Seis años después de la publicación del primer libro de fantasía del Omniverso, volver a escribir sobre estos personajes es traer algo de esperanza cuando más la necesito: saber que en alguna parte del omniverso hay una chica de dieciséis años que hace malabares para aprobar bachillerato, llevar una vida normal, defender su dimensión (y el resto), ser la dueña de una tienda mágica que une todos los universos, y echarte una mano, siempre es algo que anima.
Ilustración de Mokelandia
Hace poco, recibí una lámina de Devon, la protagonista de mis novelas del Omniverso, realizada por la gran artista @mokelandia. No dejaré de alegrarme de haber conocido a tanta gente fantástica, como ella, en el bachillerato de Artes. Siempre hay magia en ver cómo un personaje que ronda tu mente se vuelve real a través del trabajo de otros artistas y más si es el caso de Moke.
Os invito a que visitéis su perfil y descubráis estas y otras ilustraciones, y que echéis un ojo a los próximos eventos en los que participará.
Y, muy pronto, cuando escape de ese monstruo llamado… Evaluaciones, traeré novedades sobre la cuarta novela, que llevará por título…
Eh, mejor esperar. 😉
(No, «mejor esperar» no es el título).
Sobre Devon
A Devon la llevo imaginando desde aquella noche de, si mal no recuerdo, 2014, donde empecé a contar la historia de una chica que hacía novillos el día de su cumpleaños e iba al viejo anticuario de su tía, que resultaba ser una tienda de magia que unía todos los universos alternativos. Ah, y su tía había muerto. Ah, y heredaba la tienda y el puesto de custodia dimensional. Hey, y que no me olvide de comentar que el fin del mundo estaba a la vuelta de la esquina. Lo que se dice un gran día, sin duda.
En esta ilustración, tenemos a Devon en sus primeros pasos por el Omniverso. Todavía no tiene el mechón de pelo blanco con el que la obsequió cierto capitán pirata. Me encanta el toque asiático que Moke le ha dado al personaje y, por supuesto, el color: imagino estas novelas como obras rebosantes de color.
Como curiosidad, Alan Moore contaba que una vez, en un bar, se había cruzado con nada más y nada menos que John Constantine, el detective de lo oculto. Seguro que piensas: «vale, nada raro», pero sí, había algo raro: John Constantine es un personaje ficticio creado por Moore. El escritor comentaba que aquel desconocido que no era tan desconocido le sonrió con esa sonrisa tan del mago inglés, tan de saber lo que está por pasar (y no es nada bueno).
Te cuento esto porque, una mañana invernal de 2016, me asomé por el balcón de mi antiguo piso y vi una chica que corría hacia el horizonte. Tenía el pelo largo y oscuro como Devon y, aunque no le vi el rostro, me pregunté: ¿y si mi personaje ha cruzado la barrera entre lo real y lo ficticio? ¿Y si ahora es real?
La importancia de la ilustración en la fantasía
«No juzgues a un libro por su portada» se suele decir, pero debo decir que, quizá, soy un poco más frívolo y algo que adoro de los libros de fantasía, aparte de los mapas, es el tema de las portadas y sus ilustraciones. Puede que, en parte, sea por lo que no abandono tampoco la sección de juvenil de la librería a la que suelo acudir: los libros son menos «serios» o, mejor dicho, son más «divertidos» o llamativos que los que vemos en otras secciones. ¡Ay si nos librásemos de las etiquetas…!
Cuando era un crío, iba a la portada de Las Crónicas de la Dragonlance para comprobar cómo eran los personajes que se describían en el libro. Y, lejos de coartar mi imaginación, era parte de un juego. ¿Cómo era Raistlin? ¿Cómo era Tanis el Semielfo…? Siempre me acordaré de cómo leía un pasaje y volvía a la portada para ver si los personajes eran como me imaginaba.
Siempre he querido que mis libros estén acompañados de estas ilustraciones y no dejaré de agradecer que aparezcan dibujos como este, basados en el Omniverso. He contado con varias ilustradoras que han puesto todo de sí en mis libros: desde esa Devon de espaldas de Los Guardianes del Infinito pasando por Akane y su sonrisa en La Eternidad, sin olvidarme del Príncipe Pálido en la novela homónima. Doy las gracias a sus creadoras por hacer posible mi visión de estas historias.
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