En las Navidades de 2002, cuando tenía once años, me regalaron mi primer reproductor de DVD junto a dos películas: El Señor de los Anillos (La Comunidad del Anillo) y Star Wars. Episodio II: El ataque de los clones. Recuerdo que quemé ambas, no solo por la obra de ficción en sí, sino por los discos de extras.
Sí, hablamos de una época en la que se combatía la piratería creando ediciones muy interesantes con docenas y docenas de documentales y otros contenidos que equivalían para mí a estudiar cine. Aprendí muchas de ellas y guardo un grato recuerdo de los cómo se hicieron.
Si algo aprecio de The Mandalorian es que se intentó hacer un contenido extra en su primera temporada con una serie de mesas redondas y documentales. Estos se han repetido con El libro de Boba Fett y ahora espero encarecidamente que se haga también con Obi-Wan Kenobi.
¿Por qué? Porque quiero entender por qué Deborah Chow ha tomado ciertas decisiones a la hora de dirigir esta miniserie; quiero saber por qué se ha optado por ciertas decisiones argumentales; quiero entender por qué la música, salvo el tema de Williams, no logra ser lo esperado; quiero saber por qué parece que se ha invertido menos dinero; quiero… respuestas.
Y más allá de las contestaciones o las excusas, puedo afirmar que me ha gustado volver a una galaxia muy, muy lejana. Kenobi es, pese a su imperfección, lo que esperaba: una pequeña historia sobre el misterioso eremita que conocimos en Una nueva esperanza.
El viaje de Kenobi
La mayoría de las críticas de Kenobi se han centrado en las «luces» y se han olvidado del auténtico trasfondo de la saga. Me refiero a que es fácil (y comprensible) criticar el montaje, la dirección o los efectos, y olvidarse del auténtico corazón de la saga, de sus raíces míticas y la fuerza de su relato.
Las críticas sobre esto me parecen más cuestionables. Quizá lo más interesante es el «pero» que se refiere a la constante repetición temática en la que ha caído la saga. George Lucas decía que Star Wars era como la poesía, que rimaba, pero más allá del meme, quizá resulte más interesante, en el futuro, explorar otras partes.
Lo bueno de Kenobi es que se centra en la depresión del personaje, tal y como esperaba (no olvidemos Jedi: Fallen Order). Obi-Wan se siente culpable de todo lo que le ha ocurrido a la galaxia. Él tenía que entrenar al Elegido y ha fallado. Anakin Skywalker no ha traído el equilibrio a la Fuerza, sino que lo ha destruido todo, ha creado el Imperio y es ahora un consumado cazador de Jedi que comanda a las legiones imperiales y a los inquisidores. La Orden Jedi es historia. Padme está muerta. Todo se ha perdido. Por su culpa.
Ahora, Kenobi vive bajo los dos soles de Tatooine sin ser capaz de superar sus errores. Quiere cuidar a Luke, pero él mismo habla con el fantasma de Qui-Gon como si fuera un dios que no responde a sus plegarias. Diez años. Diez años susurrando y suplicando al silencio por un perdón que no llega.
Hay desolación, tristeza, pérdida. Y me alegro de que Ewan McGregor esté de vuelta y haya decidido adaptar el tono que Alec Guinness le dio a su personaje en la trilogía clásica.
El viaje que emprende Kenobi es un viaje de expiación. A través de la protección de una niña (elemento ya clásico en la saga; quizá está en su ADN), renuncia a la llamada a la aventura para luego aceptarla cuando es ya inevitable y, a lo largo de esa travesía, deberá reencontrarse a sí mismo. Magullado y destrozado, acabará comprendiendo la verdad: quizá él no es el culpable de nada, quizá la víctima no lo fuese, quizá la única esperanza esté en el futuro de esos hermanos separados al nacer.
Es ahí donde yacen los paralelismos, las metáforas y los simbolismos que me gustan de Star Wars y que no he encontrado analizados, mientras que sí he encontrado otros elementos más facilones o banales.
Dando vida a Star Wars
Como chaval que creció en los 2000, he disfrutado mucho de volver a ver a Ewan McGregor y Hayden Christensen como Obi-Wan y Anakin. Frente a los problemas para elegir a su protagonista que tuvo El libro de Boba Fett, Obi-Wan Kenobi es más sensata y nunca se olvida del viejo Ben. Puede que el desenlace del Episodio III fuese muy rápido y no pudiésemos ver su tránsito hasta ser aquel extraño hechicero que vivía en las afueras de Tatooine. Ahora sí lo entendemos: hemos recorrido su viaje y hemos comprendido su coda.
