Reto Yo escribo (2): Mis primeras historias (o los mutantes alienígenas pueden ser guerreros de la paz)

Sigo contestando a las preguntas del reto Yo escribo propuesto por Eleazar en su gran blog. Sí, ya sé que dije que sería cada lunes, pero surgen cosas por el camino como salvar el Multiverso y además si cumpliese con mi palabra, ¿qué clase de escritor se supondría que soy? ¿Un escritor serio? No, no, no…
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—Segunda pregunta: 13 de enero de 2014
¿Cuál fue tu primera historia? Esa que te empujó a seguir escribiendo. No importa si no está terminada o si es un pequeño relato. Cuéntalo todo, desde la sinopsis hasta dibujos, personajes o fanfictions. 


Mi carpeta de historias y dibujos de mi infancia-adolescencia.

Y sí, es de El Señor de los Anillos: La Comunidad del Anillo.
Ésta es una historia sobre mis historias y, a la vez, es mi propia historia que evidentemente forma parte de la Historia. Y ahora, por decir tanto “historia” me convertiré en eso, en historia. Sin embargo no es una historia de La Historia sino… ¿Puede alguien pegarme?
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Continuemos.

Mi primera frase de mi libreta más antigua:
"Adris, el joven semielfo, escaló velozmente por un montículo de piedras afiladas como espadas".
Tenía once años.
Estudié primaria en un colegio público en un tiempo y un lugar donde se consideraba que escribir relatos servía para mejorar la expresión y la ortografía. No sé si esto sigue siendo así, no tengo demasiada conexión con esa realidad… Nos hacían crear cuentos y relatos con nueve, diez u once años. Seguramente, era más feliz con eso que con los números o las demás ciencias. La escritura siempre me permitía escapar de mi realidad, por eso sigo escribiendo.
Estando en primaria, recuerdo escribir sobre espías, reyes o héroes atómicos alienígenas. Sí, como veis siempre he sido así. Sin embargo, cuando vi Star Wars y leí Harry Potter en 2001 todo cambió para siempre. Mi mente voló en pedazos. Mi melodrama mil veces contados, ya sabéis.
Star Wars supuso para mí descubrir cómo la fantasía podía hablar de los mitos, actualizarlos y seguir uniéndolos a nuevas generaciones. Hace poco echaron por la televisión un especial con todas las películas parecido a aquel que vi hace más de diez años, donde aún faltaban dos películas por estrenar, y debo decir que esperé que algún chaval de ahora sintiese la misma “llamada a la aventura” que sentí yo.
Con Harry Potter disfruté de verdad por primera vez en mi vida de la lectura. Si bien me gustaba leer, con J.K. Rowling y su obra, sentí que yo también era aquel huérfano que iba a una escuela de magia. Suena cursi, lo sé, lo soy, prosigamos. De ahí que mis primeras historias fueran sobre un joven mago que… era yo.
Ese verano leí también El Señor de los Anillos, que es otra de mis obras favoritas. Es una historia gigantesca de la que sentía que formaba parte. Sigo admirando la increíble imaginación de J.R.R. Tolkien, diga lo que digan.
Añadid la lectura de cómics como Spider-Man o los videojuegos como Pokémon. Nací en el siglo pasado a principios de los ´90, lo que me permite ser un fósil de veintidós años ¿entendido?
Mi primer protagonista, dibujado en 2002.

Un enano punk y un enano más clásico, dibujado en 2003.

Mi primer mapa. ¿Un país con forma de calavera?
¿Puede haber algo mejor?

