Los peligros de fumar en la cama de Mariana Enríquez

«A esa edad suena música en mi cabeza, todo el tiempo, como si transmitiera una radio en la nuca, bajo el cráneo. Esa música un día empieza a bajar de volumen o sencillamente se detiene. Cuando eso pasa, uno deja de ser adolescente. Pero no era el caso, ni de cerca, de la época en que hablábamos con los muertos. Entonces la música estaba a todo volumen y sonaba como Slayer, Reign in blood»

En Alguien camina sobre tu tumba (colección de crónicas sobre sus visitas a cementerios), Mariana Enríquez confesaba que no le gustaba Joy Division. Nadie puede ser perfecto.

Publicada en 2009, Los peligros de fumar en la cama fue su primera colección de cuentos y, aunque tiene obras fantásticas, fue superado por su segundo recopilatorio de historias cortas: Las cosas que perdimos en el fuego. No obstante, incluso sin ser tan buena como su sucesora, Los peligros de fumar en la cama es uno de esos libros que muchos escritores matarían por haber escrito.

A través de doce cuentos, Mariana Enríquez recorre el sendero oscuro de la muerte, los fantasmas, las obsesiones, los crímenes, lo insólito… y lo hace con una narración que cautiva desde la primera hasta la última página, incluso cuando algunos de sus cuentos no logran el final redondo que poseen otros.

Crítica Los peligros de fumar en la cama
Los peligros de fumar en la cama de Mariana Enríquez fue la colección de cuentos donde la argentina comenzó a destacar con su talento por lo oscuro.

Los peligros de fumar en la cama

Sí, el término «cautivador» se usa de modo muy baladí en la crítica literaria. A menudo, se usa para referirse a simples «pasapáginas» que se transfiguran en el bestseller de turno. A mí me gusta usarlo para hablar de esos libros en los que piensas constantemente, esos que, cuando los sueltas, ya estás pensando en volver a él. Te pasarás el día en el trabajo o cumpliendo con otros menesteres, pero anhelarás volver a él. Y no, no puede evitar sumergirte en su tinta en ningún momento. Lees uno y otro y otro cuento. Ese es uno de los dones de Enríquez y lo logra con Los peligros de fumar en la cama.

La intensidad y la visceralidad marca la prosa de Mariana Enríquez. Desde lo escabroso hasta lo escatológico, pasando por lo macabro o lo melancólico, sus primeros cuentos demuestran las ganas irrefrenables de contar que siente la escritora bonaerense. Primeros pasos de la que se ha convertido en una de las carreras más interesantes del panorama fantástico en los últimos años.

Como ya he comentado anteriormente, tenemos la suerte de que Mariana Enríquez escriba en español y se haya convertido en faro para toda una nueva generación de autores que se sientan fascinados por lo oscuro. Ahora, no parece tan inusual que muchos escritores sientan que tienen un ejemplo de alguien que también ha escrito terror en español en nuestros días sin caer en lo más simplista.

 

Un repaso por lo macabro

El desentierro de la Angelita es el primer relato del libro. Retoma un toque más tradicional del terror. Una bebé muerta sigue a la descendiente de su hermana para poder quedar en paz. Los descubrimientos que se harán hacen que esta historia de terror se vuelva una broma macabra que deja con una sonrisa perturbadora en el rostro.

El enfoque social es importante en la obra de Enríquez: las tosqueras se han convertido en trampas mortales para muchos jóvenes que ven estas como una especie de lago que acaba convirtiéndose en su tumba. La virgen de la tosquera toma la idea de unas amigas que desean el novio de una de ellas. Mientras nadan en un tosquera donde hay una imagen de una virgen, aflorará la envidia y el odio. El punto de partida me recordó a la novela corta La balsa de Stephen King, solo que aquí es más interesante y está mejor llevada la situación.

