En el sueño, él veía... Veía llamas, humareda negra, el sonido de ambulancias, el olor a carne calcinada, el temblor de unas ruinas viniéndose abajo, la visión de unos escalones que no llevaban a ninguna parte. Vaya sueño…
Suspiró cuando recordó que había contemplado un amasijo de hierro en medio de la hoguera a la que se había reducido la casa de su vecino. Parecía que aquel montón de hierros torcidos había sido un coche en otra vida.
Aquel vehículo tenía que haber volado para llegar hasta el hogar. No había otra explicación. Debía ser una fantasía…
Distrajo su mente pensando en cómo. ¿Había esquivado a otro coche? No, era de noche y no había mucho tráfico a esas horas. ¿Era un maldito borracho? Podía ser… Un alcohólico ¿entre semanas? ¿En aquel vecindario? No tanto… ¿Podía haberle deslumbrado alguna luz? Casi imposible… ¿Qué había sido? Mmmmm… Déjale que piense… Mmmm… ¡Sí! ¡Podía ser! ¿Un intento de esquivar un animal? ¡Seguro que fue eso! El maldito chihuahua de la señora Fauster, Ramonote, ¡maldito fuera aquel chucho! Había hecho que el automóvil volase.
¿Cómo? Eso era otra cuestión… ¿Iba demasiado rápido y…? Mmmmm… ¿El perro desarrolló poderes psíquicos e hizo que el coche volase? Qué gilipollez… Debía ser algo más realista… Más… Joder, no se le ocurría nada.
Había llegado a la conclusión de que había que ser muy idiota para hacer aquello. Incrustar el coche contra la casa de enfrente. Se acordaba la casa ardiendo y la gran escalera colgando en vano. ¿Cómo diantres se había incrustado así el tipo de su sueño?
Pero sólo era un sueño.
Pensaba en aquello cuando vio algo en la carretera.
“Qué curioso, el coche que había tenido el accidente, tenía la misma matrícula que el mío”, pensaba antes de darse cuenta de aquella perturbadora sombra en el asfalto.
Lo esquivó.
¡El maldito chihuaha de los Fauster! ¡Maldito Ramonete!
Pensando que era un perro (realmente era una bolsa de un supermercado que había cerca, con una rebajas en jabones exquisitas, por cierto) y quiso ahorrarse problemas... Pero vio que el volante no respondía.
Quiso recuperar el control.
Quiso… Porque no lo consiguió.
Y lo hubiera conseguido si lo hubiese intentado un segundo antes.
¡Qué mala suerte!
La rueda derecha chocó contra una valla. El coche se elevó… Impactó con el quitamiedos. Estruendo. Dio varias vueltas de campana chocando contra las vallas. Después, un árbol… Y voló contra la casa de enfrente. El coche reventó. ¡BOOOM! La casa quedó hecha añicos y la escalera colgó en vano.
La matrícula cayó.
¿Fue un sueño o una sensación de déjà vu?
Sus últimas palabras no fueron: “Adiós, mundo cruel” o “Vaya, no me la esperaba”, sino algo parecido a:
—Maldito Ramonete… ¿Quién es ese tipo tan alto, de negro, y que va lleno de huesos?... Oh, no… Mierda…
Al faltarle un trozo de mandíbula sonó todo algo más distorsionado, pero…
Al menos tuvo algo. Una respuesta a la pregunta: "¿cómo demonios se había estampado aquel tipejo de su sueño?"
Bueno, ya vosotros os imaginaréis.
BREVE EXPLICACIÓN:
Otro relato que surgió de un sueño. No tenía un accidente, pero sí vi una casa destrozada, con una gran escalera en vano… Lo del coche y demás es un añadido… Y sí, el intento por conservar la sorpresa me hizo pensar seriamente en qué título ponerle. Opté por “Maldito Ramonete”. No creo que exista otro relato llamado así. Quizás sí alguna película de serie B... Sea como sea, puedo ser feliz.
Buen relato. Es chulo cuando la inspiración para hacer algo proviene de un sueño.
ResponderEliminarP.D: Perdón por no poder escribir. He estado muy liado con una visita.
Hola, superñoño.
ResponderEliminarMe alegro de que te haya gustado. Pillar cosas de los sueños para hacer relatos es saquear cosas de la biblioteca de Lucien. Me gusta jeje
No te preocupes porque no hayas podido pasarte. Me alegro de que hayas vuelto.
Muchas gracias por tu comentario, un saludo.