Jenny Sparks, la gran antiheroína de The Authority, protagonizó un interesante repaso por su vida en manos del guionista Mark Millar y el dibujante John McCrea. ¿Cómo ha aguantado el paso del tiempo? Fuente. |
¿Qué es el tiempo? Una de las
acepciones del diccionario de la Real
Academia Española de la Lengua es: “magnitud
física que permite ordenar la secuencia de los sucesos, estableciendo un
pasado, un presente y un futuro, y cuya unidad en el sistema internacional es
el segundo”. Para algunos, el tiempo es la unidad de medida más cruel. Otros
piensan que es aquello que da sentido a la vida: saber que el tiempo es finito.
Algunos hablan de la llegada de este como una oportunidad, como una ocasión. En
cambio, si alguien se lo preguntase a Jenny
Sparks de Authority, ella
seguramente respondería, entre copa y cigarrillo, con un “¿qué me importa? Tengo que salvar el p*@! mundo”.
Allá por 2001, el género de los
superhéroes estaba resucitando en el nuevo siglo (si es que alguna vez había muerto). La llegada de Warren Ellis a The Authority
había revolucionado la visión posmoderna del superhéroe. Aquí nos encontramos
con personajes que nos suenan a otros más clásicos, pero todos ellos dan un
paso hacia el realismo (o lo que intentamos entender por tal cosa). Por
ejemplo, Apollo y Midnighter, una versión de Superman y Batman, son aquí pareja; tenemos a una especie de Doctor Extraño dado a las drogas bajo
el nombre de Doctor; tenemos a una especie de dios de las ciudades que nos
recuerdan a los tecnomantes del
ciberpunk y así todo un grupo de variopintos engendros cuya misión no es salvar
el mundo, sino cambiarlo. Sí, sí, como leéis. Los superhéroes suelen hacer sus “gestas”,
pero el mundo sigue siendo igual de gris… hasta que llega The Authority. Ellos no
envían al supervillano de turno a su prisión de puerta giratoria. Ellos no se
pasan el día salvando a gatitos de los árboles. Ellos no hacen caso al estatus
preconcebido. Ellos tienen poderes y, para ellos, el “un gran poder conlleva
una gran responsabilidad” se convierte en un “si tenemos poderes, somos dioses.
Seámoslos”. Es así como Ellis, más
cercano a la ciencia ficción y la distopía que al cómic estadounidense de
superhéroes, revolucionó con un par de números la industria.
Y entonces llegó Mark Millar, un guionista que ya había
empezado a destacar y que viviría en la primera década de los 2000 muchos de sus
grandes éxitos dentro de DC y Marvel. Antes de llegar a Jenny Sparks, Millar ya
se labraría una reputación en 2000 A.D. o La Cosa del Pantano. Más
tarde, después de escribir a Jenny, jugaría
con los Ultimates, la Civil War, El Viejo Logan… No obstante, llevado por los encontronazos con la
censura y la polémica, no tardaría en independizarse de las grandes y crear su
propio Millarworld del cual Kick-Ass
es su principal abanderado. Si volvemos a 2001, Millar se haría cargo de The Authority, pero también de una miniserie
de cinco números: Jenny Sparks, la historia secreta de Authority, una colección
que abarcaba, con cada número, un relato diferente en una época distinta de las
aventuras del espíritu del siglo XX, la aguerrida Jenny. Nacida a comienzos de la centuria, con poderes eléctricos,
incapaz de envejecer, alcohólica, violenta y malhablada, Jenny era la superheroína perfecta para una época que nació entre
gritos y lamentos.