En cuanto a Anakin, la serie nos regala dos flashbacks y algunas escenas en las que el actor canadiense, que tan vilipendiado fue en su día, puede reencontrarse con el personaje que marcó su carrera. El primero, el de la Orden 66, creo que es una de las escenas que más huella han dejado en la franquicia: la hemos visto en La venganza de los Sith, en Jedi: Fallen Order, en cómics, en Clone Wars, en Bad Batch, en El libro de Boba Fett y ahora aquí. Y, junto al duelo alrededor del que acertadamente se articula la quinta parte de la serie, consigue que comprendamos más de la caída de Anakin y cómo la piedad puede salvar.
Más metafórico e interesante si cabe resulta el enterramiento de Obi-Wan y, más allá de la falsa espectacularidad, su renacimiento. Porque de eso va la historia, de la caída de Anakin y del resurgimiento de Obi-Wan, y ahí es donde nos regala algunas de las mejores escenas cuando tiende paralelismos con Reva. Anakin se rindió al Lado Oscuro y cometió actos terribles, como matar a niños como Reva en el Templo Jedi.
Años más tarde, ya como inquisidora, Reva debe aprender que la misericordia que Vader tacha de debilidad, puede que sea su única fortaleza, lo único que hará que no falle a todos los niños que murieron. Si mata los niños de Skywalker, se matará a sí misma. Ahí es donde mejor funciona el relato.
Nuevos y viejos amigos
Seamos honestos: Vivien Lyra Blair se roba cada escena en la que aparece al encarnar a una Leia que es aquella que muchos imaginaríamos que tuvo que ser la interpretada por Carrie Fisher. Para su edad, logra ser un atisbo de aquella princesa luchadora que conocimos en Una nueva esperanza y no me cabe duda de que Fisher hubiese celebrado tener a esta pequeña encarnando su papel. Además, la serie nos demuestra una vez más que quizá debería haber sido ella quien fuese entrenada en la Fuerza, tal y como pensaba Yoda…
Como inquisidora, Moses Ingram hace todo lo que puede con Reva, un personaje hecho para que te caiga mal, aunque comprendas de dónde ha surgido y creo que, en el episodio quinto y sexto, logra una evolución muy interesante. Me alegra otra cuestión: por una vez, Star Wars rompe una de sus reglas sobre la redención y ahora nos toca ver qué papel jugará en el futuro. ¡Ojalá lo hubiesen hecho también con Ben Solo!
Por desgracia, el resto de los inquisidores juegan un papel más pequeño, pese a que sus luchas internas por el poder me resultan muy interesantes. El Quinto Hermano volverá en Rebels, pero la Cuarta Hermana se convierte en una sombra que a saber si veremos en futuras producciones (esperemos que sí). En cuanto al Gran Inquisidor, creo que Rupert Friend hace todo lo que puede y que muchas críticas se han centrado en el maquillaje, aunque creo que la sombra de Jason Isaacs (quien le dio voz en Rebels) es muy alargada.
Más relegada queda Indira Varma como Tala, que no logra destacar más debido a lo irregular del cuarto capítulo, pero pienso que su sacrificio da algo de luz a la visión más mortal de los personajes que componen el Imperio, una cuestión que hemos visto sobre todo en Battlefront, por ejemplo.
En cuanto a Kumal Nanjiana como Haja, resulta muy interesante ver a este estafador que se hace pasar por un Jedi y resucita cierta seudotrama de la olvidable serie cómiquera dedicada a Mace Windu.
Un aspecto más interesante es contar, aparte de con un cameo de C-3PO, con Bail Organa, Owen y tía Beru, completando el papel de estos personajes dentro de la saga; si bien entiendo que muchos hubiesen optado por tener más de los tíos de Luke y a Obi-Wan en Tatooine, pero los creadores han tomado otra decisión. Ahora entendemos un poco más el sacrificio de estos personajes en la película estrenada en el 77.
