Dicen que el actor original de Boba Fett puso a su hijo delante de El Imperio contraataca y esperó ver la cara de sorpresa del chaval al contemplar al personaje que interpretaba su querido padre en la ya famosa Star Wars; en cambio, el crío lo que le dijo fue: “¿te pagan por llevar puesto un cubo en la cabeza, papá?”.
Por suerte, el resto de los fans sí se flipó con la armadura y el toque macarra de este desintegrador, tanto como para ahora, casi cuarenta años después, tener a un heredero de Fett en esa estrella de la muerte que es Disney+.
The Mandalorian es la nueva apuesta, en formato de serie de actores de carne y hueso, de la galaxia Star Wars. Nueva, aunque recupera el aire de western a lo Leone de la escena de la cantina de Una nueva esperanza (tantas veces homenajeada en el celuloide; en esta serie dos veces sin ir muy lejos).
Son tiempos duros en la galaxia y toca seguir las aventuras de un cazador de recompensas por ahora sin nombre, como el vaquero de Clint Eastwood en la trilogía del dólar. Llama la atención ver a Werner Herzog o escuchar a Nick Nolte; Disney se gasta su pasta.
Favreau, creador y guionista, juega sobre seguro con su serie, pero trasciende más que el festival de guiños perpetrado por J. J. Abrams con El despertar de la Fuerza.
Tenemos monstruos, fantasía, acción, sorpresas, humor, aventuras y buen ritmo lejos de los Skywalker y su telenovela. Pese a algún momento más acartonado, impresiona para bien ver efectos especiales que antes solo eran para el cine.
Es difícil tener carisma con un cubo en la cabeza, pero el actor Pedro Pascal lo ha conseguido y parece que hay más esperanza en los fans con esta desesperanzada aventura sobre un hombre misterioso en una galaxia moribunda.
¿Quién me iba a decir que The Mandalorian iba a rendir homenaje a El lobo solitario y su cachorro de Kazuo Koike?
En el manga, un mercenario cuida de su bebé mientras lleva a cabo sus misiones.
La serie de Star Wars tiene la habilidad de ser original, irónicamente, siendo clásica y bebiendo del western y las pelis de samuráis a las que George Lucas homenajeó en su trilogía original.
Una serie de aventuras con épica, humor y carismáticos personajes que está demostrando que, aunque previsible en algún aspecto, hay mucho que contar (y disfrutar) en una galaxia muy, muy lejana.
Las imágenes pertenecen a sus legítimos dueños. La segunda es un montaje hecho por mí a partir de la serie y el manga con un fin puramente didáctico.
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