Kenzhi, uno de los primeros reinos que dibujé. El nombre fue sugerencia de un amigo de entonces.
Sí, sus habitantes estaban en contra de la línea recta y el círculo perfecto.
Por aquel entonces (y siento que estoy en una historia de Dickens o algo cada vez que hago estas referencias temporales), la ficción era mi vida, la vida de un chaval cegato, solitario, nulo para los deportes, que odiaba los números, que nunca salía de casa y que, pese a eso, gracias a la ficción era feliz, porque… era yo y tenía un universo mágico y único ante mí. Y cursi, porque a grandes rasgos sigo siendo el mismo, pero increíblemente más carismático y heroico…
[Recibe otro latigazo. Risas malvadas de sus editores]
Mi primera portada con once años. -.-
Al final de mis años de escuela pública, recuerdo que mi hermano mayor me regaló una máquina de escribir eléctrica que me parecía el colmo de la tecnología. Los ordenadores para mí suponían una magia futurista inalcanzable (en mi casa mi hermana mediana tenía uno, pero no funcionaba y menos lo iba a tocar yo, Carlactus, el pequeño destrozador de mundos). Así que empecé a juntar letras en una máquina de escribir, que ahora está muy de moda en las películas indie guays. Empecé a hablar de tiempos inmemoriales de un mundo que ya no existe donde un terrible dios oscuro buscaba esclavizar a las razas libres. Irónicamente, ese villano sigue en mis historias apareciendo como oscuro ser referente (nada muere…).
¡Hey! ¡Rebuscando encontré mis dos estuches más viejos!
Empezaba a escribir, pero recuerdo que algo que hacía con más fluidez entonces era dibujar. Siempre lo había hecho. Fue mi primer amor, pero como casi todos los primeros amores, no son correspondidos, pero se recuerdan para siempre o hasta que el cinismo o la edad nos matan. Sea como sea, ganaba concursos de postales navideñas (cuento que gané dos en la escuela y dos en el instituto- donde me hicieron retirarme el tercer año para “no ser el que siempre ganaba”- pero no estoy seguro). Dibujar me servía para entretenerme y para crear a mis primeros personajes inspirados en todas aquellas cosas que me gustaban: Star Wars, El Señor de los Anillos y Harry Potter. Por supuesto, dibujar y escribir me parecían el camino siguiente a jugar, jugué durante gran parte de mi infancia concibiendo historias para aquellos muñecos al estilo Toy Story, así que crear por escrito o trazo me parecía el camino lógico.
Dando historia a esos dibujos y dando dibujos a mis historias con aquella máquina de escribir, concebí La Primera Historia. Sí, llamémosla así porque es el término más exacto. Recuerdo que le puse varios títulos como El Elegido (temo que muy típico entonces y ahora), La espada del guerrero (me temo ahora que esto ya estará cogida) y El Guerrero de la Esperanza (no tardé en comprender que la guerra y los guerreros pocas veces traen algo bueno, menos aún esperanza). No obstante, eran títulos para aquello que era desde fantasía épica hasta un poco de ciencia ficción y he aquí la primera página:
Sí, sí, yo iba a un colegio de brujos y guerreros...

Impresa en maravillosa máquina de escribir eléctrica cuya tinta ya creo que no se fabrica ni se comercializa, delicatesen del siglo pasado, que me recuerda cómo tenías que escribir toda una línea de texto y darle a ENTER para que se escribiese en el papel y que siempre se te escapaba algún fallo aunque te obligase a releer antes de pulsar ENTER. No sé, maravillas de antaño. Aún la conservo.
Una manía personal: dibujar orcos favorecedores.
En 2002, mi hermano me dio su antiguo ordenador. Había leído y visto lo que ya os he contado, así que no tardé en empezar a escribir… no un relato o una novela, sino una saga que osciló de las tres partes a seis, llegando incluso a las quince. ¡Y eso que en esos días no había escuchado hablar de La Torre Oscura o La Rueda del Tiempo!
Aparte de la máquina de escribir o el ordenador, debo confesar que por el camino llené libretas y folios… Era bastante enfermizo, así que pasaba mucho tiempo con aquellas historias. En esa primera libreta, recuerdo que empecé por la decimocuarta parte en vez de por la decimotercera, como cabía esperar. Sí, ¿qué siniestra lógica tiene empezar a escribir una historia por una parte que no sea la primera o incluso, tal vez, la segunda? Para mi mente de trece o catorce años tenía sentido. 
“Aquí todos estamos locos”, que diría cierto gato.
Dibujaba y escribía en esta libreta gris. 
Mi libreta más antigua que conservo.
Y sí, era de matemáticas…

