Crítica del cómic: "X-Men. Días del Futuro Pasado"

Hace unos años, Pedro de Mercader y yo escribimos sobre uno de nuestros cómics favoritos: X-Men: Días del Futuro Pasado. Mucha gente ahora dice que la película con el mismo nombre es mejor, pero... No, para mí, siempre lo será el cómic. Espero que esta crítica os guste, tanto si leísteis el cómic como si esperáis para hacerlo.

Fragmento de la célebre portada de X-MenFuente

"Esto es Nueva York, la “Gran Manzana”… Érase una vez que era un sitio agradable para vivir. Ya no. La calle es Park Avenue. A finales de los setenta, cuando  Kitty Pride era una niña, uno de los barrios más elegantes de la ciudad, si no del mundo. Ahora es una pocilga, abandonada, moribunda, como la ciudad, el país, el planeta que la rodea. Bienvenidos al siglo XXI".
¿Quién no ha pensado alguna vez en cambiar algo del pasado para evitar su presente o su posible futuro? Este sentimiento parece inherente en la condición humana, ¿podemos evitar aquello que tanto daño nos hace? De ahí que surjan teorías como el efecto mariposa, ese acto nimio que lo cambia todo, ese clavo ausente de George Herbert que Alan Davis supo usar en la Liga de la Justicia de DC, pero no nos vayamos a la editorial de Batman y Superman, indaguemos en otro relato donde se nos habló de esta tragedia griega con personajes superheroicos y reformulemos la pregunta: ¿podemos cambiar nuestro presente?

Días de Claremont y Byrne

Hay historias cuya influencia en el mundo del cómic es más que patente. Historias que se escribieron, probablemente, sin la consciencia de que marcarían un hito en el cómic de superhéroes estadounidense y que inspirarían a las generaciones venideras. Historias que  han hecho que sus autores se hayan convertido en figuras de suma importancia, y lejos de ser olvidados con el paso del tiempo, se revalorizan más y más con el paso del tiempo. X-Men: Días del Futuro Pasado es una de esas historias.

Días del Futuro Pasado nace en los míticos X-Men, una cabecera que años antes estuvo a punto de cerrar, con lo cual sus autores gozaron de una gran libertad para crear. Gracias a esa libertad, Chris Claremont y John Byrne llevaron a cabo una serie de cambios muy imaginativos, adultos y rompedores con respecto a los primeros números de los X-Men de Stan Lee y Jack Kirby, sus creadores allá por 1963. Claremont, el patriarca de los mutantes, estableció todas las señas de identidad de los héroes odiados por el mundo, dieron un rumbo a una serie que no lo tenía, y asentaron toda una mitología sobre la que aún hoy se sigue tratando. Sin Claremont, Byrne y otros autores de esa momento, hoy no existiría la lucrativa franquicia mutante de Marvel.

Tras la saga con la que el tándem Claremont/Byrne tocó techo, la Saga de Fenix Oscura, y tras unos números de transición  y de mayor tranquilidad, la pareja creativa contó una historia aparentemente menos ambiciosa, pero no menos trascendental a la larga. Esa historia dividida en dos números (The Uncanny X-Men 141,142) pasó a ser conocida por el evocador título del primer número: Días del Futuro Pasado.

Bienvenidos al Mañana

Desde la primera página, Claremont nos sumerge en una distopía, donde se trata el tema de los viajes en el tiempo y cómo las acciones del presente tienen inimaginables y catastróficas consecuencias en un futuro. Esta desventura parte de una adulta y sufrida Kitty Pride (Gatasombra), en un Nueva York decadente, postapocalíptico, reflexionando de la situación en la que se encuentra, mientras su raza se ha convertido en objeto de persecución y exterminio por los escalofriantes robots gigantes conocidos como Centinelas, creados por el siniestro Bolivar Trask. En ese terrible panorama, Kitty debe entregar un paquete cuando es atacada por dos macarras a los cuales despacha un Lobezno muy envejecido. En un breve diálogo da a entender que están llevando a cabo una rebelión, pero ¿cómo? ¿Contra quién? Acaso ¿queda esperanza? ¿No han sido ya derrotados definitivamente?

