Crítica de Jigsaw o Saw VIII, más casquería en la saga Saw

Jigsaw, nueva entrega de la saga Saw, ¿ha valido la espera de siete años? Fuente.

"No, that's not creepy at all".
Cuando eres adolescente, a veces, la muerte parece tan lejana, que la buscas a través del cine de terror. No es extraño que sean los más jóvenes los que abarrotan las salas cuando se estrena la película de miedo de rigor. Por mala que sea. Allí están, dispuestos a pegar un grito, soltar alguna gracieta para reafirmar que lo que ven es ficción y saldrán de esta, o pendiente de los desgraciados que mueren en la gran pantalla. ¡Son tan duros! ¡Son tan adultos! ¡Son tan fuertes! Y... es irónico, porque, en diez años, salvo contadas excepciones, seguramente cuando vean algo realmente sangriento o la muerte de alguien cercano les toque, hasta la visión mínima de la idea de decir adiós para siempre le resultará desagradable. Lo sé, porque yo fui uno de aquellos adolescentes y vi casi todas las películas de la saga de Saw en el cine para años más tarde preguntarme: en serio, ¿veía esto con tal entusiasmo?

Saw (todas juntas en ultramontaje rayante) es una de las mayores películas educativas de la historia del cine. Si haces algo malo (cualquier cosa, que igual matas a alguien o te saltas un ceda el paso), acabas siendo torturado en un brutal juego donde lo más seguro es que acabes reducido a un guiñapo sanguinolento. Si así no aprendes, no sé cómo aprenderás. Se ve que John Kramer, alias Jigsaw, hubiese sido un gran profesor. 

Bromas aparte, recuerdo que si algo me gustaba de la saga original era como retorcía sin parar el guion, buscando engañar al espectador como fuera y, aunque, a veces, se volvía previsible, al menos cumplía con la labor de entretener. Ahora, no encuentro casi nada de eso en una continuación que me suena a greatest hits (pero con el bueno de Charlie Clouser) y poco más.


El problema, a medida que se ha alargado la saga (recordemos que fue una por año desde el estreno de la primera en 2004 hasta el «capítulo-final-ya-no-tan-final» de 2010), es que se ha transformado en un 1000 maneras de morir: si eres una mala persona, acabarás muerto y no merecerás ni un atisbo de compasión. Y eso hace que el juego, por rocambolesco que quiera ser, se vuelva tedioso e incluso repetitivo. Nada nuevo en la carnicería.

Jigsaw (hermanos Spiering, 2017) cambia el título (al principio iba a ser Saw Legacy, porque se ve que Saw VIII solo podía ser el título en España) y busca transformar la estética, los personajes y jugar con la idea del regreso del villano al que vimos morir en Saw III (y practicarle la autopsia en el IV; puro naturismo del gore). Parece que los directores y guionistas de esta nueva película buscan olvidarse de Hoffmann, Gordon y otros seguidores de Jigsaw y centrarse en nuevos personajes por medio de la muy recurrida retrocontinuidad, que plaga esta saga de flashbacks.

Olvidándose de los giros de cámara y el montaje videoclipero que era, en parte, la clave del mareo de algunos en las escenas de tortura, con una fotografía que reduce el uso de los tonos verdosos o incluso oscuros, nos encontramos, a fin de cuentas, con un capítulo más, que lejos de lograr hacer borrón y cuenta nueva, lo que hace es repetir claves de las anteriores películas: un final que recuerda al del baño de Saw I, un previsible juego temporal de Saw II, los juegos interconectados de Saw III, las autopsias del IV, los policías corruptos de Saw V, VI y VII… Es como colocarse una especie de vídeo tribute de la saga con nuevos personajes, que nos dan un poco igual, porque todos son igual de asquerosos. Si este es el nuevo puzle, más vale ir buscando piezas en otro lugar, uno que pueda sorprendernos y traernos un par de escalofríos como la película original de James Wan, que tanto bebió de Se7en (David Fincher, 1995).

Con trampas menos ingeniosas y dispuestas en busca del puro impacto, más allá de la reflexión (pantallas planas casi en HD en 2003… con un Jigsaw que siempre prefirió algo más anticuado), con un juego del despiste esperable (y menos mal que no han metido resurrecciones) y con unos huecos de guion más bien olvidables, uno que se ha vuelto mayor (y esta saga, pese a su revival, también) solo encuentra aspectos ya vistos en una trama de villanos, polis corruptos y un Jigsaw omnipresente, con ese lapsus entre películas, que deja fuera de lugar a actores que no han sido llamados o no han querido volver. Eso sí, regresa Tobin Bell como John Kramer, aunque uno se imagine el giro de guion y de lado quede un poco la filosofía del personaje en la segunda entrega. Uno no se aburre demasiado (por suerte) con esta "nueva" propuesta, pero tampoco se queda ojiplático con lo que te están contando. 

Tras siete películas y un mar de duras críticas a esta nueva entrega, Jigsaw puede que no sea un bochorno espeluznante, pero quien espere más que lo que espera un adolescente con el gore y la casquería de la saga, no se llevará más que esta especie de reboot de viejas ideas, quizás, demasiado viejas. O puede que el problema sea mío.

Tobin Bell regresa a la saga como John Kramer. Fuente.

2 comentarios:

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