Por cosas así, estudié Letras Puras. 
Pero más allá de las divisiones y las multiplicaciones, estaban mis historias. Supongo que ahí quedo clara mi predisposición a escribir ficción siempre que podía y ser bastante nulo en Ciencias, desde los once años, hasta ahora, que he pasado por un 4º de ESO de Ciencias y la Estadística de primero de carrera. Odio los números. ¡Os destierro de El Antro!
Comencé el instituto y seguí dibujando, recibiendo algún premio por alguna historia como una modernización de Don Quijote que me valió un vale de compra en un famoso supermercado para pijos y que me granjeó la primera trilogía de Crónicas de la Dragonlance (ahora toda la gente los odia, parece, pero los recuerdo con cariño, como aquel verano en que leí Eragon). Por esos días, incluso, convertí la historia en un cómic forzado y falto de narrativa, pero ya se sabe, si no eres inquieto a esa edad, ¿cuándo lo serás?
El dios oscuro del que os hablaba dando caña con rayos.
Falta el "MUAHAHAHAHA".
Lo sé.
Otra portada de una historia similar.
En los primeros años de instituto cambié bastante, porque si no lo haces te machacan y tienes que seguir aprendiendo y evolucionando. Viendo estas historias y dibujos desde la distancia, sólo puedo pensar que era un niño fantaseando con los ojos abiertos al que si le mandaban relatos escribía novelas cortas. Y así.
¿Cómo no iba a llamar la atención que en cuarto y bachiller me convirtiese en un tipo agrio y pesimista? Bueno, de esa etapa a veces tan oscura nació La Historia, así que valió la pena. Supongo que de todos los años anteriores tengo La Primera Historia.
Pero volviendo a La Primera Historia, pasando por un ordenador de segunda mano, un portátil, otro más y el actual, esa historia de fantasía sigue ahí. Durante estos diez años he sufrido varias etapas y he tomado nuevas influencias (Neil Gaiman, Terry Pratchett, Stephen King, Ray Bradbury…), así que he escrito novelas realistas con algún toque fantástico (lo confieso), relatos y La Historia, que es esa enorme trilogía vampírica de más de 3000 páginas de la que ya os he hablado en diversas ocasiones (seguramente más que La Primera Historia por diversos motivos).
Dos de mis protagonistas en un duelo de espadas luminosas. Dejadme.
Hace cuatro años intenté reescribir La Primera Historia, pero me encontré ante una historia ingente donde buscaba ponerle lógica y nuevos sentidos, que solamente la ampliaban. Es mágico ver cómo algo crece con sentido, pero también frustrante en algunos casos. Fue en esos meses cuando sentí que aún no era el escritor adecuado para esa tarea y ahí sigue, durmiendo el sueño de los justos. Espero convertirme algún día en el autor perfecto para ella. Lleva tiempo, pero así son las cosas.
Y el dibujo de superhéroes que llevé todo bachiller
y toda la carrera (¡!) en una carpeta.
He dejado de dibujar con la asiduidad de antes. A veces, lo he hecho por obligación, como es el tema de diseñar personajes o storyboards para cortos. Me he ido centrando más en la lectura de libros y cómics, y el visionado de cine. Recuerdo que Alan Moore decía que decidió centrarse en la escritura al ver que no era lo suficientemente bueno dibujando también, así que podríamos concluir que eso que dijo el Bardo me hundió la moral y decidí escribir antes que dibujar. Y sí, había tardado en salir Alan Moore en todo esto.
Considero que en el fondo es buscar lo que te hace feliz, te enriquece y hace que los demás también sean felices. Lo siento si esto suena demasiado a rollo New Age molón. Nah… Es algo de lo que me convencí, de amar la cultura y el arte, mientras estudiaba en la Facultad de Periodismo.
La Primera Historia irónicamente no está muerta. Ahora escribo la novela que llamaremos Mi Multiverso (no quiero pisarle el título a un escritor amigo) y hace poco le hice un guiño en la trama a La Primera Historia, lo que hace que ambas transcurran en el mismo mundo. Eso ha hecho que todas mis novelas y relatos se hayan fusionado y formen parte de la misma gran historia.  Sí, os explico: he decidido que todo ocurra en el mismo sitio, aunque con años o eras de diferencia. Imaginad el Mundodisco de Terry Pratchett o la obras de Stephen King, que incluyen guiños o directamente tienen lugar en el mismo sitio o comparten personajes.
Los villanos son los mejores.
Así, sin querer (pero, en realidad, queriendo), esos mundos se convirtieron en el mismo. y lejos de ser un universo ahora resulta que es un multiverso. Hasta ahora pensaba que solamente los personajes podían sorprenderte alguna vez contestando algo que no pensabas, pero ahora me he dado cuenta de que incluso la estructura evoluciona sin que te des cuenta.
Como sabéis, llevo más de diez años farfullando historias y sigo en ello, prosigo, desde La Primera Historia, aprendiendo e intentando ser mejor. Contando este origen me doy cuenta de muchas cosas, como que el final aún está lejos o eso espero, porque escribir lo es absolutamente todo. Y me preguntaréis porqué no os hablo del argumento de La Primera Historia y solamente puedo responder: espero que algún día la leáis.


