Los libros y los escritores. Imagen libre de derechos. |
Es
como si tuvieras todo el horizonte ante ti. Esa es la sensación que deja
terminar una novela, aunque una novela nunca termina, y, a la vez, irónicamente, concluye diversas veces. Puedes tener un borrador, un segundo borrador, una reescritura, una
corrección... e incluso si se publica, seguramente pienses que aún podrías seguir
retocarla. Supongo que hay cierta búsqueda imposible de la perfección en todo
esto del arte. Aún así, creo que existe la sensación de poder decir: “esta
historia ha terminado”.
Me
ha ocurrido durante estos días, cuando concluí el primer borrador de una
pequeña novela que empecé hace poco. Al principio, os conté que estaba
escribiendo un guion. Comencé a finales de septiembre de 2013, sin embargo para
diciembre ya me había traicionado y estaba convirtiéndola en una novela. Al
menos, ya son dos cosas de dos campos diferentes y, creo, que aunque son la
misma historia, están pensadas para el medio en el que lo he escrito. En la
versión cinematográfica, prima la imagen y la rapidez, frente a la novela, donde
los pensamientos se escriben con frases y gestos y no solo de una forma visual
y donde puedes divagar más sobre los actos y los personajes... Ya sabéis, no he descubierto ni la rueda ni la pólvora. Algún día, puede
que os hable más de lo que ha cambiado.
Aún
así, este texto no pretendo que sea un compendio farragoso de referencias
técnicas. Quiero solo que sea una visión de lo que ha supuesto terminar esto.
Me
lo he pasado bien escribiendo esta historia. ¿De qué va? De lo mismo que van
las “comedias” indies al estilo 500 días juntos, Las ventajas de ser un
marginado, Writers, 50 / 50, Una historia casi divertida… Sabéis de mi
predilección en los últimos años por este tipo de obras y, aunque la fantasía
siempre ha sido mi campo de juego, creo que está bien teclear en diferentes
bandas y no encasillarse en ningún momento.
¿Qué decir? Esta
es una historia sobre personajes intentando buscar su lugar sin encontrarlo y
todo lo que eso supone cuando piensas en el suicidio. Como quizás sabéis, el
suicidio es uno de los temas que más se repite en mi obra, pero creo que pocas
veces con el enfoque que ofrezco en estas 180 páginas.
Todo retrata cierta etapa de tu vida.
En
su día, la gran historia épica que empecé a escribir con nueve años (y nunca sé
si reescribiré, terminaré y se publicará) comenzó con mis sensaciones sobre la
vida de los años de colegio y los primeros de instituto; supongo que la fuerza
de Tolkien, Rowling, Lucas… era demasiado grande.
Tengo La Historia, que es
una especie de enorme metáfora de esa época que es estar en el instituto y aún
no ser un adulto, pero con monstruos como vampiros o licántropos alrededor.
También
está la novela que surgió del Club de Escritores en el que estuve durante la
carrera, que espera una buena reescritura y no solo los spin off que he sacado
con L.A.B.E.R.I.N.T.O. para Ánima Barda…
Pero supongo que esta nueva novela que
podríamos calificar de comedia indie o buenrrollista (aunque de comedia, en
ocasiones, tenga poco… al igual que de buenrrollista), trata del paso por la
universidad, pero no tanto mío, sino de gente que conozco.
Tal vez, con los
años me esté habituando a contar historias que no solo tratan sobre lo que he
vivido, sino sobre lo que han vivido otros... aunque he aprendido que nunca te
despegas totalmente de lo que escribes.
Como
una forma de hacer estos días más llevaderos mientras preparo nuevos proyectos
de los que ya os hablaré, iré colgando algunas de las canciones de la “banda
sonora” que escuché para escribir esta novela de la que os hablo. Considero que ya he dicho varias veces lo mucho
que necesito la música para escribir y puede dar otra capa y dejar a su vez
entrever lo que he escrito... Y lo he vuelto a decir.
Por
ahora, para este borrador le hace falta una primera lectura para pillar
erratas, otra para corregirla, alguna reescritura y mil cosas más antes de
enviarla a una editorial. Seguramente, deje un tiempo esta historia en el cajón
para poder leerla como si no la hubiese leído antes y captar más errores o
nuevos enfoques.
Es curioso cómo se termina sin terminar.
No
obstante, tienes luego esa gran y extraña sensación ante ti de que hay muchísimas historias
más que contar, no sabes cuál elegir, pero sonríes y te dispones a atrapar una.
No obstante, estás condenado a escribir, es para lo que has nacido y, a veces,
incluso das gracias por ello.
Os
seguiré contando, monstruos. Seguiré escribiendo.
¡Felicidades por esa nueva novela terminada!
ResponderEliminarY suerte con las correcciones y la posterior búsqueda de editoriales.
Yo terminé el año pasado una, bastante corta para lo que suelo escribir. Ahora sigo puliéndola y puliéndola.
Besos.
Muchas gracias, Ana, por tus palabras y por comentar.
EliminarComo menciono por el texto, uno siente que nunca termina de escribir una novela, que sigue y sigue sin parar, que nunca es lo suficientemente perfecta... pero bueno, escribir es divertido, por eso lo hacemos.
Mucha suerte y mucho ánimo con la novela. :)