Carrito ha resultado ser el cuento que menos me ha dicho de Los peligros de fumar en la cama. Un negro vagabundo y borracho sufre una agresión por parte de unos vecinos y, acto seguido, estos sufren una mala suerte que les condena terriblemente. La historia sigue a la única familia que no fue cruel con él y que no se ve afectada por la maldición. El aire escatológico del cuento no le sienta tan bien como se pretendía y el estereotipo del magical negro pienso que ya está superado.

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En la literatura de Mariana Enríquez se confabulan fantasmas, muertes y obsesiones.

Hermanarse con lo oscuro

¿Cuál es el precio por escapar de lo oscuro? El aljibe narra la vida de una chica que siempre ha vivido con miedo. ¿Podría lograr liberarse de él? La solución está en volver al pasado, pero ¿qué descubrirá en él? Si bien la premisa y como está llevado me ha gustado, creo que el final es predecible y no da el golpe al lector que se merecía.

El siguiente cuento nos lleva a España. ¿Quién no ha soñado por las calles de Barcelona? Rambla triste es una especie de canto fúnebre sobre esta ciudad plagada de muertos y fantasmas. La idea del pasado persiguiendo a sus habitantes me recuerda a la psicogeografía tan importante en la obra de Alan Moore. Si Carlos Ruiz Zafón se sentía embargado por las nieblas de Barcelona, Enríquez siente el aire tenebroso en ellas. Tiene cierto tono lovecraftiano que me ha encantado.

Parte de la gracia del terror está en poder darle una vuelta de tuerca a lo que se nos suele contar. El mirador es un interesante giro a las narraciones de fantasmas e intenta plantear cómo estos nos necesitan y nosotros podemos necesitarlos a ellos. Puede que no sea de los más redondos, pero al menos el enfoque sí es destacable.

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Si Barcelona era un refugio para un terror marcado por el romanticismo en Carlos Ruiz Zafón, Mariana Enríquez la ve como un baluarte del mal del que no se puede escapar.

La nueva carne

Dónde estás, corazón es digno de las filias de Cronenberg. Una mujer que se excita con los latidos de los corazones decide perseguir los que tienen un latido más anómalo. La narración es el punto más importante de Dónde estás, corazón, ya que nos sumerge en un atmósfera malsana. Es una idea llamativa, aunque quizá no esté tan bien explotada como podría en su tercio final (un elemento común, como ya se ve, en varios de estos cuentos).

Ni bautizos ni bodas es una pequeña historia sobre el voyeurismo que puede entroncarse con Carretera perdida de David Lynch o Videodrome de, otra vez, David Cronenberg. Un joven trabaja grabando aquello que le piden sus clientes. Todo se tuerce cuando tiene que grabar a una joven que parece poseída. Es muy llamativo el giro que hace que, finalmente, sea más melancólico que terrorífico.

Carne es uno de los mejores cuentos de la colección. Enríquez es una gran aficionada a la música rock: ha llegado a confesar que se hizo periodista para estar más cerca de los conciertos y los artistas que la fascinaban, aunque luego sufriese una terrible tímidez. Algo que siempre considero llamativo fue el fenómeno fan y cómo muchas jóvenes enloquecían ante sus músicos favoritos. Este tema es tratado en Carne. Sirve de perfecta carta de presentación de la obra de la argentina. Tras la muerte de un rockero decadente conocido como Espina, sus fans comienzan un siniestro culto. Dos de ellas deciden llevar a cabo un macabro acto para mantenerlo con vida. Lo que viene a continuación es una reivención de la constante de la sangre y el legado.

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Crónicas marcianas fue una de las obras que marcó a Mariana Enríquez. La idea de los muertos que vuelven aparecía ya en el clásico de Bradbury.

Chicos que vuelven

Chicos que vuelven es el cuento más largo de la colección y me ha resultado también el más frustante. No porque sea un mal relato, sino porque hecho en falta un último golpe con su final. En él, Mechi, una mujer que trabaja con casos de niños desaparecidos, se obsesiona con una misteriosa niña que se ha desvanecido.

