El túnel de Ernesto Sabato es una de las obras más representativas del escritor argentino y sigue siendo una lectura más que satisfactoria sobre los deseos más oscuros del ser humano. Fuente. |
"Bastará decir que soy Juan Pablo Castel, el pintor que mató a María Iribarne; supongo que el proceso está en el recuerdo de todos y que no se necesitan mayores explicaciones sobre mi persona".
El inicio de esta obra de Ernesto Sabato es uno de los más famosos de la historia de la literatura universal y no es de extrañar, porque es el comienzo de una de las confesiones más oscuras, duras y sinceras del mundo de los libros. El escritor argentino nos sumerge así en una historia de pasión, arte y, sobre todo, celos y paranoia, que condena a la destrucción a todos sus personajes a través de la mente del impulsivo, retorcido y oscuro narrador y protagonista de esta historia: el pintor Juan Pablo Castel.
A lo largo de sus páginas, conocemos a María Iribarne desde la óptica de un personaje quebrado. Juan Pablo Castel se enamora por lo que él proyecta en ella: que María es la única que lo entiende porque, al ver uno de sus cuadros, se fijó en un elemento secundario que, para él, era el más importante: una mujer en una ventana. Desde entonces, Juan Pablo Castel la persigue, enamorado enloquecidamente, para luego solo ser un monstruo capaz de retorcer la realidad para convertir a Iribarne en lo que él quiere: una amante, una infiel, una bestia. Mientras el lector siente compasión por ella, el protagonista se va dibujando poco a poco como un maltratador movido por la paranoia: el mundo debe ser tal y como él lo pinta, de lo contrario, debe desaparecer.
Leer El túnel de Ernesto Sabato ha sido para mí recordar ese sinuoso y oscuro camino en el que nos sumerge El extranjero de Albert Camus o Lolita de Vladimir Nabokov. Es entregarse a la negrura de la existencia y de sentimientos deleznables. Camus hablaba de la deshumanización y la hipocresía, Nabokov de la monstruosidad y la maldad, Sabato se centra en los celos y la paranoia. Puede que estas conductas sean aborrecidas por nuestra sociedad, pero se producen en ellas y el arte tiene derecho de hablar y tratar sobre ellas siempre lo que desee, más allá de lo "políticamente correcto" (esa censura enmascarada que algunos intenta extender a todos los campos de nuestra vida, incluido el arte).
A su vez, la viveza del estilo de Sabato, su capacidad para dar voz a un asesino, nos transporta con fuerza a un relato duro sobre lo que supone perder la razón y el funesto intento de transformar la realidad en lo que el artista desea. Es fascinante que, con elementos aparentemente tan simples, Sabato conciba una de las novelas más importantes de la literatura, no solo del boom de la novela latinoamericana.
A lo largo de sus páginas, que se leen de modo apasionante y deseoso de saber qué lleva al desgraciado final (que también es el principio, como lo será en la obra protagonizada por Santiago Nasar en el caso de Márquez), El túnel es un largo viaje a la oscuridad, a la tenebrosidad de uno mismo. ¿Existe vía de escape? ¿Luz al final de dicho túnel? No lo creemos. Tal vez haya un túnel al final de la luz. No hay esperanza para ninguno de sus personajes. No hay esperanza para nadie.
"En todo caso había solo un túnel, oscuro y solitario: el mío, el túnel en que había transcurrido mi infancia, mi juventud, toda mi vida".
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