para los malos? En medio de estas dudas, Cole recuerda su niñez, cuando fue perseguido por una sombra, el Hombre con la Estrella en la Cara.
Adictivo, su mayor «contra» es que le pesa el ser solo un punto de partida, un episodio de prueba, donde se cuenta todo mediante el descompressive storytelling, el mal del cómic actual.
Volumen 2: La ciudad sobre la colina
El segundo tomo de El Departamento de la Verdad nos introduce a un nuevo personaje, Hawks, que servirá de mentor de Cole. Mientras el agente descubre más sobre la verdad y la organización del Sombrero Negro, el lector profundiza en la construcción del mundo llevada a cabo por Tynion IV.
La primera parte es sumamente llamativa y las reflexiones sobre la historia y la magia (la manipulación de las historias y los símbolos) nos recuerda a Alan Moore y obras como Promethea o From Hell. El personaje de Hawks, que evoca a alguno de los creados por Garth Ennis o incluso al mago Constantine creado por el propio Moore, acaba siendo una de las grandes incorporaciones de la trama.
Lamentablemente, la segunda parte del tomo que se centra en la caza del Big Foot se vuelve más lenta pese algún golpe de efecto. Esto último se debe sobre todo al optar por narrar el episodio también mediante la larga carta que escribe un personaje que ha echado a perder toda su vida por perseguir una mentira. Aunque el cambio de narrativa sea curioso, lastra el ritmo.
Por suerte, este segundo volumen recobra su fuerza en el último tercio de la trama, cuando Hawks sorprende y, por fin, Cole descubre más sobre el Sombrero Negro y por qué le están siguiendo. El problema es que… no obtenemos respuesta en el tercer tomo.
«Voy a contarle el gran secreto. El gran secreto que has sabido toda tu vida. Cuanta más gente cree en una cosa, más verdad se vuelve. Más se inclina la realidad a favor de esta creencia. Por eso existe esta organización. Hemos estado el último siglo asegurándonos de las teorías de la conspiración sigan siendo teorías de la conspiración.
Volumen 3: Un país libre
A menudo, en series como El Departamento de la Verdad se crean pequeñas historias que sirve para expandir el trasfondo de la trama principal. Es lo que ocurre en Un país libre, que lejos de avanzar la historia, lo que hace es centrarse en los hechos que han convertido del Departamento en una de las piezas claves de los Estados Unidos.
Al personaje que más ayuda este experimento es Lee Harvey Oswald, director del Departamento. En estos números, le conoceremos desde que es encontrado por los predecesores hasta que se convierte en uno de los adalides de la llegada a la luna.
Por el camino, descubrimos cómo el Imperio Romano modificó la realidad con su calendario y la idea de Carlomagno, descubrimos el pasado del doctor Haynes (y su sombrero de papel de aluminio) y rozamos la oleada hippie y el uso de las drogas como fuentes de nuevos mundos.
Desgraciadamente, aunque tiene ideas interesantes y es admirable su deseo de expandir los medios narrativos (incluyendo artículos, informes de los avistamientos), el resultado final se resiente. Hay más explicación en bruto que trama en sí y se disfruta menos que sus predecesores. Y es que debemos admitirlo, hay pocos escritores que sean capaces de hacer un número sobre un personaje explicando cosas sin que parezca perezoso. Tynion no es uno de ellos.
Conclusiones
El Departamento de la Verdad es un cómic con una idea potente y que indaga en las profundidades de Estados Unidos, pero también de todo el mundo. Trata del poder, como lo hiciera Orwell. Nos habla de las consecuencias de modificar la realidad, como en un cómic de Alan Moore. Se centra en la oscuridad de la mente, como una buena novela de Philip K. Dick. Y Tynion IV y Simmonds logran ser reconocibles dentro de este mar de influencias.
Sin embargo, también se pierde en la necesidad de ser una serie larga. Donde muchos señalan que es innovadora, ya teníamos a la fantástica serie Los asesinatos del lunes negro, que lleva demasiado tiempo parada y que debería reanudarse y ser reivindicada. Es curioso, pero mientras que la mayoría de los reseñistas comentan que la serie va a más, para mí es lo contrario. Por mi parte, si bien El Departamento de la Verdad es una historia sobre hacerse con el poder de la Historia, en ocasiones deberíamos centrarnos en no olvidar la gracia de hacer una buena trama lejos de una gran franquicia.
Esperemos que Tynion IV consiga centrar mejor la trama y se aleje de los productos derivados, como le ha ocurrido en Hay algo matando niños.
«Este no es un trabajo limpio Cole. Es feo, porque la gente es fea, y creen cosas feas y terribles. Esa es la única y auténtica conspiración. La verdadera historia secreta del mundo. Ha habido jugadores en cada civilización que han sabido de la verdadera naturaleza de la realidad, y quienes han tratado de engañar a la gente para ganar poder. El Departamento de la Verdad no se formó para defender a nuestros putos ángeles o algo así de estúpido. Son los buenos, ¿verdad? Eso creo».
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