Poco a poco, reconstruye su historia, descubiendo que la muchacha se prostituía en una de las zonas más tétricas de la ciudad. El cuento retoma la idea del regreso de los muertos que también tocó Ray Bradbury en sus Crónicas marcianas, que Enríquez reconoce que fue una obra que la marcó en su juventud. Una lástima que no tenga el remate que necesitaba.

En Alguien camina sobre tu tumba: mis viajes a cementerios, Enríquez hace una interesante crónica del cementerio de Greyfriars en Edimburgo. La autora participó en un programa de intercambio con otros escritores debido al estudio que estaba realizando de la obra del religioso Robert Kirk: La comunidad secreta.

En este libro, se habla del changeling (idea recordada por la película Al final de la escalera), que habla de cómo las hadas podían cambiar a bebés u otros seres queridos para lograr sus fines. Enríquez reconoce la influencia de esta idea en Chicos que vuelven, aunque ella lo dotó de otro enfoque a la hora de concebir este cuento de hadas urbano.

«Pensé entonces, escribir esto con chicos [refiriéndose al texto de La comunidad secreta]. Chicos que se van, escapan y después vuelven, idénticos, años después. Los mismos. No crecieron. No cambiaron. ¿Qué harían las familias? El cuento que nació de esta leyenda típica terminó teniendo obvias referencias políticas, tanto en cuanto a los desaparecidos como a los hijos de los secuestrados que los militares «robaban», en muchos casos después de que las detenidas parieran en la clandestinidad, y entregaban a familias de su elección -o ellos mismos se quedaban con las criaturas-. Pero yo no lo pensé en ese sentido: quería una especie de cuentos de hadas urbano contemporáneo y social, un cuento sobre chicos desamparados que, de alguna manera, se vengaban», Mariana Enríquez, Alguien camina sobre tu tumba.

Fantasmas frustrados

Continuando con el aire trágico, el cuento que da título a esta colección habla sobre la pérdida y la tristeza. Una mujer con una vida deprimente descubre la muerte de una vecina anciana que se hallaba postrada en una cama. Un cigarrillo prendió fuego a la colcha de su cama, haciendo que se quemase viva. Pero ¿y si esa muerte fue piadosa? ¿Qué diferencia a una mariposa nocturna de una polilla? ¿Por qué estos seres se sienten fascinados por algo que les puede destruir?

El cierre de la antología es Cuando hablábamos con los muertos, que mezcla la represión de la dictadura argentina con unas amigas que juegan a la ouija en busca de espíritus que les hablen de esa época. Tiene un buen giro en su desenlace, donde se toca la idea del dopplegänger y está presente ese aire que tienen las historias de terror de los ochenta, con un grupo de amigas que deciden jugar a la ouija como entretenimiento… pero, como cabría esperar, las cosas no irán bien. Por desgracia, no alcanza todo el potencial que Enríquez sí conseguirá en sus cuentos posteriores.

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Sin llegar a la altura de Las cosas que perdimos en el fuego, Los peligros de fumar en la cama es una demostración del talento de la escritora argentina.

Conclusiones

Los peligros de fumar en la cama es interesante porque, pese a no ser la mejor obra de Mariana Enríquez, resulta el punto de partida clave para muchos temas que la escritora tocará en siguientes libros y cuentos.

Si lo hubiese leído antes de Las cosas que perdimos en el fuego, seguramente hubiera servido de una buena carta de presentación y se habría vislumbrado cómo su talento se iba desarrollando desde 2009 hasta 2016, cuando se publicó la otra colección. Sin embargo, incluso así, estamos ante uno de esos libros que atrapa al lector.

Mariana Enríquez se ha convertido, gracias a obras como esta, en una autora que no podemos perder de vista todos aquellos que amamos las sombras y, con ellas, el fuego que consume lo que fuimos, somos y seremos. Al fin y al cabo, de eso va la literatura, ¿no? De ser imperfectos.

«Siempre estuvo cerca, un conocido que aparecía en las fiestas aunque nadie sabía quién lo había invitado, pero recién me hice su amiga ese verano en que todos mis amigos decidieron convertirse en imbéciles, o el verano en que decidí odiar a todos mis amigos».

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