Tras estos sucesos, Kitty vuelve a lo que ahora mismo llama hogar: un campo de concentración mutante. Después de que le permita el paso un centinela y traspasar un extenso cementerio, lleno de lápidas de mutantes (la mayoría de ellos conocidos por el lector), Pryde  llega a ese campo de reclusión. Allí se encuentra con versiones igual de diferentes de Coloso o Magneto, además de un adulto Franklin Richards (hijo de Mr. Fantástico y la Mujer Invisible de Los Cuatro Fantásticos) o la primera aparición de Rachel Grey (hija de la, en esos momentos, recién fallecida Jean Grey, de la cual ha heredado poderes similares… ya sabemos cómo era Claremont sembrando nuevas tramas argumentales para el futuro).

El grupo toma una medida desesperada: cambiar el pasado para evitar su futuro, como si de Terminator se tratase. En un arriesgado plan, los supervivientes deciden intercambiar la consciencia de la Kitty Pride del pasado con la de ese presente con la finalidad de que evite el asesinato que desembocó todos los acontecimientos que llevaron a los mutantes a esa situación.

Ahora bien, ¿hablamos de ese hecho que cualquier lector conoce de estos números? ¿Hablamos de cómo Claremont y Byrne dan una paliza a las emociones de los aficionados con lo que le ocurre a uno de sus personajes más famosos? Mejor dejamos que ustedes lo descubran, crean, vale la pena. Baste decir que es uno de los momentos más épicos que ha tenido la franquicia mutante de Marvel en su historia.

Todo esto es el detonante de esa historia, una idea lo suficientemente buena que subyace en ese primer número y se cierra en el segundo. Sin duda, la base que marcó las reglas a seguir a la hora de afrontar los viajes en el tiempo y los futuros alternativos en las historias mutantes en muchas de sus historias venideras. A pesar de la aparente sencillez de esta primera historia mutante/temporal, esta temática se ha terminado volviendo muy compleja, extensa y farragosa en cuanto a la continuidad de las docenas de series mutantes del Universo Marvel, pero mejor será centrarnos en ese primer momento: enero y febrero de 1981, los dos meses donde la cabecera de X-Men profetizó el devenir de los cómics de esa importante época en las viñetas.

El cementerio de mutantes. Fuente.

La caída de los mutantes

El tándem Claremont/Byrne en Días del Futuro Pasado aportaron un elemento con el que los mutantes a partir de ese momento siempre han estado relacionados: los viajes en el tiempo. En los cómics de X-Men no es raro ver este recurso (ya sea personajes de nuestro presente que van al pasado o del futuro que viajan a nuestro presente). Hay una infinidad de números y eventos que incluyen el tema, con distintas visiones de todos los autores implicados, además de personajes surgidos de esos acontecimientos como Cable, Bishop, Hope... Sin embargo, de estas tramas, la más recordada siempre ha sido Días del Futuro Pasado, ya sea por su mítica e icónica portada (cientos de veces versionadas) o por ser fundacional en muchos aspectos de lo que han terminado siendo los X-Men.

La otra gran aportación de este breve arco es la aparición de un futuro distópico para los mutantes, considerados el futuro de la raza humana en el Universo Marvel (pese a temas como el "No más mutantes" de la Bruja Escarlata y similares). Narrativamente, el lector se encuentra intentando descubrir de dónde proceden todos esos cambios, qué ha sido de tal personaje, imaginándose como alguno de sus héroes murió…

En cuanto a la historia, los mutantes siempre han sido temidos, odiados y perseguidos por el racismo de los homo sapiens, enfrentando a sus líderes Charles Xavier y Magneto como si fueran una metáfora de Martin Luther King y Malcom X. Claremont llevó el concepto más allá y comparó, en su visión del futuro, a los mutantes con el pueblo judío durante la Segunda Guerra Mundial, una situación muy dramática, con muchas muertes, y en el que los mutantes sufren una gran opresión que explica que “villanos” como Magneto (que viene de esos campos de exterminio nazi, no lo olvidemos) haya dejado de enfrentar a los mutantes para ahora unirlos bajo una misma bandera: la supervivencia.