Como guiño (y hay unos cuantos, sobre todo en el capítulo final), siempre es un placer recuperar a James Earl Jones como Darth Vader. No obstante, queda por ver cuánto de él hay realmente, ya que los programas de voz de Lucasfilm han evolucionado muchísimo, como vimos en los making of sobre el rejuvenecimiento de Luke para El libro de Boba.
Redención y caída
A nuestra cabeza viene aquella escena de El retorno del Jedi donde Vader le decía a Luke que Obi-Wan una vez creyó que todavía él, el lord oscuro, podía redimirse. La serie se agarra a esa conversación y también a otra, cuando en Una nueva esperanza, Vader le decía a Obi-Wan que la última vez que se vieron, él era solo un aprendiz, pero ahora es un maestro.
Kenobi juega con estos elementos y, si bien no queda tan claro ese intento de devolver a la luz a Vader, sí vemos cómo Vader queda retratado como un aprendiz gracias al quinto episodio. En el flashback, Anakin afirma que la misericordia nunca vencerá a nadie. Muchos años más tarde, será precisamente la misericordia la que salve a Skywalker.
¿Cuál es el recorrido de esta miniserie? La primera parte de la miniserie es el comienzo de esa película de Star Wars que nunca veremos y la segunda opta por el estilo de aventura desenfrenada. Me gusta que el tercero se detenga más en los personajes, aunque haya decisiones cuestionables en la puesta en escena.
El cuarto capítulo, el más lleno de un aire casi camp, puede que sea el que menos me llegase pese a ciertos puntos positivos. Sin embargo, el quinto me pareció uno de los mejores, sobre todo por cómo argumentalmente, se mueve alrededor de un duelo que bien podría resonar en toda la franquicia. Y el sexto episodio cierra mucho de lo que habíamos visto en la miniserie y nos entrega algunos instantes como el perdón que Obi-Wan se negaba a sí mismo.
Por tanto, al recapitular, siento que la serie sale ganando más que perdiendo y pienso que, si fuéramos más justos, también, aparte de lo negativo, veríamos lo positivo. No consiste en buscar formas en las nubes en un ejercicio estéril de pareidolia (o en ser acríticos), sino que consiste en apreciar la fuerza que radica en lo profundo de Star Wars, en aquello que hace que la saga no haya muerto cincuenta años más tarde.
Es una lástima que los fallos en la edición hagan que la narrativa de la serie falle en muchos puntos y eso haga que el resultado sea desigual. Si estos aspectos se hubieran pulido, no hubiéramos sentido que algunos momentos nos sacaban de la historia. Y es que la narrativa es compleja, muy compleja, y hacer que funcione es casi una labor de alquimista.
¿Han roto Star Wars?
Si algo he disfrutado de cada semana es de los debates que Kenobi ha generado. No creo que se discuta tanto de algo que está muerto. Algunos han estado más que justificados, otros surgían por gente que hablaba antes de tiempo (véase el tema del Gran Inquisidor) y otros por váyase a saber el qué («¡nos han roto Star Wars!», comentan algunos, aunque los calendarios hablan de nuevas series, películas, libros…). Si bien hace un tiempo cometí el error de tomármelos en serio, ahora estos últimos «debates» me suelen resultar risibles: son señores de más de cuarenta años llorando porque alguien ha jugado como ha querido con sus figuras de acción.
Lo que sí me parece condenable es cómo algunos han aprovechado para insultar a una actriz por su color de piel y a otra por su edad. Esa «gente» (por no decir «gentuza») jamás ha entendido de qué va realmente Star Wars: no va de machacar a gente, no va sobre ser racista o machista. Jamás ha ido sobre eso.
Una de las cuestiones con los que me quedo es que, por parte de los creadores, no siento que haya vergüenza hacia las precuelas. Puede que allá por 2012, cuando Disney compró la franquicia, sí sintiese cierto «terror», alimentado por el odio de algunos hacia las precuelas. Yo, que crecí con ellas, las aprecié, como muchos otros que, aunque crecieron con las originales, disfrutaron de la historia de cómo Anakin se convirtió en Darth Vader.
Solo espero que ahora, Lucasfilm no tarde veinte años en reivindicar las secuelas como ha tardado veinte años en reivindicar las precuelas. No obstante, porque esta trilogía de George Lucas se ha alimentado durante este tiempo de grandes series como Clone Wars, que lograron expandir y cautivar los aspectos apenas atisbados en La amenaza fantasma, El ataque de los clones y La venganza de los Sith.
