Vértigo (De entre los muertos), el día en que todos caímos al vacío.


Ese hormigueo inesperado cuando miramos al vacío. Las náuseas. El miedo paralizante. Nuestra mente pensando en la caída y la muerte. Nuestros sentidos luchando por mantenernos con vida. Eso es lo que sentimos con el miedo a las alturas, eso es lo que siente el protagonista de la película, eso es lo que siente el espectador cuando entra en este film. Eso es Vértigo (de entre los muertos)[1], una de las mejores películas de la historia.
En su día, Vértigo fue una película incomprendida como tantas otras que consiguieron la fama a posteriori. A las tibias críticas se sumó una pobre taquilla que relegó al olvido una película que juega con el espectador. Sí, que juega, porque cuando comienza, pensamos que es un film de misterio, luego que es una película con dosis de miedo sobrenatural y, por último, es una historia sobre miedos y fobias sexuales. Una tragedia.
Estamos ante la historia de un detective cincuentón con miedo a las alturas desde una persecución por las azoteas de la ciudad que acabó con un compañero cayendo al vacío. Es entonces cuando un ricachón le encomienda seguir a su esposa, la cual según él está siendo poseída por el espíritu de una antepasada. Y ahí está el misterio, que cambia, llega a las entrañas y hace que te guste este film.

Un miedo para toda una vida.
El maestro del suspense, Alfred Hitchcock, demostró su inteligencia y suponemos que por eso no fue bien recibido. Sumando la experimentación de los créditos iniciales o la escena de la pesadilla, que debido a su carácter innovador, pasaron a la historia del cine pero tuvieron que ser chocantes para el espectador de la época.
Estamos en un film donde todo está pensando, desde la fabulosa música de (lectores, se levantan y hacen una ovación) Bernard Herrmann inspirado por Wagner, pasando por la puesta en escena o el vestuario, el guion y los actores (James Stewart estaba mal visto por su edad, a mí me encanta; Kim Novak no le gustaba a Hitchcock, a mí me vuelve loco). Estamos ante un enorme truco, donde todo queda explicado y rodeado de un halo de tragedia.[2]
La caída puede ser más que una metáfora.
Vértigo (de entre los muertos) nos hablan de los miedos, del deseo de transformar a la gente, de lo extraño, del amor, de la locura, de un asesinato, de un falso crimen, de un secreto… Se revela como un cuento de fantasmas gótico para luego ser cine de suspense y acabar siendo un drama donde los últimos segundos sellan un destino que sabemos que no puede ser bueno y que nos conduce a esa catedral donde terminan las películas desde Metrópolis.[3]
Por si fuera poco quedan las dobles lecturas, desde la importancia del protagonista hasta sus fetiches sexuales (la película está cargada de sexualidad encubierta).
El amor y la obsesión.
Parte de la sociedad actual nos intenta vender que el cine de hace unos años como Vértigo es un tipo de arte anticuado y viejo, que aburre a más no poder. Se equivocan o nos mienten. Vértigo y tantas otras joyas no envejecen, sino que ganan con el tiempo el título que merecen y, muchas veces, y de forma merecida, es el de obra maestra.







[1] El subtítulo en español me parece uno de los mejores que he visto. Respeta el título de la novela en que se basa.
[2] El momento en que Scottie se tira a las aguas a por la joven uno piensa en su miedo a las alturas y cómo no se lo piensa. Luego, se justifica esto que podría haber parecido un error para el más tiquismiquis.
[3] Docenas de películas ponen su clímax en el campanario de una vieja iglesia desde Metrópolis. Por ejemplo, Batman o Balada triste de trompeta (aunque esta no exactamente).

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Puedes comentar mediante nick, anónimamente o con tu cuenta de correo o similar. No almacenamos ninguna información.

¡Muchas gracias por tu comentario!

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...

Sobre el blog

Los textos pertenecen a Carlos J. Eguren salvo cita expresa de los autores (frases de libros, comentarios de artistas...), siempre identificados en el post. El diseño de la imagen de portada pertenece a Elsbeth Silsby.

Si deseas compartir un texto, ponte en contacto con nosotros para hablarlo. Si quieres citar un fragmento, incluye la autoría.

Muchas gracias.

Carlos J. Eguren. Con la tecnología de Blogger.