A partir de ese momento, generalmente, a la hora de mostrar distintos futuros alternativos de los mutantes siempre han sido bajo un prisma pesimista, incluso cuando se hablaba de la Revolución Summers en cabeceras como X-Factor de Peter David. Los X-Men probablemente sean de los héroes más desgraciados, ya que gran parte de la humanidad y otra buena parte de la población mutante, los mira con recelo o incluso odio, con lo cual lo consecuente es que con el paso del tiempo ese odio se acreciente y lleven a cabo acciones cada vez más drásticas en contra de ellos. Esa puede ser una causa por la cual a los X-Men no les espera ningún futuro esperanzador dentro las viñetas. Y, como siempre, al lector le gustan las tragedias.

El legado de Claremont en los mutantes, es inabarcable, no en vano es conocido como su patriarca y con mucha razón (no obviemos que suyas son obras fundamentales como la emblemática Dios ama, el hombre mata). Ese legado consiste en historias como estas sin los cuales, los X-Men no habrían alcanzado la importancia que tienen ni habría pasado de una serie destinada a la cancelación a ser el buque insignia de Marvel. Grandes personajes, enormes historias, una elaborada continuidad (que si no perfecta, servía para su objetivo)… eran algunos de los rasgos del trabajo de Chris Claremont y en Días del Futuro Pasado lo demuestra de nuevo.

Seguramente, el autor no disfrutó de una época tan acertada en los cómics desde este momento, ya que si bien ha cumplido con docenas de buenas o aceptables historias, en los últimos años llegó a perder ese ímpetu y fuerza. Hay escritores de una sola historia, y aunque puede que este no sea el caso de Claremont, sí está claro que la ambición del autor en los mutantes no se ha vuelto a repetir de forma tan importante como en estos números.

Si escribimos sobre el emblemático guionista, no podemos dejar de lado al arte de John Byrne, tan carismático como él mismo. Es, sin grandes alardes, muy efectivo, llamativo e icónico, ganándose pronto todos los buenos comentarios que había ido sembrando gracias a ser el encargado de acabar muchas de las series que necesitaban un dibujante de último momento en Marvel y que en X-Men llevaría a la serie tan lejos como pudo, pese a los conocidos roces con Claremont.

Todo lo que se le puede pedir a un dibujante de superhéroes, el polémico John Byrne, ayudado del fantástico trabajo de Terry Austin, lo cumple con creces, además de resultar sumamente meritoria su capacidad de reflejar la transformación física que sufren los personajes en el futuro. Se trata de los tiempos de gloria de un autor que probablemente no haya sabido envejecer ni adaptarse a los tiempos. O simplemente lo aparente, tras dejar de lado a Marvel y DC, sigue haciendo cómics (a veces de superhéroes, otros a partir de series como Buffy, Cazavampiros), pero en esa época era de los grandes autores con los que contaba la Casa de las Ideas. Se suele dejar de lado la importancia de Byrne en el mundo de los cómics, pero siempre hay que destacar trabajos como este, donde brilló con luz propia.

Los Centinelas, enemigos jurados de los mutantes. Fuente.

Todo esto se originó en una Marvel capaz de permitir la libertad suficiente a sus autores, de dejar que probasen cosas nuevas en la viñeta, buscando la sorpresa cada mes en cada una de las entregas aparecidas. A veces, muchos de los pecados de la Marvel actuar es no saber recrear esa situación sin vivir de los pecados del pasado, quizás porque el mundo ya no es el mismo ni lo son los autores ni la propia industria. Por eso se antoja que el siniestro futuro parece ser esa industria del cómic de superhéroes actual, y el pasado son aquellos días donde se labraban historias como esta. Pero no seamos tan pesimistas, aún hay buenos tebeos y alguno puede que alcance la fama de Días del Futuro Pasado.