¿Y vosotros? ¿Cuál es la primera historia que contasteis u os gustó escuchar?

Mis antihéroes y sus espadas. Sigo escribiendo de eso.

6 comentarios:

  1. Me encantan este tipo de entradas. La infancia de los escritores, sus primeros pasos, esas obras guardadas en el cajón, disfruto mucho de ese tipo de recuerdos. Quizá algún día me anime a subir alguna entrada sobre mis primeros escritos : )

    A mí también me gustaba dibujar, pero no solía hacer portadas, más que nada porque básicamente eran animales, y chicas. Sí, siempre se me dio mal dibujar hombres, no me pregunten por qué u.u

    Ha sido muy curioso conocer a tus antihéroes, la carpeta con Lobezno Iron Man y compañía ; ) se nota mucho la fuerte influencia de Tolkien en esos elfos y guerreros.

    ¡Un saludo!

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  2. ¡Hola, Ana!

    Gracias por tus palabras. A veces, está bien viajar a la infancia de uno mismo o la de otra persona. Véase El príncipe mestizo y la infancia de Lord Voldemort o las precuelas de Star Wars. Todo mal tiene un origen jejeje Estaré atento si subes algo de tus primeros escritos, está bien este tipo de cosas.

    A mí siempre se me dieron mal dibujar chicas, así que estamos en un empate técnico. Lo nuestro siempre ha sido la escritura.

    En cuanto a la carpeta, ahí sigue estando. Supongo que la llevo como recordatorio personal de lo que soy. Y Tolkien y Rowling son dos de esas influencias de las que siempre me sentiré feliz.

    Muchísimas gracias por el comentario y también por la recomendación de Goodreads, a ver si puedo hacerme con el libro pronto. :)

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  3. Yo no recuerdo con seguridad cual fue la primera historia que escribí, tampoco recuerdo que hizo que quisiera ser escritor, es algo que está ahí desde que alcanza mi memoria. Pero si recuerdo cuál fue la primera historia que me hizo pensar algo así como "tengo que hacer esto con seriedad y escribirlo de principio a fin", porque antes de eso recuerdo que escribía cosas pero no llegaba a terminarlas, no estoy seguro de si terminé algo antes de esa historia, que curiosamente era algo no muy serio sobre un váter que hablaba XD.
    Por otra parte me siento identificado con varias cosas, con otras más bien no, a mí se me daban bien las matemáticas cuando estudiaba XD.
    Por cierto, Decut de Pecut suena a nombre buenísimo, de hecho me encanta.

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    Respuestas
    1. Me he acordado de un amigo que trabajaba en el mundo de la animación y que me decía que, cuando te preguntasen cosas así, te las inventases completamente así que ya sabes, inventa una historia estrafalaria sobre por qué escribe y cuál fue tu primera historia.

      En cuanto a la gente que le gusta las matemáticas, malditos seáis todos.

      Y sí, es un nombre con bastante encanto jajaja Me temo que nunca he sido muy ingenioso con eso.

      Muchas gracias por tu comentario. =D

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  4. Yo no sé inventarme una historia para eso XD. Y no me gustan las matemáticas, simplemente se me daban bien. Oye, que lo de Decut de Pecut lo decía totalmente en serio XD.

    Y respecto a Anima Barda, no la he leído aún, pero algún vistazo le he echado, y escuché el audio de lo del número impreso, y aunque he pensado en ello, tengo la sensación de que las cosas que escribo son cosas que no van a encajar ahí, aunque a lo mejor hay algunas que sí y otras que no, o no sé...

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    Respuestas
    1. Bueno, actualmente hay pocas revistas literarias en marcha y ninguna más de pulp, que creo que es ese lugar donde publicar todo tipo de historias que se salen de lo común. No obstante, mucho ánimo. Todos nos bloqueamos y necesitamos buscar una manera de romper el hielo, encontrar la historia que deseamos contar.

      Gracias por tu comentario.

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