Las elecciones de Star Wars
Probablemente, haya que tratar el tema de si el arco de redención a través del niño no se ha quemado en demasía en los últimos años. Sí, entiendo el caracter mítico de esta figura, pero es que lo hemos visto en The Mandalorian, en The Bad Batch y en Kenobi (no cito las series de animación porque también está) y, aunque puedo comprender por qué, quizá hay cierta saturación de esta idea y puede que haya que empezar a buscar otros elementos dentro del árbol de las historias.
Un tema que ha surgido y sí me parece interesante es si Star Wars vive ya solo del homenaje o realmente nos está contando algo. Yo creo que sí, que nos cuentan algo, que no se ahoga en homenajes y autorreferencias, pero entiendo que muchos otros espectadores deseen explorar un período nuevo. Imagino que esto llegará. Y será gracioso ver cómo muchos de los que esperan ese «algo nuevo», luego se quejarán, como cuando se les dio la interesante Visions.
Por otra parte, he escuchado críticas sobre si esta serie estropeaba el canon.
Sí, de vueltas con el canon, como si esto fuese una religión.
Pienso que, en realidad, ha enriquecido a ciertos personajes, como Leia, ya que ahora entendemos un poco más de ese «ayúdame, Obi-Wan Kenobi. Eres mi única esperanza», su conexión con la Fuerza, sus habilidades con la mecánica en el Halcón o la decisión de llamar a su hijo Ben. Puede que sea un buen ejercicio de continuidad y no siento que rompa nada.
¿Fanfilm?
Cuando se anunció que la directora Deborah Chow se encargaría de la serie de Obi-Wan Kenobi, muchos festejamos recordando lo que había conseguido en el tercer capítulo de la primera temporada de The Mandalorian. Irónicamente, ha sido uno de los puntos más criticados en redes (donde todos ahora son directores de cine como todo el mundo es entrenador de fútbol cuando juega la selección de marras). Me gustaría ver en los documentales por qué tomó ciertas decisiones.
Quizá también hay que escuchar al director de fotografía Jac Cheairs e incluso a los encargados del montaje para saber por qué se ha optado por el granulado, por qué se ha buscado la cámara en mano o por qué se han tomado ciertas decisiones de montaje que pueden resultar dudosas. ¿Puede ser debido a la falta de tiempo? (La serie se rodó el año pasado). ¿Puede ser por el presupuesto? Dudo de que sea por «inexperiencia».
También comprendo que estamos acostumbrados al estilo de George Lucas y otros directores que han seguido su patrón: planos «limpios», cuidada fotografía, poco o nulo uso de la cámara en mano y, ahora, nos choca ver algo distinto. Sin embargo, llegar a compararlo con un fanfilm creo que podría ser cuanto menos cuestionable (y una muestra más de la «humildad» de los acólitos de las redes sociales).
Aunque suene a falacia, me gustaría que muchos de los que critican desde un cómodo asiento de su casa se levantasen e intentasen rodar ellos. Puede que entonces comprendieran que una buena película es un milagro a veinticuatro fotogramas por segundo y, en ocasiones, hay que esperar más para saber por qué las cosas son como son o, simplemente, tener argumentos mejor construidos.
¿Miniserie o película?
En 2018, tras la polémica de Los últimos Jedi, se estrenó la película de Solo: una historia de Star Wars. Al no lograr recaudar tanto como se esperaba (estrenarla tan cerca de Infinity War jugó en su contra), proyectos como la película de Boba Fett se vinieron abajo. Por suerte, eso nos permitió que se diera un paso adelante con las series live action de Star Wars y pudimos disfrutar de The Mandalorian, una serie que volvió a recordarnos nuestro amor por la saga.
Esto permitió insuflar nueva vida a la saga a través del formato serie y fue así cómo se resucitó la idea de la película de Obi-Wan Kenobi, solo que lejos de ser una película, se convertiría en una serie o una experiencia cinematográfica dividida en seis partes (en los créditos, por ejemplo, tenemos el estilo de las películas, no los concept art de Mandalorian o El libro de Boba Fett).
¿Ha sido un acierto alargar algunas ideas de la película y transformarla a otro formato? Si bien sobre el papel creo que sí, puede que haya ciertos capítulos que podrían haberse resumido, como esa parte cuatro tan tontorrona (esa gabardina…, aunque no olvidemos que la saga siempre ha tenido cosas así: véase la armadura de los soldados de asalto en Endor… Ay).