En otro apartado, ya sea por un motivo u otro, tenemos no solamente docenas de spin off de estos dos números en la Casa de Ideas, cómics que saquean, extienden o fagocitan los conceptos tratados en Días del Futuro Pasado, sino que esto también se extendió a otros campos donde los mutantes han sobrevivido. Tenemos la serie de animación de los ´90, con su adaptación del arco original (con Bishop como Pride, entre otras licencias) y con la aparición de los Centinelas como enemigos clave (cuando aún resultaban novedosos, cuando aún parecía que podían “dar miedo”); además hubo una especie de cameo en la Sala del Peligro de la fallida película X-Men 3, y Bryan Singer regresa a la franquicia mutante de la Fox para adaptar estos emblemáticos números, arreglar problemas de continuidad y unir a los actores de la primera trilogía con los de la fantástica X-Men: Primera Generación. Esto demuestra la potencia y versatilidad de la que están dotados estos dos números.

Si están interesados, estos dos números se siguen editando hoy dentro de grandes recopilatorios donde vienen las que seguramente sean las historias más arriesgadas e imaginativas que los mutantes nos dieron en su momento. Busque en cualquier librería y seguro que encuentra un sinfín de aventuras protagonizadas por los X-Men.

Para Pedro de Mercader, Días del Futuro Pasado es una gran obra, pero no es perfecta, debido a algunos de los defectos de la escritura de Claremont. “La saturación de bocadillos en las viñetas o el exceso de introspección de los personajes, además de no ser todo lo profunda que podría haber sido si hubiese tenido más números o si los guionistas hubiesen estado más motivados… Son detalles que enturbian el resultado final, ya que puede que el tiempo haya cambiado el modo de narrar historias, pero las ideas frescas e innovadoras de aquella época siguen muy presente como viene a demostrar los cómics que se han hecho tras Días del Futuro Pasado hasta nuestros días, o su adaptación cinematográfica”.

Para Carlos J. Eguren, “Días del Futuro Pasado pertenece a una hornada especial de cómics de superhéroes, aquellos que dejaban buen sabor de boca, que te contaban una gran historia en solo dos números, sin depender de crossovers y demás vicios. No solo es una historia que sabe bien, sino que creó un futuro para todo los mutantes del Universo Marvel y marcó una época imborrable para cualquier aficionado a los X-Men. Si te piden que hagas una lista favorita de los mutantes, sería muy raro que estos dos números no apareciesen. Y es que siguen funcionando tantos años después, pese a algunos defectos”.

Días del Futuro Pasado es una historia imprescindible dentro de Marvel en la que se comenzaban a apreciar los primeros pasos de los superhéroes hacia conflictos más adultos. En este cómic, los superhéroes se enfrentan a algo que quizás no puedan vencer: el odio, pero ¿podrán vencer a su pasado? Lean para descubrirlo.

2 comentarios:

  1. La película me parece una buena adaptación, a pesar del error de darle el protagonismo a Wolverine, el lugar de Kitty Pride. Tiene escenas como las de Charles Xavier encontrándose consigo mismo.

    Es un gran historia, tal vez guste lo sombrío, enfrentarnos a distopías. A algo inquietante, como que Wolverine esté envejecido, que ni siquiera ese mutante se libre de ese mal. Noto que todos los personajes están dibujados con una edad tan avanzada. No me parece casual que Magneto aparezca con silla de ruedas, cuando tiene el papel de su amigo y rival.
    Me parece clave la escena en que Kitty Pride despierta en su cuerpo más joven, su reacción al ver a Nightcrawler, a quien ha aprendido a no temer por su aspecto, su alegría al verlo vivo.
    Y hay una ironía en el papel de la Hermandad de los Mutantes Malignos (¿por que malignos si pretenden hacer lo correcto)

    La serie animada logró ese clima amargo.

    Otros héroes sufridos, Doom Patrol, de DC. Anteriores a los X-Men y con algún planteo similar. Aunque con Niel Caulderes siendo muy diferente a Charles Xavier.

    Buena reseña de una historia sombría y memorable

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    Respuestas
    1. No soporto la película, pero me alegro de que te gustase.

      Me parece interesante todo lo que comentas sobre el cómic y el dibujo, además de la adaptación animada y la comparativa con Doom Patrol que comentas.

      Gracias y me alegro de que te gustase esta reseña que hicimos el compañero y yo.

      ¡Saludos!

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