Si algo ha hecho conocido a Mark Millar es la serie de polémicas
que ha protagonizado a lo largo de los años y cualquier lector que haya
disfrutado (o no) de algunos de sus cómics, entenderá que Millar busca que el lector se quede impactado con alguna de las “burradas”
(por así llamarlas) que no teme insertar entre viñeta y viñeta. Aunque las
alusiones Bush pueden haberse
quedado añejas (el tiempo pasa rápido) y puede que algunas palabrotas o escenas
violentas sean meros impactos y no tantos elementos dignos de la narración
(recordemos que hasta Tarantino
apartó la cámara cuando cortaba cierta oreja en Reservoir dogs), Millar
también se encontraba rebosante de ideas y estas, más o menos absurdas, nos
recuerdan a la ciencia ficción despendolada de la que los autores cercanos a Albión han hecho gala a lo largo de las
décadas dentro del cómic. Más de una de las aventuras vividas por Jenny, bien podría ser parte de un
capítulo de Doctor Who.
Nuestra ídolo number one. Fuente. |
Y es que partimos de los últimos momentos de Jenny (no, no es spoiler… Id a ver El crepúsculo de los dioses y decid lo mismo) para rememorar su vida en cinco importantes episodios que sirvieron para que esta Nick Furia (con más mal genio) conociese a los otros miembros de su supergrupo y también a una galería de importantes personajes históricos como Einstein, Hemingway o el mismísimo Adolf Hitler (en el que puede que sea el número más polémico y, también, uno de los más interesantes).
Entre viajes temporales, muertes
y aventuras variopintas, todas las historias, con sus más y sus menos, cumplen
con la premisa de entretener, al mismo tiempo que juegan con el mundo del what if…? Seguramente, destacan los
números sobre el Doctor en sus
primeros días (salido de la panda de Mark
Renton), Jack y su
enfrentamiento entre ciudades futuras y pasadas y el origen de Swift que, en realidad, es también el
inicio del gran villano de la historia, Adolf
Hitler. No obstante, la historia de Engineer
(con ese cariño por los cómics) y la aventura de Apollo y Midnighter (con
los asesinatos rituales de críos) son dos piezas divertidas, aunque, hasta cierto
punto, puede que más intrascendentes (sobre todo, en el segundo caso).
Mentiríamos si dijéramos que el
personaje que más brilla (como su apellido indica) no es Jenny Sparks. Lo es. Si ya la adorábamos de su época con Ellis, aquí se vuelve una antiheroína
espléndida, decidida, pero también humana, capaz de salvar el mundo, pero no
salvarse a sí misma. Sparks es toda
una luchadora valiente y cínica, pero también una mujer que tiene que soportar
el paso del tiempo y, pese a que no estemos ante los vampiros de Anne Rice o ante el aristocrático
vividor Dorian Gray de Wilde, Jenny reflexiona también sobre el tiempo desde la óptica posmoderna
de Millar. Y, además, se percibe
cierto deseo de Millar por honrar lo
enloquecido del mundo del cómic de superhéroes, como en esas últimas páginas
donde se despide de la fantástica biografía de la protagonista.
Del dibujo se encarga John McCrea, habitual colaborador de Garth Ennis, que ya venía de colaborar
con Millar en Hitman, tebeo del que
este cómic es deudor y al que se hacen varios guiños en las estanterías (fijaos
en cierta viñeta, donde entre los libros de personajes como Hitler, aparece la obra de Millar y McCrea). Es un dibujo efectista, de trazo resuelto, que busca la
impresión más que las dobles lecturas y, pese a que cumple, es parte de la
corriente de los cómics de superhéroes de los 2000.
Y, ahora, en serio, ¿aguanta
Jenny Sparks a descubierta de nuevo?
La relectura de Jenny Sparks: la historia secreta de The Authority se enfrenta
a su mayor adversario: el tiempo y, aunque puede que algunas escenas ya no
marquen tanto como en su momento (no es uno de esos cómics de interminables
relecturas), continúa siendo un tebeo completamente entretenido, con algunas
ideas muy interesantes. Y es que Jenny
Sparks nos enseñó en cinco números la importancia del momento. Como Harlan Ellison escribió una vez: “no
seáis esclavos del tiempo, es una forma diabólica de morir: lentamente, poco a
poco”. Jenny Sparks lo sabe y
nosotros deberemos aprenderlo.
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