Pese a todo, me hubiera gustado que la introspección del primer capítulo siguiese vigente durante toda la serie (más de ese aire de desolación de ver a un soldado clon reducido a un mendigo pidiendo en las calles) y, aunque hay escenas más calmadas, estas lograsen cautivarnos más, explorasen más los sentimientos, antes de ir de aventura en aventura, aunque ¿no es eso Star Wars?
El tema de la Fuerza
Un punto que creo que va a generar ciertas informaciones interesantes en el futuro es el relacionado con la música. La partitura es muy, muy importante en Star Wars. Fue lo que hizo que la obra de Lucas fuese tan grande cuando no lo era en otros aspectos.
Contamos de nuevo con John Williams y es irreprochable que consigue un gran tema que puede que complete su trabajo con Star Wars. También tenemos otro autor que adapta este tema de Williams y me atrevería a decir que otros que escuchamos en el último capítulo.
Y es que la banda sonora de Natalie Holt, pese a que lo intenta, suele quedarse lejos de lo logrado por otros compositores de la saga.
No, no queríamos un clon de Williams. Muchos nos hemos enamorado del trabajo de Ludwig Göransson para The Mandalorian. Ni siquiera queríamos las reminiscencias a las que optan los Kiner en Clone Wars o Bad Batch, pero sí hubiese sido interesante que la compositora, autora de la banda sonora de Loki, optase por crear una partitura más memorable para la historia de Kenobi.
Si bien tiene algunos hallazgos, como mezclar la melodía del Imperio en el Episodio IV y la marcha imperial del V con un tono maquinal que representa aquello en lo que se ha convertido Vader, no logra realizar un trabajo digno de realzar algunas de las escenas.
¿Una galaxia más barata?
Otro aspecto donde he notado ciertas prisas en algunos instantes es en los efectos especiales, el maquillaje y el vestuario. Hay elementos muy, muy buenos y otros que debemos comprender que jamás serán como imaginamos (adaptar personajes de la animación a la acción real es siempre complicado).
Lo interesante es que en algunas escenas sí me convencen los efectos y en otras creo que el resultado puede ser cuestionable por el tiempo o el presupuesto. Puede que, habiendo cuidado más este aspecto, algunas críticas banales se hubiesen diluido.
Por supuesto, en este y en otros aspectos, es bueno ser crítico. Nos permite mejorar y no conformarnos con cualquier cosa. Lo que sí creo que hay que añadir a estas discusiones es cierta perspectiva, humildad y el deseo de comprender por qué ocurren ciertas cosas. A veces, pienso que esto se olvida.
Igual que se olvida fijarnos más en las historias sin buscar los típicos agujeros de guion que habrían hecho que Una nueva esperanza ardiese en la pira de Twitter de haber existido esta o cualquier otra red social en 1977.
Conclusiones
Ya no soy aquel chaval que veía Star Wars con once años, allá por 2002. Recuerdo cómo salía corriendo del cole para que me diese tiempo de llegar al cine y ver la nueva entrega de la saga… Ahora hago lo mismo, pero como profesor: salgo corriendo para ver mi nueva entrega de la franquicia y lo hago con ilusión… aunque entiendo que quizá ya no soy el público objetivo.
A riesgo de ponerme a contar batallitas, tengo chavales nacidos en 2005 que empiezan a ver las precuelas de Star Wars o historias como The Mandalorian y se enganchan. No les importa si Star Wars está roto o no, o se cae en debates cada semana. Ellos disfrutan. Una barbaridad. Y era lo que quería George Lucas cuando creó Star Wars en 1977, a riesgo de que los fans se hayan radicalizado y se hayan convertido en otra cosa.
En definitiva, como decía un buen amigo, lo peor de Star Wars son los fans de Star Wars. Yo matizaría, puede que lo peor de Star Wars sean algunos autodenominados fans que a saber bien qué son.
Y hablando de posibilidades: puede que Obi-Wan Kenobi no sea una serie perfecta, pero sí es una serie disfrutable que nos permite volver a una galaxia muy, muy lejana y que me hace volver a tener los sueños de aquel crío que en 2002, quemaba su DVD viendo Star Wars. Y espero seguir siéndolo por mucho tiempo más.
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